REPORTAJE

Viejo para trabajar, joven para jubilarse

El aumento de la esperanza de vida, que supera ya en España los 80 años, ha dado al traste con el tradicional concepto de la vejez. Hoy en día una persona de 65 años puede tener todavía hijos a su cargo, estar pagando una hipoteca y no es considerado de ningún modo un anciano. Comenzamos a trabajar más tarde, nos independizamos más tarde y tenemos hijos más tarde, pero, ¿queremos jubilarnos también más tarde?

Llegan los sesenta y toca decidir. Jubilarse o no, esa es la cuestión. Para muchos dejar de trabajar representa una liberación personal que te permite descansar y cultivar tus aficiones. Para otros, sin embargo, viajar a Benidorm en noviembre o jugar a la petanca un lunes por la mañana no resulta tan atractivo. La temida pregunta “¿qué hago ahora?”, se repite por igual entre los que ven el retiro laboral como una bendición y para los que representa una amenaza de exclusión social.

A sus 62 años, Lorenzo Mata se ha levantado cada mañana desde 1973 para acudir a su trabajo de administrativo en la bodega vitivinícola Virgen del Águila de Paniza. Sin embargo, con el nacimiento de Iker, su primer nieto, ha decidido que ya es hora de dedicar más tiempo a su familia, olvidarse de las prisas o el reloj y pasar el testigo a las nuevas generaciones. Y es que sólo el 25% de los españoles mayores de 50 años estaría dispuesto a jubilarse con más de 64. Un informe de La Caixa publicado la semana pasada revela que al igual que Lorenzo, la mayoría de los españoles de edad avanzada no está por la labor de prolongar su vida laboral para salvaguardar el sistema de pensiones, como pretende el Gobierno.

El aumento de la esperanza de vida no va necesariamente ligado con un aumento en la calidad de estos años de más. El doctor Carlos Aibar, Jefe del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Clínico de Zaragoza, asegura que cada vez hay más enfermedades crónicas y la tendencia es que sigan en aumento. Por eso no cree que las nuevas medidas del Gobierno sean una solución definitiva. “Con la edad, disminuye la capacidad de reacción, empeora la vista y el oído, lo que puede representar un mayor riesgo de sufrir accidentes”. Conforme se va envejeciendo se tienen más achaques, van aumentando las bajas laborales y se va retardando el tiempo de recuperación, por lo que el absentismo laboral también es mayor.

El valor de la experiencia

A pesar de que la enfermedad o incapacidad física son algunas de las causas de jubilación en nuestro país, todas ellas se encuentran muy por debajo de la que, según el INE, es la principal razón de los españoles para dejar de trabajar: alcanzar la edad legal de jubilación. Sin embargo, definir la edad colectiva en la que uno deja de ser apto para ejercer su profesión es un proceso totalmente arbitrario. Por eso Ángel Cristóbal Montes, catedrático de Derecho Civil y Romano de la Universidad de Zaragoza, reivindica el valor de la “tercera edad”.

A sus 72 años, y tras casi 50 en activo, Montes se enorgullece de su título de catedrático emérito que le permite seguir en activo tras su jubilación en 2005. Después de escribir una treintena de libros y ejercer durantes varias legislaturas como diputado popular en las Cortes de Aragón, reconoce que se sintió dolido cuando los altos cargos de su partido le retiraron de la vida política en esta legislatura y asegura que dará clases hasta que le dejen, “aunque sea sin cobrar”. “El día que tuviera que abandonar mi actividad intelectual voluntariamente no podría entenderlo como una liberación sino como un tremendo castigo”, asegura.

En los trabajos en los que el esfuerzo físico no es lo determinante, retrasar la jubilación cuanto más se pueda y no imponerla a quien no la desee “es un acto de justicia y de capitalización”, subraya. “La vejez es la culminación de saberes y la decantación de lo aprendido, pero esta sociedad en la que vivimos no ve con buenos ojos a los ancianos porque está demasiado unida a los valores juveniles y la dinámica constante”.

Cambio de mentalidad

De igual manera se expresa el sociólogo Enrique Gastón, quien reconoce que el concepto que tenemos de la jubilación es marginador. “Lo ideal sería ir reduciendo el trabajo poco a poco, hacer menos horas pero seguir en activo. Aunque fuera una hora al mes o tres al año”. Todo parece apuntar que está será la tendencia en el futuro. Los expertos en la materia aseguran que debemos aprender a aprovechar el potencial de la gente mayor fomentando el denominado “envejecimiento activo”.

Aragón es una de las comunidades más envejecidas de España. Según el Instituto Aragonés de Estadística, la Comunidad cuenta con un 20,5% de personas mayores de 65 años frente a la media nacional que se sitúa en el 16,7%. Esto comporta un importante reto para los políticos en los próximos años. Requiere una revisión de los planteamientos vigentes y una serie de cambios que permitan promover una mayor adaptación de la sociedad a los nuevos tiempos. Para ello, Gastón propone un primer paso. “Al igual que planean los viajes del Imserso, deberían promoverse cursos de rejuvenecimiento para que los mayores cambiasen también su forma de pensar”.