CIENCIA

Patatas que no engordan

Un grupo de científicos checos está desarrollando una nueva especie de tubérculo con bajo contenido de azúcar.

¿La patata engorda? Según una afirmación que corre de boca en boca entre amigos y familiares, este tubérculo originario de Perú y Chile que fue introducido en España y Europa por Francisco Pizarro en el siglo XVI, es amigo de michelines y grasas y enemigo acérrimo de cuantos quieren mantenerse delgados. Los nutricionistas explican que la patata es rica en vitamina C, pero pobre en sustancias nutritivas, excepto en carbohidratos. La patata aporta menos calorías que la pasta, ya que su valor energético (80 calorías por 100 gramos) es casi cuatro veces inferior al de los macarrones (360 calorías por 100 gramos), por ejemplo. Entonces, ¿de dónde viene la mala fama que tiene este tubérculo? Según los expertos, como cualquier alimento, la patata engorda en función de la cantidad y de la forma de consumo.


Los polacos consumen mucha patata; los checos, eslovacos y otras poblaciones de Europa central y oriental también. Los amantes de las patatas fritas vendidas en bolsa en el mundo entero o preparadas en casa o del sabroso puré hecho a base de buena mantequilla tienen una buena noticia: científicos checos del Instituto de Botánica Experimental de Praga están desarrollando una nueva especie de patata con un bajo contenido de azúcar.


Los expertos están convencidos de que gracias a una manipulación genética de la patata, los que temen engordan y no quieren parecerse al famoso muñeco de Michelín, estarán a salvo de grasas, colesterol con mala baba y otros percances que planean sobre nuestras vidas. Si los científicos checos se salen con la suya, a lo mejor muchos seres humanos podrán decir adiós a los complejos cuando tengan que tostarse al sol en la playa o demostrar a su ser querido que están de buen ver, aunque no se parezcan a Brad Pitt o Penélope Cruz.

Bacterias


Los medios checos se han hecho eco de la noticia, y ponen de relieve que todo se puede solucionar con la ayuda de unas bacterias. Oldrich Navrátil, uno de los autores del proyecto, aporta más detalles a Radio Praga: "Trocitos de hojas de patata se sumergen en un líquido que contiene bacterias portadoras de un gen.


Una vez que las bacterias logren penetrar en el tejido, seleccionamos mediante antibióticos las células modificadas. Éstas se cultivan en condiciones especiales hasta convertirse en pequeñas plantas de papa". Al parecer, la patata manipulada genéticamente adquiere un color más oscuro de lo deseado, lo que, en términos económicos, podría ser un problema para los productores y vendedores de este entrañable tubérculo. Navrátil descarta esta posibilidad, y está convencido de que los productores pueden solucionar el problema lavando las patatas en agua hirviendo antes de ponerlas a freír, lo que supone un gran gasto de energía.


A su juicio, cultivar patatas pobres en azúcar resultaría mucho más barato y eficaz, porque, según dice, "hicimos pruebas con una especie concreta. Después de tres meses de almacenamiento, el contenido de azúcar en las patatas normales fue tres veces más alto que en las modificadas genéticamente". Navrátil cuenta que "a principios de los años 90 se realizaron numerosas pruebas de laboratorio para descubrir cómo el polen de papas modificadas se dispersa por el aire y si realmente pueden surgir o no especies nuevas. Los resultados de las investigaciones son bastante optimistas. Indican que en caso de las papas no existe tal riesgo".


A día de hoy, en Europa, las autoridades sólo permiten cultivar la llamada patata Amflora, que está manipulada genéticamente y sirve para fines industriales y como alimentos para animales domésticos. Habrá que ver si los científicos checos pueden llevar a cabo su investigación hasta las últimas consecuencias, porque los opositores a esta manipulación genética son muchos. Quién sabe si el futuro de los gordos europeos no está en manos de los checos.