SEMANA SANTA

Spiderman le planta cara a los paraguas de chocolate

Todos los vendedores de palmas coincidieron en señalar que la semana había empezado floja. "Venderemos más conforme se acerque el fin de semana".

Silvia Ruiz, en su puesto de la plaza de Santa Engracia.
Spiderman le planta cara a los paraguas de chocolate
CARLOS MONCíN

De solapa, de bebés, de un piso, de dos, trenzadas de una manera o de otra... Las hay de todos los tipos. Las palmas ya se exhiben en puestos y tenderetes callejeros a los ojos de pequeños y mayores. Unos las ven y no pueden resistirse a imaginárselas llenas de chucherías y chocolatinas, otros recuerdan que el Domingo de Ramos está cerca y no pueden olvidarse de comprar el 'kit' completo para ese día.

Pilar Monzón lleva más de 20 años vendiendo palmas en la plaza de San Miguel. Ayer volvió a plantar su puesto una vez más. "A lo largo de todo este tiempo la tradición apenas ha cambiado. La gente sigue comprando palmas", comentó Pilar. Lo que sí es distinto son las 'chuches' que se cuelgan de ellas. "Antes se llevaban las campanas de chocolate huecas o las botas de vino", señaló. Ahora los 'spidermans', los 'cars' y las princesas Disney de gominola son la última sensación.

"Bueno, pero solo una, ¿eh?", le advertía una madre a su hija, que se había empeñado en comerse una chocolatina nada más comprarla en el puesto. "No te creas que solo se compran dulces para los niños", afirmó Silvia Ruiz en su puesto de la plaza de Santa Engracia. En los tres años que esta joven lleva en el mundo de la palma, más de una abuela ha comprado gominolas para sus nietas de 25 años. "Tendrá tu edad más o menos", le decían.

Una anécdota que también recuerda Pilar Monzón: "Vino una mujer pidiéndome chocolatinas de toda la vida, esas que ya no hay. Yo le pregunté que cuántos años tenía su hijo, para aconsejarle otros adornos, y me contestó que 24".

Todos los vendedores de palmas coincidieron en señalar que la semana había empezado floja. "Venderemos más conforme se acerque el fin de semana", predijo Pilar. "Aunque yo noto que este año la gente pregunta y se preocupa más por el precio", añadió Silvia. Una situación que Pilar no ha percibido. "Llevo aquí muchos años y tengo bastantes clientes fijos", explica. Eso sí, este año hay una palma que no puede vender. La que le preparará a su nieto, que vive en Canarias, para llevársela en junio, el día de su cumpleaños. "Es que allí no tiene la costumbre de colgarle cosas", señala.