NUEVOS ARAGONESES

"Lo único que quiero es volver a Gambia"

Algunos vecinos de la plaza de José María Forqué de Zaragoza se han volcado en ayudar a Kanjura Sissoho, un inmigrante africano que, debido a un grave accidente laboral ocurrido hace dos años y medio, se vio obligado a vender sus pertenencias y vivir en la calle

Kanjura Sissoho vive en las calles de Zaragoza desde hace dos años y medio. Un accidente laboral en la empresa de demolición en la que trabajaba le destrozó la pierna y, desde entonces, no ha podido encontrar otro empleo.


Kanjura nació en Gambia en 1959, pero hace 18 años vino a España para trabajar y enviar dinero a su madre y a su hermano discapacitado. "He trabajado como un burro", afirma, y seguiría haciéndolo si los siete clavos que lleva en su pierna derecha no le dificultasen caminar.


"Tenía de todo", indica apenado, recordando su coche y la casa de la avenida de Cataluña en la que vivía. Después del accidente, lo vendió todo y, cuando se quedó sin dinero, la casera le permitió quedarse tres meses sin pagar el alquiler. "Pero me fui antes de que me echara porque sabía que no podría pagárselo", indica. Desde entonces deambula por las calles de la capital sin papeles, ya que mientras dormía en el cruce de la avenida de Valencia con Goya alguien le robó el pasaporte "y doscientos euros que tenía para mandar a casa", los últimos ahorros que le quedaba.


"Ahora no tengo un duro", indica resignado y los únicos papeles que acreditan quién es son los que le dieron en el hospital después de haber estado ingresado tras el accidente, papeles que son la única forma de demostrar cuál es su nombre y una esperanza de recuperar algún día su identidad para volver a su país. "Cuando fui a denunciar el robo, la policía me dijo que sin mi pasaporte no podía hacerlo".


Algo de ayuda


Hace poco más de un mes, Kanjura se estableció en la plaza de José María Forqué, en el Casco Viejo de Zaragoza. Compartía la plaza con todo tipo de indigentes hasta que su forma de actuar llamó la atención de los vecinos y, en particular, de los dueños del bar María Morena.


"Mucha gente viene a esta plaza para estar borracho todo el día. Se meten con los viandantes y están tirados por los porches. Él no, él se sentaba en un banco y no molestaba a nadie ni pedía nada", explica Javier Bielsa, un vecino de la zona.


Los vecinos empezaron a hablar con él y conocieron su historia. "Nos contó que en el accidente cayó desde un séptimo piso y que las tres personas que estaban trabajando con él murieron", cuenta Pepe Toledo, cocinero y dueño del bar María Morena, donde Kanjura siempre encuentra algo caliente que llevarse a la boca. "No sé qué tiene, igual es por cómo se comporta, pero los vecinos se han volcado con él", explica Toledo. Mantas, ropa, comida… Kanjura está viviendo en la plaza de José María Forqué, donde ha encontrado gente que ha tratado de ayudarle. "Las dos primeras semanas tenía bolsas de ropa que la gente le había dado pero, al dormir en la calle, otros indigentes de la plaza se las robaron", recuerda Toledo.


Una mala noticia ha hecho que los vecinos empiecen a moverse más para que Kanjura recupere sus documentos. "Hace quince días, un amigo de Gambia me avisó de que mi madre había muerto. Ahora lo único que quiero es volver a mi casa en Gambia", afirma. "Estábamos dispuestos a hacer una recolecta en el barrio para sacar dinero y pagarle el billete de ida, pero sin pasaporte no puede ir a su país", comenta Toledo.


Ante la imposibilidad de ayudarle por esa vía, los trabajadores del bar han buscado otras opciones. "Un día que no nos movamos para buscar solución es un día más que él dormirá en la calle". "He hablado con su asistente social del Ayuntamiento, con Cáritas y con la Cruz Roja. Hasta ahora, donde más me han ayudado es en Cáritas, pero me parece increíble que no haya ayudas para una persona enferma en su situación", indica.


La pierna de Kanjura necesita curas habituales y mucho reposo para sanar, pero como no puede conseguir ese tratamiento y las condiciones en la calle son muy duras está empezando a tener problemas. "Si sigue así se le va a gangrenar", cuentan preocupados quienes le intentan ayudar. Además, es diabético de grado dos, pero obviamente no puede seguir una dieta buena para su enfermedad por la falta de recursos y de estabilidad social. "Cuando está muy mal lo llevamos a la Seguridad Social y allí lo atienden, le tratan durante un día o dos y de nuevo a la calle porque no pueden hacerse cargo de él, es normal pero ¿los servicios sociales no deberían intervenir? Ante todo, es un hombre enfermo", recalca Toledo.


Fuentes municipales indicaron que el inmigrante estuvo cinco días alojado este mes en el albergue municipal, donde no agotó el periodo de estancia que puede permanecer allí. En los expedientes sobre su caso no consta ninguna petición para volver a su país. Los servicios sociales tienen constancia de su estancia en Zaragoza desde 1999.