consumo de cáñamo

Un coffee shop en plena Zaragoza

Llevan 15 años compartiendo marihuana en Aragón. Desde 2005, tiene un bar donde se reúnen y pueden consumir hasta dos gramos diarios de cannabis para fines lúdicos. A pesar de las demandas, la justicia sigue diciendo que no cometen ningún delito.

Sede de la SECA en Zaragoza
Sede de la SECA en Zaragoza
SECA

Llevan 15 años compartiendo marihuana y desde hace poco más de cinco, lo hacen en un bar en la calle López Allué. Allí se reúnen y pueden consumir hasta dos gramos diarios de cannabis para fines lúdicos. «Los que lo necesitan por razones terapéuticas, pueden pedir cinco gramos», cuenta Alfonso de la Figuera, presidente de la Sociedad de Estudios del Cáñamo de Aragón (SECA).


Entrar en la sede de esta asociación es como estar en un coffe shop. Se pueden comprar cervezas, patatas, fumar tabaco y marihuana. Se encuentra a gente de todo tipo. Desde mayores de 60 hasta jóvenes de 18 años. Los menores de edad no puede entrar.


Hombres, mujeres, personas en traje, con rastas, algunos que salen de la oficina y «quiere relajarse un poco», como admite uno de los socios, que agrega: «Nadie dice nada cuando quieres tomarte una copa de vino, pero si mencionas la palabra marihuana, todos reclaman. En ciudades como Ámsterdam, es normal».


De opinión bien distitna es Alberto Beltrán, psicólogo del Centro Municipal de atención y prevención de las adicciones del Ayuntamiento de Zaragoza (CEMAPA), quien considera que «la existencia de ese lugar reduce la percepción de riesgo, sobre todo de los más jóvenes, que sienten que no pasa nada por consumir marihuana».El origen


En sus comienzos, como recuerda De la Figuera, la SECA tenía un local en Cantín y Gamboa, pero se cerró un año después de ser abierto. «Nos trasladamos a la sede de la Federación de Barrios y nos reuníamos en un conocido bar de la capital aragonesa. El 29 de julio de 2005, inauguramos el lugar donde estamos hoy», cuenta.


Para poder entrar, hay que ser recomendado por dos socios. «También se puede visitar hasta dos veces para conocer gente y que ellos pidan tu admisión», explica el secretario de la SECA, Daniel. La cuota de inscripción es de 50 euros, más un pago anual de 20 euros. Hay descuentos para jubilados, pensionistas, estudiantes y gente en paro.


A lo largo de su historia, han tenido unos 1.200 socios. Actualmente, hay unos 300 con sus cuotas al día. De momento, en Zaragoza son los únicos que ofrecen este concepto. En la ciudad han existido otras asociaciones como Tricoma y AUCA, pero ninguna tiene una sede física.


«Algunos socios quieren montar algo y está en gestación alguna otra iniciativa, pero van con otros parámetros distintos», explica Alfonso de la Figuera. «Raro y discutible»

Jesús de Echave es el director del CEMAPA. Admite que no conoce el local, pero sí a la asociación y sus actividades, y no las comparte. Explica que este tipo de bares existen en otras ciudades españolas, gracias a una ley permisiva en ciertos aspectos.


«Está prohibido fumar en un bar, desde tabaco hasta hachis. Lo que sucede es que son asociaciones, y aún así no deberían tener camareros si permiten humo», dice Echave.


Según el director de CEMAPA, «es raro y discutible que desde la SECA digan que no se vende droga», porque la gente acude al lugar a consumir. Y cree que eso también hay que apuntarlo: «Todo lo que allí se distribuye, debe ser solo para consumo propio». Si no, no se cumple con la ley.


Por su parte, Beltrán recuerda que si bien es «legal fumar, porque es un local privado», el cannabis es «potencialmente adictivo» y que, aunque en la SECA no entran menores de edad, lo ideal es que una persona, si decide consumir, «comience de más adulto, cuando se tiene mejor criterio».


«No estoy ni a favor ni en contra, pero en lo que sí discrepo es en que digan que no pasa nada por consumir», concluye el psicólogo, que advierte de el alto riesgo de consumir cualquier tipo de droga.


Un sitio peculiar

En sus paredes hay eslóganes como «el porrito no es delito», ceniceros y paquetes de papel de liar disponibles para el que los necesite. El lugar es muy pequeño para la cantidad de visitantes, pero cuatro ventiladores ayudan a que el humo no se quede estancado, porque allí dentro, todos fuman.


Desde la asociación se defiende el consumo legal del cannabis, se convocan manifestaciones - la próxima es el 8 de mayo - para promover esa idea y exigir cambios políticos que para ellos son «urgentes». Su presidente recuerda que «no es delito la venta, sino la compra» de este material.


Se abastecen de las plantaciones de sus propios socios, a los que brindan asesoría jurídica gratuita en caso de incautación de plantaciones. «Cuando no es suficiente, acudimos al mercado negro, pero intentamos buscar lo mejor para proteger la salud de nuestros asociados», dice de la Figuera.


En 2009, él fue acusado por un presunto delito de tráfico de drogas, aunque fue absuelto el 29 de diciembre de ese año. «A los pocos meses volvieron a detenerme, y estamos esperando la vista oral donde aclararemos todo», asegura el presidente de la SECA.


Para evitar incurrir en delito, solo se sirve una consumición diaria. «De lo contrario podrían mentir, consumir una parte y vender el resto», explica Daniel. Solo se abre por las tardes, desde las 18.00 hasta las 23.00, de domingo a jueves, y de 19.00 a 1.00 los viernes y sábados. «Nunca hemos tenido incidencias, hay buen ambiente», afirma el secretario.


Los socios opinan lo mismo, aunque tienen algunas quejas: «Siempre hay policías fuera, están atentos por si sacamos algo del local. A los más jóvenes los esperan y los cachean cada día».


El gramo a los socios se les da por 5 o 6 euros, un «precio similar al del mercado, pero es un producto de mejor calidad y que se consume en un entorno amigable, donde hay expertos en el consumo y no hay problemas de seguridad, por si alguien sufre un bajón», como explica de la Figuera.