ESPACIO

Un misil de Estados Unidos derriba a uno de sus satélites espías con riesgo de esparcir productos tóxicos

El satélite de la Oficina Nacional de Reconocimiento, una de las agencias de espionaje de EEUU, había dejado de funcionar de manera apropiada y se esperaba que cayera a tierra.

Estados Unidos llevó este jueves a la práctica sus anunciadas intenciones de destruir un satélite espía defectuoso, de cara a prevenir la futura y posible incidencia que su taque de combustible tóxico pudiese tener en la Tierra, especialmente entre la población. Desde el Pentágono, se calificó de "éxito" esta operación, aunque desde Pekín, a quien Washington había criticado por un lanzamiento similar, se reclamó más datos de este suceso y se confirmó el seguimiento de los posibles daños que esta acción haya podido causar. Como en China, los rusos temen que pueda tratarse de una puesta a prueba del escudo antimisiles estadounidense.


Tras esperar al aterrizaje del Atlantis, un misil SM-3 fue lanzado finalmente a las 22.26 del miércoles en los relojes locales (madrugada del jueves en España) desde un buque de guerra de la US Navy situado al noroeste de Hawaii. Al parecer, los artilleros solo dispusieron de diez segundos para lanzar el misil con garantías de impacto.


El objetivo era hacer diana en su satélite espía, potencialmente dañino para la población si llegase a ingresar en la atmósfera a primeros de marzo debido al combustible tóxico que porta en sus tanques. Fuentes del Pentágono calificaron de "éxito" el primer derribo por parte de Estados Unidos de un objeto en el espacio, aunque el vicepresidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor, James Cartwright, precisó que aún habrá que esperar uno o dos días para confirmar al cien por cien la destrucción sin incidentes del depósito de gasolina. "Desde nuestra posición, puedes lanzar una estimación porque no hay certeza absoluta", explicó ante los periodistas.


El satélite pesaba alrededor de 2.270 kilogramos, equivalente al de una gran furgoneta, y se encontraba 283 sobre la Tierra moviéndose a 27.400 kilómetros por hora. "Debido a la relativamente baja altitud del satélite en el momento del impacto, los residuos comenzarán a entrar en la atmósfera inmediatamente", se señaló desde el Pentágono. De esta forma, según informaciones de la CNN, hasta 40 días estaría entrando esta basura espacial al planeta, piezas "no más grandes que un balón de fútbol", detalló Cartwright.


Pese a que el satélite lleva en el espacio desde diciembre 2006, pronto se perdió contacto con él y, en consecuencia, no quemó todo el combustible que portaba. Por esta razón, el presidente estadounidense, George W. Bush, decidió tras reunirse con expertos y autoridades militares optar por este plan de choque sin precedentes que, según estimaciones aparecidas en los medios locales, podía haber costado alrededor de 60 millones de dólares.

China, al tanto

Hace poco más de un año, China destruyó uno de sus satélites meteorológicos en desuso, lo que recibió las críticas de Washington por haber provocado unos 150.000 fragmentos de basura espacial, según estimaciones de la NASA, que calcula en torno a las 2.600 las que cuentan con un tamaño considerable. Tras el último lanzamiento norteamericano, Pekín ha devuelto la moneda y en boca del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Liu Jinchao, pidió a Estados Unidos "que cumpla con sus obligaciones internacionales y suministre cuanto antes a la comunidad internacional la información necesaria para que los países implicados puedan tomar medidas". Asimismo, el Ejecutivo chino afirmó que está siguiendo muy de cerca los posibles daños que esta destrucción del satélite espía pueda provocar.


Además, desde Rusia se aludió a esta destrucción como un posible ensayo del escudo antimisiles. Ya el sábado, el Ministerio de Defensa de Moscú expresó su preocupación de que Washington encubriese bajo la eliminación de su satélite el ensayo de un nuevo tipo de armamento estratégico.