DESDE 1987

Una defensora de Zaragoza contemporánea

Fue de las primeras mujeres policía de la capital aragonesa, y cada año vuelve para honrar a las víctimas de la Casa Cuartel.

María José, con el uniforme que entonces lucía en la Policía Nacional, durante una Ofrenda a la Virgen.
Una defensora de Zaragoza contemporánea
M. J. S.

Llegó en enero de 1987, a la estación del Portillo, según ella, con "una maleta llena de ilusiones". Y no fueron defraudadas. Zaragoza fue su primer destino como Policía Nacional, convirtiéndose en una de las tres primeras mujeres en incorporarse al Cuerpo en la ciudad.


Junto a ella, también empezó Rosa Crespo, la zaragozana que este año falleció en el terremoto de Haití. Ambas estaban preparadas y expectantes. No eran las únicas. "Cuando empezamos a patrullar, con el uniforme, fue toda una revolución. Pero de forma positiva. Tanto en Jefatura como los ciudadanos nos trataron muy bien", recuerda.

 

Hace unos días, Mª José Sánchez volvió a Zaragoza -aunque ya no al Portillo, claro- desde su actual destino en Valencia. "Mi marido estaba enamorado del clima valenciano. Pero yo, por mucha niebla y cierzo que haya, no me hubiera ido". Acudió, como cada mes de diciembre, al aniversario del atentado contra la Casa Cuartel.

 

A Mª José le tocó curtirse en momentos muy duros. Solo dos días después de tomar posesión de su puesto, ETA atentaba contra un autobús militar en San Juan de los Panetes, donde murieron dos personas. "Fue durísimo. Cortamos el tráfico, acordonamos la zona? Fue mi bautismo de fuego", rememora con tristeza. Esas imágenes le acompañarían siempre. Tanto, que aún guarda un trozo de metralla de aquel día. "Está y estará siempre en mi escritorio, como un recordatorio. Llevaba horas como profesional". Meses más tarde, la desgracia quiso que ocurriera el ataque contra la Casa Cuartel de la avenida de Cataluña, muy cerca de donde Mª José vivía. Un nuevo mazazo y una experiencia que la agente califica de "devastadora". Por eso, cada año, vuelve a aquel lugar, a homenajear a las víctimas.

 

Tras su primera misión en Seguridad Ciudadana, su siguiente destino fue la comisaría de San José, que se estrenaba entonces, hace dos décadas, donde se dedicó a la lucha contra la droga. "Esos años, la incorporación de la mujer a la Policía resultó un revulsivo. Se vendía droga en la calle, y usaban a las mujeres para distribuirla, así que nosotras pudimos hacer cacheos, registros en casas. Se consiguieron éxitos importantes". Ya no abandonaría la investigación y, hoy, lleva once años en la Brigada Provincial de Policía Científica, el 'CSI' de la ciudad del Turia. "Se trata de descubrir lo que el autor de un delito ha tenido cuidado en que no se descubra. Es una labor intensa, pero gratificante", afirma.

 

Aun así, no ha sido su único trabajo. Ya instalada en Valencia, puso en marcha, junto a otros compañeros, la Asociación Ángeles Guardianes, la de los policías moteros, de la que lleva a gala portar el carné número 1. Hoy, son más de 3.200. El mundo asociativo no le era ajeno. En Zaragoza, años atrás, fue una de las fundadoras de la Casa Regional de Murcia en Aragón, que llegó a presidir. "Mi primer hijo nació en Murcia y se educó en Zaragoza. El segundo es aragonés, pero ha vivido siempre en Valencia. No puedo elegir", bromea. Si acaso, solo toma partido cuando el mayor, pivote en el equipo de balonmano Puerto Sagunto, se enfrenta al CAI Zaragoza. "En esos momentos, me sale la vena de madre, pero Zaragoza siempre será mi casa, mi raíz", concluye agradecida.

Estuvo entre los fundadores de los Ángeles Guardianes, la asociación de policías moteros.