ÁNGEL PASTOR

"Lucho para que el Tubo no pierda su esencia"

Entre la condonería y el 'sex shop', al lado del mítico Plata, del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidado, veíase...

Ángel Pastor, con los aperos de trabajo.
"Lucho para que el Tubo no pierda su esencia"
OLIVER DUCH

...Al limpiabotas del Tubo. Anda, que no tiene palique usted, ¡eh! Porque a limpiarse los zapatos no viene, que lleva zapatillas. Zapatillas guapas, pero zapatillas.


¿Un cafecito, Ángel? ¿Acaso un vino con una vinagreta? ¿O un pincho de tortilla?

Mucha generosidad... Oiga, ¿qué busca?


Emilio, por favor, un cafecito para el señor.

¡Y también conoce al camarero! Usted viene a 'El Limpia' por la noche, ¿no? Vaya montaje. Anda, que no tiene escuela el reportero. Dígame de una vez qué quiere.


Los lectores de HERALDO estarían encantados de conocer la vida y obras del limpiabotas del Tubo.

Usted saca aquí a gente famosa. ¿Ahora le da por entrevistar a especies en vías de extinción o qué?


¿Especies en vías de extinción?

Yo soy una de ellas. Me llaman el último limpiabotas de Zaragoza. ¿Quiere que le cuente mi vida o no?


Ya le he dicho que los lectores se lo pueden pasar muy bien.

Tengo 46 años. Llevo trabajando de limpiabotas desde los 14. Antes, de chaval, fui a varios colegios, entre ellos a San Viator.


Buena cosa esa de estudiar, leer, formarse...

Yo me he formado en la universidad de la calle, que es donde se estudian las carreras de verdad. Hablo alemán, ruso, vasco, árabe... Y todos estos idiomas los he aprendido de forma autodidacta.


Un políglota al betún pegado...

Este negocio de limpiabotas es familiar. Lo abrió mi abuelo en tiempos de Poncio Pilatos, cuando los romanos hicieron la presa de Muel.


¿Sus antepasados limpiaron sandalias en Cesaraugusta?

No, hombre, no. Le decía que el negocio es más viejo que yo. Mi abuelo comenzó en los años cuarenta. Vino desde el lejano Jaén, el buen hombre. También trabajó aquí mi padre y mi tío. Ahora somos la tercera generación. Siempre hemos estado en el Tubo. Solo lo dejé en los tiempos que fui buceador en la sección de Actividades Anfibias del cuartel de Pontoneros.


Me jugaría un bocadillo de albóndigas a que el próximo guión de Santiago Segura saldrá de estas paredes...

¿Le gustan las fotos de la pared? Ya ve, tenemos de todo: toreros, actores... De todo.


Regresemos al Tubo.

En el Tubo que yo conocí había de todo: prestamistas, trileros, mujeres de la vida... ¡Hasta un callista!


Si había siete salones de limpiabotas, ¡cómo no iba a haber un callista!

También había limpiabotas en el paseo de la Independencia. Pero el encanto del Tubo era diferente, auténtico.


Emilio, otro café para Ángel, mientras Oliver Duch le toma unas fotos al protagonista.

Ni me pregunta si quiero hacerme fotos, ni me deja tiempo para peinarme... ¡Tela con el reportero!


Nos habíamos quedado en el encanto del Tubo.

Había un sabor y un olor diferentes. También, las cigarreras. Serafina fue madrina de una de mis hermanas. Aprovecho la ocasión para mandarle un abrazo muy fuerte, pues ahora está enferma.


El Tubo no es el Tubo sin Serafina.

Su marido, Serafín, fue mi padrino. Una gran persona, Serafín. Yo ahora lucho para que el Tubo no muera, para que no pierda su esencia, para mantener esta zona tan característica de la Zaragoza de siempre.


Qué bonito está quedando, Ángel.

Menos guasa, oiga.


Soy absolutamente sincero.

Hace unos años comenzaron a construir. Ya sabe, el ladrillo, la especulación... Mi familia quiere mantener la tradición del limpiabotas a toda costa.


Y lo están consiguiendo.

En el solar del antiguo salón hicimos este bar donde sigo trabajando. Aquí me tiene de lunes a viernes, desde las 10.30 a las 14.00. Por la tarde, fiesta. Si otro día decide ponerse zapatos, aquí me tiene para sacarles brillo.


¿A cuatro euros la tirada?

Cuatro euros y la voluntad. He limpiado tres pares en lo que llevamos de mañana. En 'El Limpia' también ha llegado la crisis.