Año nuevo tibetano

Tensiones y llamadas al boicot en las celebraciones en Tíbet

Tíbet celebró el inicio de su Año Nuevo o Losar, que da la bienvenida al Dragón de Agua, una festividad que este año estuvo cargada de tensión.

Tíbet celebró el inicio de su Año Nuevo o Losar, que da la bienvenida al Dragón de Agua, una festividad que este año estuvo cargada de tensión por la reciente ola de inmolaciones de monjes y las llamadas desde el gobierno tibetano en el exilio a no celebrar la fiesta.


Mientras el Tíbet sigue cerrado a la prensa extranjera y han aumentado los límites a la entrada de turistas en esa región del suroeste de China, la prensa oficial del régimen comunista intentó dar un halo de normalidad a las festividades, señalando que ciudades como Lhasa se decoraron para la ocasión y las familias se reunieron para recibir el nuevo año.


La agencia Xinhua intentó quitar hierro a las tensiones al señalar que las festividades de Año Nuevo chino y tibetano (que siempre se celebran con un mes de diferencia) son muy similares, o que en los últimos años los tibetanos han introducido elementos de la cultura china en su fiesta, como los farolillos rojos.


Ello contrasta con la petición del nuevo primer ministro del gobierno tibetano en el exilio, Lobsang Sangay, quien ayer pidió públicamente que se cancele toda celebración en recuerdo de más de veinte monjes de la etnia que se han inmolado en los últimos 12 meses.


Los dos últimos, de apenas 18 años, se prendieron fuego el pasado fin de semana, en la prefectura de Aba, de la provincia de Sichuan (al este del Tíbet, en una zona fronteriza entre las poblaciones de la etnia y la mayoría étnica china han).


Las razones de estos intentos de suicidio -cuyo fin ha sido exigido tanto por el Gobierno chino como por el entorno del Dalai Lama- no están todavía claras, aunque los grupos de apoyo a la causa independentista lo ven como una muestra de la desesperación de algunos tibetanos ante la represión de su cultura y religión.


Las celebraciones por el Año Nuevo también se han notado en Pekín especialmente en el llamado Templo Lama, ligado a la rama del budismo tibetano, donde hoy numerosos fieles, entre ellos muchos monjes, acudieron para dar la bienvenida al Dragón de Agua.


Un día antes, el mismo templo, en el centro de Pekín, acogió llamativas ceremonias para ahuyentar a los espíritus que merodean en el cambio de año, simbolizados por bailarines vestidos con máscaras mostrando calaveras.


China asegura que el Tíbet es desde hace siglos parte inseparable de su territorio, mientras que los tibetanos argumentan que la región fue durante mucho tiempo independiente hasta que fue ocupada por las tropas comunistas en 1951, si bien Pekín considera ese hecho una "liberación" de la "teocracia".


Las tensiones y las fuertes limitaciones a la entrada al Tíbet continuarán en marzo, ya que el tercer mes del año también suele coincidir con tensiones en zonas habitadas por tibetanos, por el recuerdo de la revuelta fallida contra el régimen comunista chino, en marzo de 1959, que produjo la huida a la India del Dalai Lama.


En marzo de 2008, unas veinte personas murieron en revueltas que ocurrieron en Lhasa, la capital regional tibetana, en las peores protestas registradas en la zona en las dos últimas décadas.