VERANEO EN EL PUEBLO

"La tranquilidad del pueblo es el mejor veraneo"

Eliseo Vitaller y Mariví Hernández crecieron en la localidad zaragozana de Paniza. Por eso, aunque ahora viven en la capital, vuelven al pueblo con sus hijos, Roberto y Javier, siempre que pueden.

"La tranquilidad del pueblo es el mejor veraneo"
"La tranquilidad del pueblo es el mejor veraneo"
V. H..

Eliseo Vitaller y Mariví Hernández crecieron en la localidad zaragozana de Paniza. Por eso, aunque ahora viven en la capital, vuelven al pueblo con sus hijos, Roberto y Javier, siempre que pueden. Para ellos, veranear allí no es una alternativa para pasar unas vacaciones económicas en tiempos de crisis. Guardan muy buenos recuerdos de los veranos de su niñez y les gusta ver a sus hijos jugando en la calle, sin peligro alguno.

Por eso, este mes de agosto no anhelan grandes viajes ni hoteles frente al mar. Prefieren pasarlo en un lugar tranquilo, donde desconectan del estrés de la ciudad, los niños ganan libertad y autonomía y, de paso, hacen un poco más felices a los abuelos.

"Aquí nos olvidamos del móvil y del reloj. Los niños lo pasan de maravilla y nosotros nos relajamos y disfrutamos de la familia", dice Eliseo.

Cada mañana, Roberto y Javier, de 7 y 4 años, respectivamente, van a la piscina municipal, donde asisten a clases de natación. Roberto dice que nada muy deprisa y que no se cansa de "hacer largos por la piscina grande". Javier, por su parte, asegura que ya puede contar hasta diez "haciendo la estrella", flotando boca arriba en el agua. Todo, bajo la atenta mirada de su madre.

Recados y juegos

Pero no siempre necesitan estar vigilados. Ambos presumen orgullosos de haber ido "solos" a comprar el pan a la panadería de la localidad. "Una aventura impensable en la ciudad", apunta Mariví.

Algunas tardes se entretienen con los talleres que organiza la asociación cultural Ildefonso Manuel Gil, que, en el mes de julio, enseñó a los niños del municipio cómo fabricar cerámicas, imanes para la nevera o relojes con discos de vinilo. Eliseo comenta que la asociación ha preparado un amplio programa de actividades para este verano. "Y nosotros nos apuntamos a todas las que podemos", reconoce.

La semana pasada, por ejemplo, ayudó a su cuñado Tomás, el forestal del pueblo, a preparar una caminata nocturna por el monte de la localidad. "Fue una experiencia de diez -asegura-. Recorrimos unos catorce kilómetros hasta el santuario de la Virgen del Águila", a más de mil metros de altitud. Con ayuda de linternas y repelente contra mosquitos, más de sesenta vecinos pasearon entre las carrascas bajo las estrellas. "Todo un éxito de participación que habrá que repetir", subraya.

Este ingeniero de 37 años es un amante de los deportes y la naturaleza, y aprovecha el tiempo libre para salir con la moto o la bicicleta. "Me gusta llevar a los niños de paseo y enseñarles parajes o campos que pertenecieron a nuestros abuelos y bisabuelos. Un día cogimos una pequeña liebre y vimos un nido lleno de pajaritos. Nuestros hijos son felices aquí, y nosotros, también", subraya.