De 'Españoles por el mundo' a la celda de una cárcel brasileña

Un programa de La 1 permitió a la Fiscalía localizar en Salvador de Bahía a un acusado en rebeldía. Diez minutos en pantalla le han costado ya casi 3 años en prisión

De 'Españoles por el mundo' a la celda de una cárcel brasileña
De 'Españoles por el mundo' a la celda de una cárcel brasileña
Oliver duch

La vida de Juan Carlos G. D. dio un vuelco el 9 de marzo de 2010, día en el que fue entrevistado por el programa de La 1 ‘Españoles por el mundo’ para el especial dedicado a Salvador de Bahía (Brasil). Fueron hasta ocho los compatriotas que aparecieron en aquella emisión, que tuvo un share del 13,1% y fue seguida por 2,5 millones de espectadores. Pero fueron los diez minutos dedicados a este hostelero de origen madrileño con pasado aragonés los que centraron la atención de la Fiscalía. No podía ser de otra manera, ya que este hombre había sido declarado en rebeldía en 2008 por el Juzgado de Instrucción número 6 de Zaragoza al no comparecer en un juicio en el que estaba acusado de los delitos de prostitución y detención ilegal.


Al saber por este programa que se encontraba viviendo en la capital carioca, el ministerio público solicitó una orden de extradición que se tradujo en el arresto inmediato del supuesto fugado. Tras pasar más de dos años y medio encerrado en una penitenciaria brasileña, a finales de octubre fue trasladado a la prisión madrileña de Soto del Real para ser juzgado por la Audiencia Provincial de Zaragoza. Sin embargo, en cuanto supieron de las singulares circunstancias del caso y de su repatriación, los magistrados encargados de enjuiciarle ordenaron su puesta en libertad hasta la celebración de la vista. Entre otros motivos, porque otras dos personas se habían sentado ya en el banquillo por estos mismos hechos y habían sido absueltas.


La excarcelación debería haber alegrado a Juan Carlos G. D., pero no hizo más que complicarle aún más la existencia. Porque las autoridades brasileñas le enviaron a España con lo puesto: sin dinero ni documentación ni maleta. Y como no tenía a nadie a quien recurrir, este hombre se encontró de repente en la calle, sin posibilidad de regresar a Salvador de Bahía –donde tiene mujer y dos hijas– y condenado a la indigencia. "He llevado la misma ropa durante casi mes y medio, he dormido en la calle y he comido lo que han dado", se lamentaba ayer en los pasillos de la Audiencia Provincial.Porque fue este viernes cuando por fin se celebró su juicio.


Como sucedió cuando se enjuició a los otros dos acusados, el tribunal no pudo escuchar a la chica que denunció haber sido explotada sexualmente en un chalé de la capital aragonesa, ya que tampoco esta vez se presentó a la vista. Cuando declaró en comisaría por estos hechos, que se remontan a 2004, la chica aseguró que tanto a ella como a otras compañeras las encerraban durante el día en una habitación y les prohibían salir a la calle. Para impedírselo, dijo, sus supuestos captores conectaban una alarma y tenían a dos perros vigilándolas. Pero nada de esto pudo ser confirmado, ya que ni ella ni otras dos jóvenes que habían sido llamadas como testigos comparecieron en el juicio.La Fiscalía pide 7 años de prisión

Cuando la Fiscalía preguntó ayer al acusado por su relación con la denunciante, su respuesta fue rotunda: "Nunca la he visto ni sé quién es", aseguró. Según su abogada, Begoña Heras, a este hombre se le ha sentando en el banquillo "únicamente por arrendar el chalé donde estas mujeres vivían". "No le voy a mentir. Yo creo que allí se ejercía la prostitución. Pero le puedo jurar que en esa casa nunca hubo nadie encerrado ni a nadie se le obligó a hacer nada contra su voluntad", manifestó Juan Carlos G. D. Este aprovechó para manifestar que "nunca" intentó fugarse ni eludir la acción de la Justicia. "Yo me fui a vivir a Salvador de Bahía y me inscribí legalmente en el consulado. Allí voté y allí me enviaba Hacienda sus comunicaciones.


También podían haberme localizado para citarme a juicio, pero nadie lo hizo", se quejó, ya que considera que ese "error" le ha costado un sin fin de penurias.


Pese a que la denunciante no acudió a ratificar su declaración, la Fiscalía decidió mantener la acusación contra el hostelero, para el que pide siete años de prisión. Consciente de la situación de su cliente y dada la escasa carga probatoria que existe contra él, la defensa pidió una sentencia absolutoria in voce, pero el tribunal le dijo que no podía hacerlo.Eso sí, se comprometió a tener el fallo en una semana.