RECUERDO DEL "KATRINA"

Los huracanes suscitan la duda de si merece la pena vivir en Nueva Orleans

Los diques de Nueva Orleans, que se derrumbaron por las embestidas de "Katrina", aguantaron esta vez y salvaron a la ciudad de males mayores. Al suroeste de la ciudad, donde el huracán tocó tierra en una zona mucho menos poblada, los daños fueron mayores.

Todavía no se ha recuperado del huracán "Katrina" y Nueva Orleans se ha visto amenazada por "Gustav", lo que hace que, al menos desde fuera, la gente se pregunte si merece la pena vivir en la ciudad del jazz.A priori, la respuesta es, sin duda, sí. Su música, su cultura criolla y la mezcla de pueblos que han dejado su impronta en sus vistosas calles la hacen única e irrepetible.


Pero de nuevo una amenaza de la naturaleza, esta vez de nombre "Gustav", ha hecho replantearse a sus ciudadanos si continuar allí o marcharse para siempre a un lugar más seguro.


Eric Cohn, dueño del único restaurante que se mantuvo abierto durante el paso del huracán "Gustav" por Nueva Orleans, dice que él no se va, mientras que su amigo Todd Browning, quien le ha ayudado en la cocina durante 24 horas sin dormir, está listo para irse y no volver. "Eric está loco", dijo.


Estas dos actitudes, en un mismo negocio, ejemplifican el dilema que encaran los más de 250.000 orleanenses, que tras el desastre de "Katrina" han luchado para revitalizar la ciudad construida en un meandro del río Misisipi tan cerrado que la deja encajada entre el río y el lago Pontchartrain.


Si "Katrina" inundó el 80 por ciento de la ciudad y causó 1.800 muertos, "Gustav" no ha llegado a tener el mismo impacto, ya que ha entrado menos fuerte de lo que se esperaba y, por suerte, se ha desviado de la ruta prevista 70 kilómetros.


Sin embargo, ha sacado a dos millones de personas del sur del estado de Luisiana y ha hecho recordar el éxodo al que se vieron sometidas miles de personas hace tan sólo tres años.


De nuevo viene a la mente la misma pregunta: ¿Merece la pena?.


"Yo me vine aquí el año pasado", contó Browning, de 32 años, "quería tomarme un sabático de mi profesión, químico industrial, y aquí están mis amigos". Su idea era quedarse otro año más pero "después de esto, ya no estoy tan seguro de que me quede, siquiera, hasta fin de año".


"El huracán en sí no fue tan terrible. Pero esto de que cada dos años tengan una emergencia así no es como para plantearse un negocio de largo plazo", dijo.


Cohn, de 28 años, alquiló el pasado diciembre un local en Bourbon Street, la animada calle del barrio francés, y abrió su pequeño restaurante "Mr. Chubby's".


Desde la barra, aguantó los embates del huracán y atendió sin descanso a los cientos policías y soldados apostados en la ciudad. "A media noche se nos agotaron los suministros", contó, "pero la Guardia Nacional nos trajo carne, pan, leche, zumos y café. Yo no me fui, no me voy, no me iré", asegura.


Las autoridades de Nueva Orleans se enfrentan ahora a otro dilema: impedir que los orleanenses retornen demasiado pronto y asegurarles, al mismo tiempo, que podrán regresar en breve.


Margaret Snowdown, de 29 años, es maestra en las escuelas públicas de Nueva Orleans y también está resuelta a quedarse "si es que hay estudiantes y si tenemos escuelas".


"Pero ha llegado el momento de que todos, el gobierno federal, el gobierno del estado, la alcaldía y la ciudadanía, todos, encaremos con seriedad los problemas profundos de Nueva Orleans", agregó.


El problema, según la maestra, es que la mayor parte de la ciudad está construida por debajo del nivel del lago y, además, se hunde lentamente. "Esto no se arregla con parches", lamentó.


Desde el paso del "Katrina" se han invertido unos 12.000 millones de dólares para reforzar los diques y canales que mantienen el agua fuera de la ciudad, pero aun así sólo han completado el 20 por ciento del plan inicial.


Y mientras las voces críticas dicen que la inversión en Nueva Orleans es un gasto continuo que nunca se va a acabar, sus ciudadanos esperan que las aguas vuelvan a su cauce para demostrar que Nueva Orleans es una ciudad irremplazable.