Sin riesgo no hay rentabilidad

La obtención de rentabilidad en las inversiones necesariamente llevará aparejada la asunción de determinados riesgos, aunque muchos de ellos tengan una probabilidad remota de ocurrir.

A veces ocurren cosas poco probables. Hay que ser muy consciente de la existencia de los riesgos, aunque la mayoría de ellos pocas veces se materialicen. La no materialización no implica en absoluto que dichos riesgos no existan. Esto debe ser tenido muy en cuenta en la realización de inversiones financieras en un escenario de tipos casi nulos como los actuales, especialmente para aquellos inversores o ahorradores más conservadores. La obtención de rentabilidad en las inversiones necesariamente llevará aparejada la asunción de determinados riesgos, aunque muchos de ellos tengan una probabilidad remota de ocurrir.


Muchos de los productos financieros que se están ofreciendo en la actualidad a los perfiles más conservadores incorporan riesgos no suficientemente explicitados o explicados. Los inversores suelen analizar el resultado de sus inversiones sólo en términos de la rentabilidad obtenida, y rara vez se considera el riesgo asumido porque éste no se ha llegado a materializar o, por lo que es más grave, por no ser consciente de estar incurriendo en dicho riesgo.


Vuelve a extenderse la comercialización de productos estructurados que ofrecen rentabilidades sensiblemente superiores a las de los bonos del Estado de cada plazo comparado, pero bajo la condición de que no se den determinadas circunstancias, como la caída de la cotización de una acción o un índice en un elevado porcentaje. Sólo en el caso en que dicho evento suceda se sufrirán pérdidas, pero dichas pérdidas pueden llegar a ser muy notables. No quiere decir que este tipo de productos no sean adecuados para determinado tipo de clientes, pero siempre que se sea consciente del riesgo que se asume.


El problema, como ya sucedió antes del estallido de la presente crisis, es la minusvaloración del riesgo por su escasa probabilidad de acontecer. Con tipos a cero la obtención de rentabilidad supone asumir riesgos. Conviene ser conscientes de ello.