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Un paseo con mucha imaginación

Los tradicionales trajes de pirata fueron todo un recurso, aunque rivalizaban en número con los de personajes de dibujos animados.
Un paseo con mucha imaginación
TONI GALÁN/A PHOTO AGENCY

A sus diez años, Clara Acosta se convirtió en la estrella del carnaval por perder la cabeza. Mejor dicho, la llevaba en la mano, decapitada, por lo que su padre Manuel le conducía con la otra. No dejó a nadie indiferente con su vestimenta de cine 'gore'. Todo el mundo se giraba y algunos niños hasta se asustaban. "La cabeza la hicimos en casa con papel de periódico y cola", explicaba el orgulloso padre, mientras la niña miraba a través del pañuelo que ocultaba sus verdaderos ojos bajo la camisa.


Clara se abría paso en la concentración de carritos en que se convirtió ayer al mediodía el paseo de la Independencia, lo que garantizó que centenares de niños disfrutaran ayer de la fiesta. Aunque también podía parecer un congregación de fans alrededor de estrellas, ya que el número de cámaras y videocámaras casi igualaba al de niños. Todos los padres, ansiosos por retratar a sus vástagos. "Javier, gírate, que no sales en la foto", le espetaba su madre tras varios intentos por lograr la foto con un dragón de fondo.


Pese a las dificultades de visión, la niña decapitada pudo seguir la evolución de la cabalgata infantil, que partió un poco antes del mediodía de la plaza de Aragón. Este año acudieron los franceses de la compañía Youplaboum, que con sus marionetas gigantes sorprendieron a más de uno e infundieron miedo hasta a Jorge, un vaquero que se ocultaba al paso del gigante dragón. No era para menos, porque se comía a los actores y luego echaba humo por la boca. Sin embargo, Rubén lo saludaba muy afectuoso, tal vez por ir de cocodrilo y ser un pariente lejano. "No me da miedo porque es un dragón algo raro. La verdad, me gustaba más el que iba delante", señaló en dirección a otra de las marionetas, que provocaba más de un susto y muchas risas al casi barrer con su cola las cabezas del público.


Los disfraces de superhéroe clásico fueron el recurso fácil para muchos padres, aunque otros decidieron llamar la atención. Este fue el caso de Rafael Ayerbe, quien decidió convertirse por unas horas junto a su hijo Martín, de cuatro años, en el dibujo animado de moda de la temporada, Bob esponja. "Es casero total. Lo hice en la empresa con cartón pluma y lona en una hora y cuarto", explicaba con una sonrisa.


También hubo mucho pirata, hadas madrinas y hasta un niño avispa, con aguijón incluido. Todos se arremolinaron en la plaza de España para escuchar el pregón, a cargo de los ocurrentes vizcondes de la Morcilla, personajes renacentistas rescatados por el grupo de animación PAI. En el escenario, superhéroes y villanos intentaban solucionar a mamporros si se suspendía o no el carnaval, como pretendían doña Desidia y su hermano, el varón Tostón. "¡Este año, os quedáis sin carnaval!", gritaban al público, que muy soliviantado y seguro respondía a gritos "¡¡¡no!!!".


Hasta un grupo de pingüinos de fieltro decidió pasearse ayer al mediodía por Independencia, aunque no desentonaban. El frío acompañaba, por lo que estaban en su ambiente.


Helados se quedaron los Gigantes y Cabezudos, ya que su único ropaje adicional para combatir las bajas temperaturas se reducía a las máscaras venecianas que lucían sobre sus conocidos rostros.


También llevaban antifaces, aunque en este caso de cartón, cientos de padres y niños gracias al reparto masivo que hizo un grupo de voluntarios para que todos pudieran volar con la imaginación.