DORMIR EN EL CIRCO

Un hotel entre acróbatas y payasos

Un nuevo hotel ha llegado a la ciudad. Se trata de un carromato de 1939 propiedad del circo Raluy, que, por 200 euros la noche, permite a sus clientes sumergirse en la vida circense.

Vista de las dos literas.
Un nuevo hotel llega a Zaragoza
ESTHER CASAS

La caravana del circo Raluy ha llegado a Zaragoza, donde repartirá su clásica magia en la carpa instalada en vía Universitas. Una fila de vehículos interminable donde se alojan los artistas. Todos excepto uno, que ha aparcado en la ciudad vacío, en busca de ocupante.


Se trata de la última iniciativa del espectáculo itinerante. Un hotel que permite a sus hospedados experimentar la vida circense desde su interior. “Los clientes tienen derecho a moverse por nuestras instalaciones libremente. Además de incluir una entrada de palco para presenciar el show, pueden ver los ensayos, entrar al backstage e interactuar con los artistas”, explica William Giribaldi, productor ejecutivo del espectáculo ‘El saltimbanqui’ y destacado miembro de la troupe.


El carromato, construido en el Reino Unido en 1939, tiene capacidad para cuatro personas. Una circunstancia que los hace idóneo para alojar una familia. “Generalmente vienen padres con sus hijos. A los niños les encanta el mundo del circo, levantarse y sentir que forman parte de él. Los fines de semana, incluso, les dejamos que participen en los ensayos junto a los chicos que forman parte del espectáculo. Y luego ya no quieren irse”, bromea Giribaldi.


Pese a sus 72 años, la caravana, restaurada por el equipo del Raluy, se encuentra perfectamente equipada. Solo en sus paredes se pueden encontrar vestigios de una vida tan longeva. “Hemos respetado la gran mayoría de su equipamiento original. De hecho, posee todavía las lámparas de petróleo y de gas que la iluminaron antes, aunque ahora funciona todo mediante instalación eléctrica”, explica Giribaldi. Y es que no le falta detalle alguno de una habitación de hotel estándar: televisión, minibar, calefacción eléctrica…


“Solo hemos realizado un cambio importante. Originalmente, tenía una especie de comedor en uno de los extremos del habitáculo, el cual hemos sustituido por un baño con plato de ducha”, relatan desde el circo. Una habitación principal, dos literas extraibles y una sala de estar proveída de un sofá completan el reparto de espacio, aprovechado hasta el último centímetro y que respeta al máximo su decoración original.


La iniciativa trata de mantener la fantasía que siempre ha rodeado al denominado mayor espectáculo del mundo. Un espíritu, el de conservación de la vieja tradición, que es santo y seña del circo Raluy y que se refleja a la perfección en sus llamativos carromatos, fabricados entre finales de 1800 y 1970. Una idea romántica que ahora se coloca al alcance de los zaragozanos, aunque sea solo por un día.