La gran ola

Hace 128 millones de años el Maestrazgo turolense era una llanura costera cuyo litoral sufrió un violento maremoto que fosilizó cientos de huellas de dinosaurio.

La gran ola
La gran ola

Había entonces un mar. Donde se extiende ahora la sierra del Maestrazgo turolense, el paisaje era muy diferente hace 128 millones de años. Para empezar, las placas tectónicas de la Tierra aún estaban relativamente unidas, "se estaba separando el Atlántico Central y del Norte, y teníamos junto a la Península los que actualmente es Terranova (Canadá) y estábamos junto a Norteamérica. El agua entraba hasta lo que hoy en día es el sur de Teruel, en forma de lagunas marítimas, y el paisaje era también muy diferente;por lo que hemos estudiado era bastante desértico", describe Carlos Liesa, profesor titular de Geodinámica Interna de la Universidad de Zaragoza (UZ), coautor del artículo recién publicado en el prestigioso ‘Sedimentari Geology’ y que firman también Rocío Navarrete, investigadora del área de Estratigrafía; Diego Castanera, investigador del área de Paleontología (los dos del departamento de Ciencias de la Tierra de la UZ); así como Ana R. Soria (de Estratigrafía), Juan P. Rodríguez-López (de Geológicicas de la Complutense de Madrid) y José Ignacio Canudo, del grupo Aragosaurus de la UZ. Un artículo en el que se demuestran por primera vez las consecuencias de un tsunami que tuvo lugar hace millones y millones de años y que fosilizó cientos de huellas. "No es fácil decir algo por primera vez –reconoce Rocío Navarrete–, pero es la única explicación.

En realidad, no buscábamos huellas en esa zona, sino que queríamos estudiar los perfiles estratigráficos para interpretar los sedimentos". Pero dieron con las huellas y al analizarlas comprobaron que estaban rellenas de un material muy diferente: lo habitual es que sea arena fina y materiales de roca, pero en las que jalonan la carretera junto a Miravete de la Sierra no solo había un número enorme de huellas, sino que además el material había sido traído de fuera y no coincidía con el de otros estratos del lugar. "Conforme fuimos trabajando de norte a sur nos dimos cuenta de que ese perfil se extendía a lo largo de kilómetros, lo que es muy extraño", continúa Navarrete.


Congelado en el tiempo


¿Qué pudo haber sucedido para que a lo largo de hasta siete kilómetros los estratos presenten esa circunstancia?Ahí fue cuando Carlos Liesa pensó por primera vez en un tsunami. "Hace falta un proceso muy concreto para mover tanto material. Y en una costa un proceso parecido sería un tsunami". No es posible saber dónde tuvo lugar, pero sí es evidente que hubo un gran terremoto en el mar que bañaba lo que ahora son tierras turolenses, y que provocó un gran tsunami que engulló parte de la costa. "Por las huellas sabemos que dejaron su pisada tres tipos distintos de dinosaurios:  saurópodos, ornitópodos y terópodos, estos últimos carnívoros. Lo apasionante de este conjunto de huellas es que nos pueden explicar muchas cosas, abre la puerta a investigaciones que durarán años", avanza Diego Castanera. "Primero, resulta novedoso encontrar en el mismo yacimiento a estos tres grupos. ¿Significa esto que convivían juntos, lo que cambiaría muchas ideas?". El paisaje quedó tras la poderosa ola congelado en el tiempo, y quedaron grabadas, además de las pisadas, las estrías de la piel de los grandes saurios. "Estudiando la orientación de las estrías y poniendo los huesos podemos interpretar cómo andaban, por ejemplo, cómo movían los pies y los brazos. Se trata de una investigación que comienza ahora pero que llevará años".


La Paleontología es una ciencia repleta de puertas que dan lugar a nuevos descubrimientos y un buen ejemplo son esas protuberancias que el equipo de la UZ estudia en la zona de Aliaga y Miravete. Algunos se preguntan cómo puede estar una huella en una pared vertical "y la respuesta está en que en su momento ese terreno era plano, pero posteriormente se fueron plegando, conforme se movieron las placas y chocaron entre sí, elevándose entonces las montañas –destaca Carlos Liesa–. Hasta finales de los años noventa no se estudiaron esas protuberancias, se creía que eran ‘huellas de caja’, simples marcas que deja la arcilla en la arenisca debido a su mayor densidad. También se creía hasta hace 20 años que esta zona de Teruel era fluvial y no marítima;ahora vemos que la laguna es costera, y cada descubrimiento permite interpretar de nuevo los hallazgos".


Resulta muy difícil determinar cómo fue el terremoto, dónde afectó y el alcance total del tsunami posterior. Sí se puede, sin embargo, comparar las características del suelo de Miravete con otras zonas del Pacífico que han sido afectadas recientemente por tsunamis; así, se han visto arrastres similares producidos por olas de entre 50 centímetros o un metro de espesor. "Cuando se habla de tsunami se piensa en una ola gigantesca de varios metros de altura, pero en el supuesto de Miravete no tiene por qué ser así –sostiene Rocío Navarrete–. Creemos que en este caso la ola no sería excesivamente grande, más bien se vio condicionada por la orografía del terreno". Y Carlos Liesa explica cómo tuvo lugar el arrastre de materiales:"La altura tuvo que ser lo suficiente para saltar la barrera de arena, y el terreno era totalmente plano, por lo que el agua no perdió velocidad.


En la mayoría de tusnamis los depósitos suelen ser como mucho de un metro de altura, y aquí son de tres metros. ¿Por qué se acumularon aquí tantos depósitos?Porque la mayoría de costas suben, tienen pendiente, pero aquí la orografía era diferente:tras la barrera de arena llegaba una zona deprimida y, seguidamente, otra muy plana. En 2004, en el tsunami que afectó al Índico, se han visto depósitos muy similares en Sumatra, cuando las olas arrastraron materiales en un lago". Por otro lado, Navarrete ha detectado la escasa vegetación que había en la zona hace 128 millones de años, "y el agua encontró pocos obstáculos que le sirvieran de freno".