TOROS

Un tostonazo de corrida

Tarde nodina en Madrid por culpa de los toros

El Juli le brindó su primer toro a la infanta Elena.
Un tostonazo de corrida
MANUEL H. DE LEóN/EFE

Corrida deslucida, aunque en una generosa repesca podrían salvarse el primero por su nobleza, aún con su acusada falta de brío; el quinto, que se movió, pero sin clase; y el sexto, que 'se dejó' sin más, faltándole también 'transmisión'.


Julián López 'el Juli', tres pinchazos, media y cinco descabellos (silencio tras aviso); y dos pinchazos, casi entera y dos descabellos (silencio).


Miguel Ángel Perera, estocada corta (silencio); y pinchazo, casi entera y dos descabellos (pitos tras aviso).


Cayetano Rivera, dos pinchazos, estocada que asoma y descabello (silencio); y pinchazo y estocada (silencio).


La historia se repite con una anodina corrida más de la Prensa. Un tostonazo de corrida. Fue culpa de los toros, que no dieron opción. Pero salvo el Juli en su primera faena, tampoco los toreros se pueden ir de rositas.


Tarde de lo más anodina por culpa de todos. Y eso sin buscar responsabilidades en los organizadores. Cada uno de los tres diestros llevó su lote de dos toros, que salieron saltando al ruedo sin respetar el orden de antigüedad de las ganaderías. Una barbaridad. Y en Madrid.


Antes de empezar asomó una enorme pancarta en los altos del siempre crítico tendido 'siete' advirtiendo de tal anomalía de alterar el orden de lidia, preguntándose con rotundidad: "¿A quién defiende la autoridad?". Pues eso.


Dicho queda que fue el Juli la única excepción en la tarde, por actitud y talento en el toro de 'La Quinta' que abrió plaza. Toro noble pero excesivamente soso, sin ninguna 'transmisión'. Las fuerzas muy justas, embestía casi andando, tragándose los muletazos de uno en uno, y para ello había que perderle también al menos un paso entre pases.


El Juli lo entendió a la perfección, haciéndolo poco a poco a base de medirle mucho las fuerzas. Muletazos aislados al principio alternando las dos manos con suavidad y mimo. Y por fin, con el toro ya apuntalado, una tanda a derechas bajándole la mano, llevándole muy sometido y obligándole hasta muy atrás. Ahí 'rompió' la faena. Fue la hondura.


Lo demás hasta el final, en ese aire. Estuvo el Juli sentido, pausado, gustándose y gustando mucho. 'Pulseó' también lo justo para fijar y seguir tirando de una embestida cada vez más perdida y cansina. Los remates por bajo, los pases de trinchera y un cambio de mano por delante tuvieron su aquel. Una delicia de toreo.


Pero llegó la hora de matar y aquello se precipitó por el abismo del fracaso más descomunal. ¡Hasta nueve agresiones entre espada y descabello necesitó el hombre para deshacerse del animal!


Contada la primera faena, el resto del festejo no merece la pena. Bastante con lo que hubo que aguantar en la plaza como para recordarlo ahora. Mansedumbre y sosería, brusquedad y falta de clase, invalidez y cortos recorridos. Ni un toro claro de triunfo. Y enfrente unos toreros sin el mínimo compromiso de arreglar aquello.