Sólo uno de cada cinco casos de maltrato a ancianos sale a la luz y la mitad denuncia

La mayoría se da "en el contexto familiar", mientras en el ámbito residencial hay "importantes avances en modelos de atención integral" para "cuidar bien".

Una residencia de ancianos.
Una residencia de ancianos.
Aránzazu Navarro

El maltrato a personas mayores es un gran desconocido, aunque sucede y, según la Organización Mundial de la Salud, "es un problema importante de salud pública". No solamente existen "pocos estudios" acerca de este fenómeno, sino que también hay "poca información en cuanto a su magnitud", según la especialista soriana Teresa Plaza Marina, máster en Salud Mental en las Ciencias Humanas y Sociales, especialista en Neurología y Demencias y postgrado en Alzheimer.


La también miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla y León menciona que apenas ve la luz "un 2%" de los casos (uno de cada cinco), y de ellos "sólo la mitad concluye con una denuncia formal". En cuanto a los estudios, se deduce que en todo el país habría "entre 320.000 y 400.000 personas maltratadas" mayores de 75 años, entre el 4-5%. Sin embargo, "se sospecha que esta proporción sólo es una parte muy pequeña, la punta del iceberg".


Plaza explica que la mayoría de malos tratos tiene lugar "en el contexto familiar" y "están asociados a la necesidad de asistencia para las actividades cotidianas". Sin embargo, recuerda que la Red Internacional de Prevención del Abuso Contra los Ancianos define el maltrato como "cualquier acto único o repetido, o la falta de medidas apropiadas, que se producen dentro de cualquier relación donde existe una expectativa de confianza, y que causa daño o angustia a una persona mayor". Por eso "podemos deducir que puede darse en cualquier ámbito".


En cuanto al espacio residencial, la especialista indica que este aspecto "varía mucho". En cualquier caso, incide, los factores que pueden favorecer el maltrato en este entorno serían "la falta de personal formado o la sobrecarga de trabajo". Sin embargo, como profesional menciona que es precisamente en este campo donde se pueden encontrar "importantes avances en todo lo contrario, en el ‘buen trato’". De esta manera, expone que algunos centros "trabajan desde hace años en modelos de atención integral que suponen, por una parte, una reflexión en torno a los cuidados y, por otra, un esfuerzo interdisciplinar para proporcionar una buena vida desde la atención profesional". Se trata de "modelos para cuidar bien".


En este sentido pone un ejemplo en Soria: "La labor de Antonio Valdenebro al frente de la Residencia Los Royales ofreciendo un cuidado integral y centrado en la persona es un ejercicio muy exitoso en la prevención de los malos tratos".Detección

Pero, ¿cómo se puede detectar el maltrato en ancianos? "El indicador mas sensible es la queja, la expresión de malestar por parte de la persona mayor", sentencia la especialista en Neurología y Demencias. Sin embargo, reflexiona, "cuatro de cada cinco casos no salen a la luz, es decir, que esa queja, en muchas ocasiones, no está presente porque la persona mayor no tiene información suficiente, porque su capacidad de comunicación es limitada, porque es oída pero no escuchada (a menudo confundimos la denuncia de una situación de maltrato con quejas asociadas a la vejez), porque existe desconfianza en los procesos jurídicos, porque hay miedo a las consecuencias de denunciar y, sobre todo, porque existe un importante desconocimiento del significado de conductas de maltrato que en las personas mayores son asumidas como una forma de vivir la vejez".


Los "indicadores de sospecha", en este caso, serían "los mayores aliados" para detectar la violencia contra los mayores. Pero "no se puede tratar aquello que se desconoce", así que la psicogerontóloga defiende la conveniencia de "difundir información que describa y defina los malos tratos" como el "mejor medio de prevenirlos y evitarlos".Factores de riesgo

Más que de un perfil de víctima y de maltratador, la especialista habla de factores de riesgo. En el primer caso "sabemos que con frecuencia es mujer, por encima de los 75 años, viuda o separada, con importante deterioro funcional y/o cognitivo que supone una alta dependencia de su cuidador en las actividades de la vida cotidiana, y que éste suele ser un familiar, también mayor, en torno a los 60 años que no entiende ni acepta el papel de cuidador". A menudo, indica, "presenta síntomas que dificultan y estresan al cuidador, como agresividad, insomnio e incontinencia; en caso de personas que viven solas es frecuente la situación de abandono". Los indicadores de sospecha, enumera, son lesiones físicas, mala higiene, malnutrición, episodios de deshidratación y plurimedicación, entre otros.


En el caso del maltratador, "frecuentemente suele tener parentesco con la víctima, con una relación previa de escasa comunicación o ausencia de afectividad, le cuesta asumir la responsabilidad de los cuidados, a menudo depende económicamente de la persona que cuida, suele tener historial de alcoholismo y/o enfermedad mental, con pocos contactos sociales y en las entrevistas suele presentarse suspicaz, hostil e irritable". Cuando se habla de cuidadores que maltratan en el ámbito institucional se trata de "personas con altos niveles de insatisfacción, frustración y malestar personal y profesional que generan falta de motivación, de empatía y de capacidad de entrega". En ambos casos "se da una situación de estrés en la interacción del cuidador con la persona cuidada".Tipos de violencia

La violencia contra los mayores engloba desde lo físico a lo verbal. Teresa Plaza destaca la existencia de tres grandes áreas de frecuencia. Por un lado, "el abandono, el aislamiento, el desamparo y la exclusión social". En segundo lugar, "la violación de los derechos humanos, de los derechos legales y de la salud". Finalmente descuella "la privación de sus opciones, de su toma de decisiones, de su gestión económica y de un estatus y, fundamentalmente, del respeto a su dignidad".


La especialista soriana evidencia que "la dignidad de la persona mayor significa que la entendemos valiosa en sí misma, que reclama ser tratada con consideración y respeto, tanto en la satisfacción de sus necesidades como en su consideración como ciudadana, y que nos obliga a su bien", es decir, "a tratarla bien, a procurarle bienestar en todas las áreas de su vida". Entiende que una de las formas de maltrato "mas perversa" es "reñir al mayor por sus síntomas, lo que equivale a reñir al mayor por ser mayor". En este caso "estamos hablando de violencia psicológica, de privación del respeto a su dignidad".


Todas estas acciones tienen "muchas y variadas consecuencias" sobre la víctima. Como explica la psicogerontóloga son tanto de carácter físico, -"lesiones por traumatismos, desnutrición, deshidratación, fracturas por caídas, úlceras por decúbito por negligencia, abandono o falta de cuidados, heridas por ataduras, abrasiones, quemaduras e intoxicaciones"-, como de carácter psicológico -"tristeza, trastornos emocionales, sufrimiento, depresión, ansiedad, ideación suicida, inhibición, somatizaciones y pseudodemencias"- y de carácter social -"aislamiento físico, psicológico o social"-. Se calcula que los ancianos víctimas de maltrato "tienen una probabilidad de morir dos veces mayor a los que no lo sufren".


Desde la psicología existen varios campos de acción para asistir a las víctimas, "todos ellos de gran importancia". El primero, "la prevención a través de la lucha contra los estereotipos y las creencias culturales". En segundo lugar, "la detección en la identificación de los diversos tipos de maltrato". Finalmente, "la intervención con las víctimas de violencia proporcionando la ayuda para superar las consecuencias psicológicas del maltrato sufrido".Sin reconocimiento social

Paradójicamente, en una sociedad cada vez más envejecida los valores de la ancianidad cada vez tienen menos peso y parece una etapa caduca en la que a la persona no se le tiene tanto en cuenta. Al respecto, Teresa Plaza reconoce que "hasta no hace mucho la persona mayor, el anciano, tenía reconocimiento social, ya que se consideraba garantía de transmisión de conocimientos y tradiciones". Sin embargo, "los cambios sociales y la implantación de nuevos valores como la juventud, la salud, y la belleza, han desplazado al mayor, que reúne todas las características que en la actualidad resultan molestas y que preferimos no contemplar, en la ingenua creencia de que con no verlas las hacemos desaparecer de nuestras vidas". En este contexto, "aparecen la falta de respeto, los prejuicios contra el mayor y una actitud social negativa hacia el anciano", en definitiva, "prejuicios y estereotipos sobre las personas mayores que se traducen en actitudes irrespetuosas y maltrato emocional", así como "el maltrato ejercido desde los gobiernos e instituciones, a través de políticas discriminatorias hacia los ancianos, que se hacen patentes en la falta de recursos para cubrir sus necesidades".


La especialista soriana hace referencia al psicólogo Myers, quien "nos dice que es el propio bienestar, como filosofía, el que da poder a los ancianos". El objetivo, en cualquier caso, "es trabajar para que la persona mayor sea enérgica y cree el tipo de vida que ella desea, en vez de limitarse a reaccionar ante las circunstancias de la vida".

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