VUELOS BARATOS

Vuelo con anuncios

Viajar en avión es un acto democrático. Atrás quedan las elevadas tarifas que las líneas aéreas ofertaban (lo de oferta es un decir) a sus pasajeros hace una veintena de años, cuando por los aeropuertos solamente se veían gentes de elevado poder adquisitivo. El resto de los mortales se conformaba con medios de transporte más ajustados a su presupuesto. La irrupción en el mercado aéreo de las compañías de bajo coste arregló este desajuste y puso el cielo al alcance de todos. Pero, como en todos los órdenes de la vida, una vez bien acostumbrados los pasajeros quisieron más. Mejor dicho, menos (precio).


Así que las líneas aéreas se pusieron manos a la obra y, tijera en ristre, comenzaron a dilucidar cómo abaratar los billetes. Facturación por Internet, supresión de algunas comidas a bordo u ofertas de última hora fueron iniciativas bien acogidas por los usuarios. Otras ideas, como cobrar por ir al baño a bordo o introducir una tasa por sobrepeso, nunca vieron la luz. Y es que los viajeros no están dispuestos a cualquier cosa con tal de volar a bajo precio.


El Observatorio de Vuelos, un espacio creado por un comparador de vuelos por Internet, realizó una encuesta ‘on-line’ entre los usuarios de su servicio para conocer su nivel de renuncia para abaratar el precio del billete de avión. Los resultados fueron tan sorprendentes como que dos de cada tres viajeros aceptarían demostraciones comerciales a bordo o llevar publicidad en su equipaje. O que al 85% no le importaría ser transportado hasta el avión en el autobús a pie de pista en vez de acceder a él a través del tradicional ‘finger’ o pasillo desplegable. En total, el 94% estaría dispuesto a hacer pequeñas, o no tan pequeñas, concesiones.


"El fenómeno ‘low cost’ hace que la gente entienda que puede recibir un menor servicio por un menor coste". Quien así habla es Diego López Salazar, director general de Mirayvuela.com, la página web que promovió la encuesta con la intención de saber en qué punto de esa reducción de servicios o inserción de iniciativas los viajeros decían ‘hasta aquí’.

Oportunidades empresariales


Con los resultados en la mano, López Salazar destaca la disposición del 69% de los encuestados a asistir a presentaciones comerciales durante el vuelo. En este aspecto, la compañía irlandesa Ryanair es experta, "hasta tal punto que se pasan casi todo el viaje intentado venderte algo", asegura el director general de Mirayvuela.com. Esta iniciativa abre todo un mundo de oportunidades a muchas empresas, que pagarían dinerales por tener a 200 personas, sin posibilidad de marcharse a ningún sitio, atendiendo a una demostración de sus productos.


Más datos. Según esta peculiar encuesta, el 78% de los viajeros ‘pasearía’ publicidad de la aerolínea en su equipaje, en forma de adhesivos en las maletas o bolsos, durante un determinado periodo de tiempo. Uno de cada cinco aceptaría no poder facturar, el 27% asumiría que el avión solamente volase si dispusiera de una ocupación mínima previamente definida (con la incertidumbre que eso conlleva), y hasta el 18% estaría dispuesto a volar en un aparato sin ventanillas.


En este punto del sondeo, Diego López Salazar hace una matización. Técnicamente hablando, un aparato de estas características sería mucho más barato de fabricar, precisamente porque uno de los aspectos más delicados desde el punto de vista de la aerodinámica de un avión lo conforma precisamente ese pequeño cuadrado por el que nos asomamos al mundo desde las alturas. "El viaje sería angustioso para la mayor parte del pasaje, la gente prefiere ver por dónde pasa", asegura.


Más polémica está generando la última idea lanzada por Ryanair, que admitió estar estudiando la posibilidad de quitar 30 asientos de algunos de sus aviones para reemplazarlos con una suerte de respaldos verticales, de forma que algunos pasajeros viajarían casi de pie.


"Los viajeros no estarían completamente erguidos, sino reclinados sobre unas barras, explica el portavoz de la aerolínea, Stephen McNamara. Traigan a su memoria la imagen de Hannibal Lecter en su camilla vertical en la película ‘El silencio de los corderos’. Pues sería algo así, pero sin máscara.

Arneses de seguridad

De ser aprobada esta iniciativa por los organismos reguladores del tráfico aéreo, el cambio se llevaría a cabo solamente en los aparatos que cubrieran trayectos cortos, de una hora a lo sumo, y por supuesto los pasajeros estarían sujetos con un arnés de seguridad. "Sería como viajar en tren o en un autobús lleno de gente", añade McNamara. ‘Gozar’ de uno de estos espacios de almacenamiento vertical durante el vuelo incrementaría en un 30% el número de personas transportadas en cada aparato, según estimaciones de la aerolínea, lo que supondría a su vez un descenso del 20% del coste del billete. Estudiantes o personas que viajen mucho quizá vean interesante la iniciativa, piensa el portavoz.


Pero las severísimas medidas de seguridad que tienen que pasar los aviones difícilmente darían por buena esta iniciativa, al menos por ahora. "El anclaje de los asientos de un aparato al suelo del mismo no es cuestión de un par de tornillos", asegura Diego López Salazar. Los asientos deben resistir una fuerza de 16 Gs (16 veces la gravedad en la superficie terrestre), lo que, a juicio de los expertos de la compañía fabricante de aviones Boeing, impediría configurar con seguridad la nueva cabina, independientemente de que los pretendidos arneses se amarraran al techo o al suelo.


Inasequible al desaliento, Ryanair ha abierto su página web al debate y pregunta a sus usuarios y al público en general si creen que esta iniciativa es viable. De momento ya han participado 50.000 personas y usted aún puede opinar al respecto en www.ryanair.com.


También tuvo la misma idea la compañía china Spring, que consultó al otro gigante mundial de la fabricación de aviones, Airbus. Para el constructor europeo, el proyecto es viable y seguro. Es más, al parecer la idea partió de sus oficinas. Hace tres años, Airbus sopesó la posibilidad de incorporar una sala de viajeros de pie en sus aviones para vuelos no superiores a las dos horas. Dos aerolíneas japonesas rechazaron la oferta y el proyecto se archivó. Ahora sale de nuevo a la luz, aunque pasará tiempo antes de saber si estos asientos son por fin una realidad o el plan vuelve a quedarse en el aire. Nunca mejor dicho.