Lisch endulza el trámite

Con el CAI ya clasificado, el base decide con un triple estratosférico.
El Bamberg tuvo opción hasta el final

Jason Robinson lanza en suspensión ante Joshua Shipp.
Lisch endulza el trámite
aránzazu navarro

Fue un triple desde el quinto pino o más allá, un triple ganador. El marcador pintaba 74-74 y solo quedaban unos segundillos. Cuando la pelota quemaba, cuando el corazón galopaba y las muñecas se encogían, cuando se agotaba la que iba a ser la última posesión del CAI, Kevin Lisch se la jugó. O quizás se la hicieron jugar sus compañeros. Ninguno se ofrecía. Por acción propia o por omisión del resto, el caso es que se la jugó. Y enchufó un triple de bandera que dejaba prácticamente sentenciado el partido (77-74). Luego, los germanos pidieron tiempo muerto y se jugaron otro triple, que también enchufó Andreas Obst, aunque pisando. O sea, solo sumó dos puntos. O sea, la pifiaron y se inmolaron (77-76). Finalmente, con apenas décimas por jugar, hicieron falta sobre Robinson, que metió el primer tiro libre y el segundo lo tiró a fallar para no darle opción a otro tiro a los alemanes (78-76). Pero el tiro decisivo fue el de Lisch, en una acción que endulzó el trámite que se había ganado a pulso el CAI Zaragoza: llegar a la última jornada de la primera fase con el billete en el bolsillo para la Last 32 de la Eurocup, que no es moco de pavo. Las cosas solo se valoran cuando se pierden...


En contra de las previsiones, no hubo bostezos en el cierre del primer tramo de la Eurocup. Pese a que el objetivo clasificatorio se atrapó con brillantez hace una semana en Bolonia ante el Reggio Emilia, el CAI Zaragoza apeló a su vergüenza torera en los últimos 40 minutos de la primera fase. Hubo gotitas de arte, bastante valor para soportar la leña que repartieron los pivotes germanos, paciencia para aguantar un arbitraje impresentable, y pericia para decidir un final igualado. Como ven, no se puede hablar de aburrimiento pese a la intrascendencia del careo.


Los alemanes parecían desorientados incluso antes de saltar a la pista. Ni escucharon la relación nominal del ‘speaker’ David García en la presentación. Los jugadores del Brose Bamberg estaban haciendo corro, danzando un baile desconocido por estas tierras. Menos mal que su técnico, el italiano Andrea Trinchieri, chapurrea algo de español y les dijo a sus jugadores que había que comenzar a desfilar cuando por el altavoz se escuchaba el nombre de Daniel Schidt. Los anteriores (el grandote Bagaric, Thompson, Tadda, Theis y Wanamaker) ¡ni se enteraron de que los estaban presentando!


La modorra le duró un buen rato al Brose Bamberg, que en el primer cuarto solo buscó al gigante Dalibor Bagaric y no encontró ni a Bagaric ni a nadie. El CAI gobernaba el partido y el marcador sin necesidad de esforzarse. Con el talento de los jugadores de Joaquín Ruiz bastaba y sobraba para mandar con holgura. Los alemanes zurraban y los españoles jugaban. Tuvieron que transcurrir seis minutos para que el CAI cometiera su primera falta. Fue en ataque, obra de Llompart. La segunda, señalada a Jelovac, también fue en ataque. Lo dicho, el CAI no pegaba ni sellos en defensa. Solo con el inicial eficacia de Norel y la total eficacia de Jelovac se permitió llegar a la primera meta volante con varias ruedas de ventaja sobre el rival (21-14, minuto 10). En un partido tan plácido, solo la lesión de Goulding, que se torció el tobillo derecho, hacía fruncir el ceño en el horizonte del CAI Zaragoza.


No cambió el percal en el segundo acto. Andrea Trinchieri lucía una gafas ‘chic’ bien guapas, pero el técnico italiano no veía el partido: el juego del Brose seguía pivotando sobre un madero muy grande, sobre una estaca que no sabe

leer el baloncesto, como era Bagaric.


El CAI Zaragoza no necesitaba acelerar. Simplemente tenía que mover y esperar a que Bagaric hiciera falta en ataque o a que los tiradores alemanes fallaran uno tras otro desde la línea de tres puntos. Al descanso, el encuentro parecía ganado: 37-31.

Estopa

Después de haber cometido una docena de faltas, los árbitros decidieron señalar la cuarta falta a Bagaric. El balcánico se fue al banquillo y su equipo resucitó. El Brose dejó de mirar a su gigante y comenzó a pensar, a crear, a correr, a jugar un tercer cuarto de auténtico lujo. Strelnieks tomó la batuta, Shipp comenzó a ametrallar desde la periferia, Wanamaker encontró la calle de la velocidad, Theis mancillaba el aro. En un periquete, los alemanes le dieron la vuelta al partido con un tercer acto para enmarcar: 13-29 de parcial, para un global de 50-60 en la cota del minuto 30.


El público incluso silbó a su equipo, evidencia de que en Zaragoza no hay partidos ni minutos de la basura. El CAI se puso las pilas. En un santiamén se metió de nuevo en el partido con dos triples de Robinson (notable comparecencia la suya ayer) y Lisch. Los alemanes también dijeron presente. Así, en una interesantísima dinámica de acción y reacción, transcurrió un último cuarto muy emocionante, resuelto por un canastón estratosférico de Lisch. Sí, hoy es el momento de pensar en el Last 32, en los rivales (Virtus Roma, Volvogrado y probablemente Cedivita Zagreb). Pero ayer, el Brose Bamberg y el CAI no aburrieron en los partidos que suelen ser aburridos, los de trámite. Unos, otros y Lisch lo edulcoraron en la despedida de la primera fase.