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Una piscina anclada en el pasado

La piscina más grande y veterana de Zaragoza, el Parque Deportivo Ebro (propiedad de la DGA), tiene unas instalaciones anticuadas. Algunos usuarios critican la falta de inversiones y otros defienden que es "un paraíso" muy tranquilo, en plena naturaleza.

Merendero viejo. Es una zona agradable con mucha sombra, pero hay mesas y bancos de piedra rotos, y crece mucha maleza.
Una piscina anclada en el pasado

Hace unos años, el Parque Deportivo Ebro era un lujo en Zaragoza: 13 hectáreas de zona verde, varias piscinas grandes sin aglomeraciones, pistas deportivas, césped, merenderos... Pero el centro -la única piscina de la ciudad propiedad de la DGA- ya ha cumplido cuatro décadas, hay instalaciones que apenas se han tocado desde su inauguración y los años pasan factura.

Un paseo por el Parque Deportivo Ebro es un ejercicio de nostalgia. Cada año hay menos usuarios y son más evidentes los problemas de mantenimiento: zonas verdes mal cuidadas, fuentes secas, mesas rotas, columpios oxidados, una piscina abandonada desde hace años, el restaurante cerrado? Muchos usuarios reconocen que faltan inversiones, pero otros, también, aseguran que es un centro muy tranquilo, en plena naturaleza.

"Para mí, esto es el paraíso. Las críticas son exageradas. Es cierto que se ha quedado un poco viejo, pero está limpio, es muy grande y tranquilo", afirma Lucía García, vecina de la Almozara de 63 años, que viene todos los días del año a nadar. "Vengo desde que se inauguró. Antes había mucha más gente que ahora, porque últimamente han abierto más piscinas en los barrios", añade.

Hace años, costaba encontrar mesa para comer en la zona del merendero. Ahora, los chavales de la asociación El Candil, que realizan sus colonias de verano en el Parque Deportivo Ebro, pueden elegir sitio. En una zona de sombra, sobre las mesas de piedra, hacen un taller de encuadernación. "Hace 15 años que venimos, es una maravilla. Hay mucho espacio, hacemos actividades al aire libre, los árboles dan mucha sombra, estamos tranquilos y las piscinas están muy bien. Las infraestructuras se han quedado un poco viejas. Y los jardines están descuidados, pero eso no es importante", afirma Clara Melero, de 59 años, coordinadora de la asociación.

Las láminas de agua están en buen estado. La piscina olímpica (cubierta en invierno) es la joya del Deportivo Ebro. Hay otras tres piscinas grandes (pero una está vacía cuando hay pocos usuarios), además de una infantil y otra de chapoteo. También hay una piscina abandonada desde hace años, junto a la olímpica.

"Vengo casi todos los días a nadar. Los trabajadores son extraordinarios, muy atentos. Pero las instalaciones están un poco dejadas, no sé si por falta de personal o por la crisis. Es una pena, no hay un sitio igual en Zaragoza", sostiene Manolo Bardají, de 62 años.

"Esta piscina era un referente en Zaragoza, venían unas 15.000 personas en fin de semana. Se han ido abriendo muchas piscinas en la ciudad y es lógico que baje el número de usuarios. Ahora tenemos menos de 1.000 entre semana, y cerca de 1.500 en fin de semana", explica Raúl Gil, director del Deportivo Ebro desde hace poco más de un mes. Reconoce que las instalaciones están un poco viejas. "Estamos haciendo labores de mantenimiento, pero en época de crisis no se pueden hacer grandes inversiones", afirma. Entre sus proyectos a corto plazo figuran mejorar el mantenimiento de las zonas verdes, la posibilidad de instalar riego por goteo y de hacer pistas de pádel. Y considera "fundamental" ahorrar agua y energía.