PRISIÓN DE DAROCA

Palabras y sueños que cruzan las rejas

Desde la cárcel de Daroca se edita la revista 'La oca loca', con versión en papel (desde hace cinco años) y en internet (hace uno). Internos, funcionarios y colaboradores externos dan vida a este proyecto.

Amador, redactor y poeta; Tahir, actor en el taller de cine de la prisión, y Javier Mesa, coordinador de las activiades culturales
Palabras y sueños que cruzan las rejas
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Esta es nuestra redacción", señala Javier Mesa un cuarto con una decena de ordenadores, pósters de cine (Rocky, Espartaco, La Guerra de las Galaxias, Marilyn), en un segundo piso luminoso, con vistas a los montes de Daroca y al patio de la cárcel. Es la redacción de 'La oca loca', la revista de la prisión de Daroca, que tiene versión en papel y en internet. Javier Mesa es el coordinador del área de formación de la cárcel y el alma máter de la revista.

"La oca loca' nació en 2005. Me di cuenta de que una revista serviría para canalizar las actividades culturales del centro. Tenemos club de lectura, ciclos de conferencias, cursos, un taller de cine? Hasta ahora hemos publicado cinco números y el próximo saldrá después del verano", cuenta Javier, funcionario entusiasta.

"Revistas en las cárceles hay muchas, pero somos la única de España que también está en internet. Hace un año decidimos dar el salto a la red (www.revistalaocaloca.com). Queríamos llegar a más gente. Que los de fuera vean y conozcan lo que hacemos aquí, normalizar la vida en prisión. Y para los internos que participan en la revista es un estímulo que su esfuerzo salga al exterior", subraya el coordinador de la revista.

Para llegar a la redacción de 'La oca loca' hay que coger la autovía y desviarse por una carretera secundaria hasta la cárcel. Después hay que cruzar el muro y un par de puertas enrejadas. Y dejar atrás el móvil (en el centro no hay cobertura ni está permitido el acceso a Internet) y un puñado de prejuicios.

"La sociedad tiene un estereotipo del recluso como una persona inadaptada o marginal. Una persona presa es una persona absolutamente normal que ha cometido un error y lo está pagando", afirma Javier, zaragozano de 42 años que lleva seis meses en Daroca y en 'La oca loca'. "Internet es una ventana para nosotros. Con la revista queremos transmitir una visión más cierta y cercana de los internos y de la cárcel. Es un trabajo en equipo muy enriquecedor. Entrar en prisión supone una ruptura tremenda con tu vida personal y profesional. Para mí, la revista ha supuesto la posibilidad de seguir activo. Antes trabajaba en la sección de Economía y Política de un periódico", cuenta Javier.

La vida en prisión es monótona y rutinaria, marcada por unos horarios y normas estrictos: a las 8.00, recuento en la celda; 8.30, desayuno; 9.00, talleres; 13.00, comida; por la tarde, descanso y talleres; 19.00, recuento; 20.30, a las celdas? La revista es un espacio de libertad que les permite cruzar al otro lado de los barrotes.

"En el día a día de la cárcel es importante ser respetuoso con los compañeros y los funcionarios, y estar ocupado. La revista es nuestra vía de escape. A mí me permite proyectar mis ideas y dar rienda suelta a mi creatividad. El equipo es una piña y damos lo mejor de nosotros", afirma Amador, extremeño de 50 años. Él lleva cinco años al otro lado de los barrotes y llegó a Daroca en febrero. Tiene publicado un libro de poesía ('Poemas de noche, luz y playa') y está preparando un segundo ('Poeta en tránsito').

La revista tiene un equipo de unos 15 redactores. Algunos acuden a diario a la redacción y otros, en función de sus clases o trabajos dentro de la prisión. La versión digital se actualiza cada cuatro o cinco días, con artículos de los internos o colaboradores externos. Como en la cárcel no hay internet, Javier Mesa se encarga de colgar los textos desde su casa. En la web se pueden ver también los trabajos del taller de cine.

Andrés, zaragozano de 55 años, ha participado en la grabación de un corto. "Tengo ganas de que lo vean mi mujer, mis hijos y los amigos del barrio. Estos talleres sirven para desconectar de la rutina diaria y contactar con la gente de fuera. Es una experiencia increíble. Si quieres, aquí te ayudan y puedes aprender muchas cosas. Un tropiezo me llevó a la cárcel hace cinco años y estoy aprovechando el tiempo", afirma este interno, que también trabaja como enfermero en la prisión. "Aún resuena en mi cabeza el ruido de los cerrojos del primer día que entré. Ahora espero el día en que se vuelvan a abrir", apunta, y mientras, escribe, rueda cortos y estudia.