La cifra de aragonesas que dan a luz con 35 años o más crece un 67% en una década

Los últimos datos revelan que el número de bebés nacidos de mujeres de 40 años es ya superior al de chicas de 26, algo que influye en un aumento de la patología materno fetal

Estos tres aragoneses son los benjamines de la Comunidad: nacieron hace unos días en el Infantil.
La cifra de aragonesas que dan a luz con 35 años o más crece un 67% en una década
f. jiménez

La cigüeña cada vez se pasea menos por Aragón y, en muchos hogares, retrasa su cita varios años. Las parejas que deciden posponer la llegada de los hijos son ya mayoría y, actualmente, nacen más bebés de madres que tienen 40 años que de mujeres de 25 o 26. La Comunidad autónoma consolida una tendencia que, además, nada tiene que ver con las idas y venidas del ‘boom’ de natalidad.


En realidad, el retraso de la paternidad afecta a los dos miembros de la pareja, pero a nivel médico y de gestación el dato que más preocupa a los especialistas es el de la edad de la madre.


Mirando cada edad por separado, se puede ver que, en 2013 (cuando vinieron al mundo 11.662 aragoneses), la mayor cantidad de neonatos fueron a parar a los brazos de una mamá de 35 años. Por hacer una pequeña comparación, en ese momento otros 255 fueron arrullados por una de 25 años, 523 por una de 29 años, 688 por una de 37; y 324 por una de 40 años.


Si se eligen series de edad quinquenales, para dar una visión más global, se observa que ya hay muchas menos parturientas de entre 25 y 29 años (un 21% menos que en 2001) y también se han reducido un 2,2% las que tienen entre 30 y 34, aunque estas siguen siendo mayoría: en 2013, 4.325 de los nacidos fueron de una madre en esta franja de edad.

Suma y sigue a partir de los 35

A partir de este dato, todo aumenta. Los nacimientos de madres de entre 35 y 39 años han crecido un 67,3% (en 2001 eran 2.140 y en 2013 fueron ya 3.582); y el incremento de las que tienen entre 40 y 44 años alcanza el 141% (755 frente a las 313 de antaño). Este mismo porcentaje se da en las mayores de 45 años: las 34 actuales superan de largo a las 14 del 2001.


La elevada cifra de mujeres mayores embarazadas llevó al hospital Materno Infantil a dejar de considerar a las mayores de 35 como gestantes de alto riesgo. "Desde hace tiempo, derivamos a las que tienen alguna patología, propia o del embarazo, sería imposible atender en estas consultas a todas las mayores de 35", explica José Manuel Campillos, jefe de la sección de Medicina Materno Fetal de este hospital.


Su diagnóstico es claro: "La década ideal para quedarse embarazada, por cuestiones de fertilidad, y para tener al bebé, por muchas otras, es la de los veinte. Cuando esto se retrasa, aparecen más complicaciones, muchas veces derivadas de las propias que la madre va desarrollando conforme se va haciendo más mayor", explica. Y no todo queda en el tejado de las mujeres. "Vemos que los casos de infertilidad se reparten casi al 50% entre hombres y mujeres, seguramente por factores de edad, ambientales, de alimentación y de otro tipo", concreta Campillos.


En su opinión, el problema de la edad avanzada, además de que es inversamente proporcional a la fertilidad, no está tanto en los años en sí, sino en cómo llega la mujer a esa edad y qué patologías arrastra. "Las enfermedades que con 20 años ni han aparecido, con 35 o más empiezan a estar cronificadas. Las diabetes, hipertensiones, obesidades o las enfermedades autoinmunes, que tal vez no sean más que antes, pero sí que están más diagnosticadas, complican la gestación", apunta el doctor. Además, a edades más avanzadas, más riesgo de anomalías cromosómicas. Por otra parte, la fortaleza física también se va perdiendo por propia ley de vida.


La ciencia ha permitido que muchos de estos problemas se puedan tratar durante los nueve meses y que mujeres a las que hace veinte años se les hubiera desaconsejado con firmeza un embarazo, ahora puedan gestar. Incluso, hay casos de trasplantadas, si bien los médicos son prudentes. "La medicina avanza mucho, pero no lo puede todo. Hay embarazos de muchísimo riesgo", apuntan.


Otras veces, las complicaciones se encadenan. Parejas mayores con problemas de fertilidad acuden a tratamientos para tener hijos y, aunque cada vez está más controlado, conciben gemelos o mellizos, gestaciones que de por sí tienen más riesgos. Los partos múltiples están estabilizados desde hace años (suponen entre un 3% y un 4%) y los casos de trillizos son ya aislados.

Cambio de prioridades

A esta tendencia se suma la del bajón de natalidad. En el 2013 nacieron 11.662 bebés en Aragón, una cifra bastante alejada de los 13.675 de aquel fecundísimo 2008 que puso fin al ‘boom’ de natalidad de los años inmediatamente anteriores. El primer semestre de 2014 siguió en esta línea (5.638 bebés), y la extrapolación daría, de entrada, un dato menor al de 2013.


En una de las plantas de maternidad del Infantil, coinciden en que las madres son menos jóvenes que antes, aunque también es cierto que durante muchos años fueron las inmigrantes las que bajaron la media de edad, ya que la tendencia entre las aragonesas (y las españolas) ya era retrasar la llegada de los hijos.


Las trabajadoras de la planta, la quinta, insisten en que por lo que ven pesan factores laborales (es difícil tener una situación estable en la década de los veinte) y también sociales, ya que las prioridades han cambiado.


"De momento, vemos bastantes mamás que estrenan maternidad entre los 32 y los 34 y también notamos que muchas familias siguen optando por tener, como mucho, dos hijos", explica la supervisora de esta planta, María Asunción Martínez.


El cambio de tendencia es una realidad con defensores y detractores. Como muestra, la decisión de Facebook y Google de incluir en las prestaciones médicas de sus empleadas (en Estados Unidos no existe un sistema público de salud como el europeo) la congelación de óvulos para, a su juicio, compatibilizar maternidad y desarrollo profesional.


En concreto, se ofrece a las mujeres el pago de la técnica (15.600 euros) además de otros 4.000 dólares al año en gastos de conservación. De esta forma alegan que se les da la posibilidad de decidir si sortean el ciclo natural de la maternidad para poder competir en sus carreras en igualdad con sus compañeros varones.