HERALDO ABIERTO

Nostalgia de los cafés con historia

Reabre esta semana los Espumosos, el clásico bar de Zaragoza de la ensaladilla y la cerveza con limón. Pero muchos otros locales históricos han cerrado en los últimos años. A diferencia de otras ciudades, quedan pocas cafeterías con sabor propio

Café Levante (1895). Agustín Charles fundó la cafetería junto a la puerta del Carmen (en la imagen, a la derecha), en 1895. El café se trasladó después al paseo de Pamplona y a la calle de Almagro.
Nostalgia de los cafés con historia
ARCHIVO HERALDO

Los Espumosos ha reabierto esta semana en el paseo de Sagasta, con sus gambas, su ensaladilla, su cerveza con limón, su ambiente de siempre y el local reformado tras el incendio que sufrió el año pasado. Vuelve uno de los clásicos de la hostelería zaragozana (aunque ha cambiado de dueños y local, desde el primer establecimiento, en torno a 1905, en el paseo de la Independencia), pero muchos otros se han quedado por el camino, reconvertidos en cafeterías de franquicia, bancos o tiendas de ropa.


"Ya no hay tantas cafeterías buenas como antes", sostiene Carmen Puyuelo, de 90 años, mientras unta sus churros en el café con leche, como cada mañana. Desayuna todos los días en unos grandes almacenes y por la tarde se toma un cortado en otra cafetería. La que le gustaba, en la calle de Alfonso I, cerró hace unos años.


Y entre sorbo y sorbo, recuerda que ella fue camarera de los antiguos Espumosos, con 18 años. "Vine de Huesca a trabajar a Zaragoza. Entonces no estaba muy bien visto que las mujeres trabajaran de camareras. Era un bar más de cervezas que de cafés, ya servíamos la típica cerveza con limón. Venía mucha gente, no había un sitio igual en Zaragoza", cuenta. Trabajó cuatro años en el bar, situado en Independencia, hasta que se casó. Después abrió una tienda de ultramarinos en el barrio de San Pablo. "Los domingos por la tarde, mi marido y yo íbamos al teatro o a las cafeterías", cuenta.


Se podría escribir una historia de Zaragoza con las cafeterías que han ido cerrando: desde el Ambos Mundos, del que se decía que era "uno de los más grandes de Europa"; al Niké, sede de tertulias culturales; Ceres, que cerró sus puertas, en Independencia, en 2003.


El que sigue con las puertas abiertas, el mismo ambiente, las mismas mesas de mármol y hierro forjado, la misma leche merengada y nuevos granizados es el Café Levante, que ya ha cumplido 115 años. "Hemos mantenido la decoración y la esencia del café. El primer local lo abrió mi bisabuelo, junto a la Puerta del Carmen. Por motivos urbanísticos, se trasladó en 1927 al paseo de Pamplona 9 y, desde 1976, estamos en la calle de Almagro", cuenta Óscar Blázquez, de 41 años, que dirige el negocio con su mujer, Sonia Iranzo.


"Somos el café más antiguo de Zaragoza. Formamos parte de la historia de la gente, eso nos hace diferentes a otros establecimientos. Muchos zaragozanos tienen un recuerdo familiar de nuestro bar, porque venían con su novio o con sus abuelos. Aquí siempre ha habido una mezcla de gente: estudiantes, obreros, políticos, jóvenes, mayores", señala Óscar.


"Zaragoza no tiene cafés históricos. Había locales legendarios pero se han ido perdiendo. En otras ciudades se conservan más, se valora más su historia. Las cafeterías le dan mucha vida a las ciudades. Ahora se abren otro tipo de negocios, franquicias sin alma", reflexiona.