SALUD

Menopausia sin riesgos con terapia hormonal

Los ginecólogos reivindican el uso de la THS y desvinculan su relación con la aparición de tumores o problemas circulatorios, al menos cuando se aplica entre los 50 y los 60 años. Sin embargo, solo el 4% de las afectadas acceden a seguirla.

Menopausia sin riesgos con terapia hormonal
Menopausia sin riesgos con terapia hormonal
ISIDRO GIL

La noticia fue demoledora. Corría el año 2002 cuando se difundió en todo el mundo el informe WHI, que advertía de la relación entre el tratamiento hormonal sustitutivo (THS) -indicado a algunas mujeres en la menopausia- y el cáncer de mama. Desde entonces, las cifras de prescripción y consumo de este tipo de medicación han caído en picado.

En Aragón, por ejemplo, en el año 2000 se consumieron 95.400 envases de THS, pero el 2004 se cerró con 56.800 y, el 2007, con 43.000, según los registros de Salud y Consumo del Gobierno de Aragón. El descenso ha sido radical y continuado, y de poco sirvió que, años después, los propios autores del estudio matizaran y rectificaran algunas de las conclusiones. Hoy en día, el tratamiento hormonal -y no solo en la menopausia- sigue defenestrado. En nuestro país, aunque muchos especialistas lo indican, solo lo siguen entre el 3% y el 4% de las mujeres de entre 45 y 65 años en esta fase. Mientras, en países del entorno, como Portugal o Francia, la cifra alcanza el 20%, y en el norte de Europa o Australia roza el 50%.


La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), máximo órgano de representación de expertos en este campo, se ha pronunciado oficialmente. Y sus indicaciones son claras: la terapia hormonal continúa siendo el tratamiento más efectivo contra los síntomas más importantes (vasomotores y urogenitales) que pueden aparecer por la deficiencia de estrógenos en esta fase vital de las mujeres. Y no solo eso, sino que se trata de una terapia eficaz en la pérdida ósea que disminuye la incidencia de las fracturas osteoporóticas y, lejos de propiciar trastornos circulatorios o cáncer, tiene un demostrado efecto favorable a nivel cardiovascular y metabólico, al menos hasta los 60 años y en mujeres sin patología previa.


La SEGO pretende dar respaldo así a los ginecólogos que creen que deben indicarla, pero que se enfrentan a diario a décadas de prejuicios sociales. Antonio Miñano, especialista del Hospital Miguel Servet y miembro de la SEGO, desmonta estos recelos, sobre todo los sobrevenidos por el informe WHI. "Se ha demostrado que todas esas nefastas consecuencias de las que se habló en un primer momento no son tales, y lo han comunicado los mismos que hicieron el informe", destaca este especialista.


El estudio WHI controló a cientos de miles de mujeres en Estados Unidos. Para hacerlo, las dividió en tres grupos: unas a las que se les dio un placebo, otras a las que se les administraron estrógenos y progesteronas y un último grupo compuesto por las que ya no tenían útero, que solo tomaron estrógenos. A los cinco años, en las del segundo experimento se observaron ligeros incrementos de cáncer de mama. Los tratamientos se suspendieron y las consultas se cerraron, en un alto porcentaje, a la THS. "Pero hubo varios factores que no se tuvieron en cuenta, aunque eran vitales", dice Miñano.


Lo que el estudio obvió


Para empezar, la media de edad del estudio fue de 64 años. Es decir, en él participaron incluso octogenarias, con todas las repercusiones de salud que eso acarrea. Además, el 30% de todas ellas tenían un índice de masa corporal (IMC) superior a 30. Es decir, muchas eran obesas, lo que reflejaba un estilo de vida que, si ya por su cultura no tiene nada que ver con el mediterráneo, tampoco es el más idóneo para el control de la enfermedad circulatoria. De hecho, un alto porcentaje de ellas tomaban aspirina, lo que refleja que ya sufrían alguna patología de base. Otro elemento que se obvió en la primera presentación fue que el estrógeno y la progesterona que se dio a las mujeres no era de la misma patente ni del mismo tipo que se prescribe en Europa, donde es natural (allí, el estrógeno es semisintético).


"Tres o cuatro años después, los mismos autores desglosaron las conclusiones por grupos de edad, y ahí se constató que, en las mujeres de entre 50 y 60 años, no se habían incrementado los casos de cáncer de mama ni los problemas circulatorios. Es más, la mujer entre los 40 y los 60 tiene bien sus vasos circulatorios y el estrógeno impide que se formen placas de ateroma", concreta. Estas placas son las que obstruyen los vasos sanguíneos y, al desprenderse, pueden taponarlos, causando accidentes circulatorios.


Más dificultades pueden surgir cuando el tratamiento se inicia a partir de esta edad, ya que estas mujeres tienen otros problemas de base. No obstante, el incremento de eventos tromboembólicos y cardiovasculares se considera "transitorio y leve", según indica la SEGO.


Sobre todo, los especialistas insisten en que los prejuicios no deberían impedir que ninguna mujer tenga una mejo calidad de vida.