Móviles: entre el malestar y la dependencia

A Algunos, vivir sin teléfono móvil les genera desasosiego, a otros, su sola presencia le provoca dolor de cabeza, malestar, irritabilidad...

GBT, el radiotelescopio orientable más grande del mundo, en Estados Unidos.
Móviles: entre el malestar y la dependencia

A Algunos, vivir sin teléfono móvil les genera desasosiego, a otros, su sola presencia le provoca dolor de cabeza, malestar, irritabilidad... Son las dos caras de una tecnología omnipresente. Tanto es así que quienes pretenden esquivarla tienen pocos lugares a los que acudir.


En España se pueden encontrar pueblos sin cobertura móvil, aunque sus vecinos reclaman su derecho a la comunicación. Y más lejos, en Estados Unidos, se encuentra la minúscula localidad de Green Bank, donde dicha cobertura simplemente está prohibida.


Allí, las viviendas de sus casi 200 habitantes se encuentran dentro de la Zona de Exclusión de Señales de Radio, de ahí que no tengan ni teléfonos móviles ni internet inalámbrico. Ni siquiera pueden escuchar la radio. Cualquiera de estas tecnologías emite radiación que interfiere con una red de telescopios, propiedad del Gobierno, ubicada en la zona. Y aunque algunos abandonan el pueblo para disfrutar de la vida moderna, según la revista ‘Washingtonian’ al menos dos docenas han viajado hasta allí en busca de un refugio contra el ruido; de silencio electromagnético.


Frente a ellos están algunos usuarios de ‘iPhone’, quienes según investigadores de la Universidad de Missouri (EE. UU.) cuando se separan de su teléfono móvil, son más propensos a presentar cuadros de ansiedad y sufrir un empeoramiento de su función cognitiva.


Para el investigador Russell Clayton, autor de este trabajo, el popular teléfono de la marca Apple se ha convertido para muchas personas en una "extensión de su organismo" de modo que, cuando no lo tienen encima, suelen experimentar un "estado fisiológico negativo".


Con el objetivo de analizar esta sensación, los investigadores pidieron a un grupo de 40 usuarios que probaran un manguito inhalámbrico para medir la presión arterial mientras resolvían un crucigrama. En una primera ocasión llevaban consigo el ‘iPhone’, pero posteriormente se les pidió que dejaran los teléfonos fuera de su alcance, alegando que podía interferir en la señal del dispositivo que medía su presión arterial.


De este modo, vieron como la función cognitiva caía en picado cuando se separaban del móvil, lo que los autores no saben si achacar a un posible signo de dependencia tecnológica o a la ansiedad generada ante la posibilidad de estar incomunicado en caso de malas noticias.


Los autores no descartan que esta reacción pueda producirse en usuarios de teléfonos con sistema operativo Android, o se preguntan si es un resultado que sugiere que los usuarios de ‘iPhone’ son "particularmente susceptibles" a no tener cerca el dispositivo.


Frente a ellos, los nuevos habitantes de Green Bank son, en sus propias palabras, personas con hipersensibilidad electromagnética. Una dolencia –no reconocida por la comunidad médica– que vincula la exposición a campos magnéticos y eléctricos con graves síntomas: dolores de cabeza, náuseas, depresión, estrés, trastornos del sueño, erupciones en la piel o fatiga. El consenso científico al respecto es bastante claro: los síntomas son reales –y pueden llegar a ser incapacitantes–, pero la causa a la que se los atribuyen no lo es.


La Zona de Exclusión de Señales de Radio es un área de 34.000 kilómetros cuadrados –algo mayor que Cataluña– en el estado de Virginia Occidental. En su corazón se encuentra el GBT, el radiotelescopio orientable más grande del mundo, uno de los instrumentos para inspeccionar el espacio profundo. Es tan sensible a la radiación electromagnética –y busca señales tan sutiles, débiles y lejanas– que un teléfono móvil separado por cientos de metros es capaz de deslumbrarlo y cegarlo. Por eso, en Green Bank solo funcionan la telefonía fija e internet por cable.


Eso sí, los recortes en el presupuesto de Estados Unidos han puesto en peligro la supervivencia del telescopio. Existe la posibilidad de que se cierre en 2017. Y si desaparece, llegará la cobertura.