HERALDO ABIERTO

"No tengo veinte años ni visto con minifalda, pero ¿no sirve toda una vida trabajando? "

A Mª José Rando nunca le había hecho falta escribir su currículum para encontrar un empleo. Casada y con un hijo adolescente, reconoce que hasta ahora no había parado de trabajar.

Mª José Rando, en paro desde marzo de 2010.
"No tengo veinte años ni visto con minifalda, pero ¿no sirve toda una vida trabajando? "
LAURA URANGA

A Mª José Rando nunca le había hecho falta escribir su currículum para encontrar un empleo. Por eso, cuando se quedó en paro a finales de febrero, no sabía cómo hacerlo. Ahora, que lo tiene redactado, el problema es que no sabe dónde presentarlo. "No piden gente en ningún sitio", asegura esta zaragozana de 47 años.

Casada y con un hijo adolescente, reconoce que hasta ahora no había parado de trabajar. Desde que a los 14 años empezó como "chica de los recados" en una sastrería para ayudar a sus padres en casa, ha pasado por multitud de empleos a lo largo de su vida. Fue dependienta en una tienda, empleada de hogar en varias casas particulares, trabajadora en una fábrica de colchones, cocinera en chalés, cafeterías o restaurantes y hasta propietaria de su propio bar, que no funcionó y se vio obligada a cerrar. Estas han sido algunas de sus ocupaciones durante los últimos treinta años, pero reconoce no haber cotizado por la mayoría de ellas, por lo que solo le quedan dos meses de paro. "Es lo que tiene la economía sumergida, no tienes ningún derecho ni seguridad, pero todo te parece bien cuando no hay otra cosa", se lamenta.

A pesar de que su nivel de vida ha "bajado bastante" en los últimos meses, Mª José es consciente de que hay familias con todos sus miembros en paro que están en peor situación que la suya. "Por lo menos mi marido conserva su trabajo de toda la vida en el sector de la madera", dice. Aunque su sueldo de mileurista no les permite llegar holgadamente a fin de mes.

Por eso en las últimas semanas ha recorrido numerosos bares y restaurantes en Zaragoza ofreciendo sus servicios, pero la respuesta siempre ha sido la misma. "O no necesitan a nadie o cuando les dices tu edad les cambia la cara". "Hablas de toda tu experiencia laboral y enseguida te preguntan cuántos años tienes. Después, te miran como diciendo: señora, váyase a casa y ocúpese de su familia. Es indignante y te dejan chafada".

A pesar de todo, es optimista y se levanta cada mañana con la ilusión de que van a contratarla en algún sitio, pero tanta negativa está minando su ánimo. Dice que en los pocos empleos que se ofertan solo quieren gente joven y guapa, que venga ya aprendida. "No tengo veinte años, ni visto con minifalda o tacones, pero sé limpiar y cocinar porque lo he hecho siempre. Parece que llevar toda una vida trabajando no es suficiente en estos tiempos de crisis que corren".

Reconoce que la imagen es importante, pero no es lo único. Sabe de lo que habla, ya que el estrés y los malos hábitos de alimentación la llevaron a engordar hasta los 128 kilos. Por el bien de su salud y para mejorar su imagen personal, se sometió a una operación que le permitió adelgazar más de 40 kilos. Ahora se encuentra mejor, mucho más ágil y con ganas de hacer cosas.

Así, no cierra la puerta a ningún tipo de trabajo. "He hecho muchas tareas distintas en mi vida y, aunque no tenga estudios superiores no soy tonta, aprendo rápido", señala. Tan solo la informática se le resiste, aunque quiere superarse y no deja de buscar cursos que le ayuden a formarse en este y otros campos.

Comprende que la situación actual es complicada, pero cree que es injustificable que la experiencia esté dejando de ser un grado.