HERALDO ABIERTO

“Comiendo mucho gazpacho he llegado a alcanzar los 109 años”

Carmen Vázquez, una de las seis personas más mayores de Aragón, cumple mañana 109 años junto a su familia. Goza de buena salud y dice que el secreto de su larga vida tiene que ver con la dieta.

Carmen Vázquez, junto a su hijo Fernando Reig, ayer, en el jardín de la residencia de Santa Fe.
“Comiendo mucho gazpacho he llegado a alcanzar los 109 años”
MAITE FERNÁNDEZ

Nunca perdí el apetito, siempre me ha encantado comer y para la cena, sobre todo, me gusta mucho el gazpacho”, cuenta Carmen Vázquez, que mañana cumplirá 109 años.


“Este es el único secreto de mi edad”, revela con una sonrisa pícara. La que fuera en tiempos actriz de teatro vive ahora en la residencia de mayores Vitalia, en Santa Fe (Zaragoza), donde ayer disfrutaba del sol en el jardín junto a su hijo Fernando Reig y su nuera Josefina Guillén.

“Nací el 29 de marzo 1900 en Valparaíso, Chile, la Tierra de Fuego”, declama con voz alta y un cierto aire de dramatismo. Lleva las uñas pintadas en rosa, un pañuelo del mismo tono y unas flamantes gafas de sol de última moda. “Mis padres, también actores de profesión, tenían una compañía de teatro con la que viajaban por Sudamérica y mi hermana menor y yo nacimos durante una de sus giras”, explica.


Gracias al trabajo de sus padres, Carmen y sus otros tres hermanos pudieron recorrer el mundo. Su familia viajó por toda España, pero también visitó otros muchos países como Perú, Cuba y Chile, entre otros.

Una vida de teatro

El teatro le ha acompañado durante toda su vida. Después de una audición en Valencia, donde estuvo actuando durante la Guerra Civil, Carmen fue presentada al que sería luego su futuro marido, el médico Rigoberto Reig, con el que se llevaba casi una docena de años de diferencia.


“Mis padres se casaron en Madrid en plena Guerra Civil. El sacerdote tuvo que llevar las formas sagradas para la ceremonia ocultas en un carnet de la CNT por miedo a la represión de los republicanos”, cuenta su hijo, Fernando. Al ser una mujer casada y no estar bien visto en aquellos tiempos su trabajo sobre el escenario, la madre de Fernando realizó diversos doblajes de voz para películas. Todavía hoy, Carmen conserva la capacidad de recitar algunos versos de un poema de Calderón de la Barca, uno de sus autores preferidos: “Cuentan de un sabio que un día...”.


Pese a su avanzada edad, Carmen posee una salud a prueba de bombas. Goza de una memoria de elefante, así como de una viveza mental envidiable. “Solo a veces se queja de que le duele un poco la espalda, pero nada más”, afirma su nuera, Josefina Guillén, con quien mantiene una buena relación familiar.


Desde hace tres años, Carmen vive en una residencia para mayores de Santa Fe. Le gusta el ambiente, la comida y el personal que la trata. “Hoy (por ayer) ha tomado ocho churros para el desayuno”, dice una de las enfermeras.


Carmen sigue siendo un poco presumida. Pese a su buen apetito, se conserva delgada y le gusta ponerse guapa. Además, le encantan las joyas y los pendientes. Siempre quiere vestirse bien y, al menos una vez a la semana, viene una peluquera para peinarla y pintarle las uñas. “Nunca he sido una chica guapa, pero tengo una cara agradable y mi figura siempre ha sido buena”, cuenta una Carmen algo coqueta.


Para esta venerable anciana, su famila es lo más importante. Fernando le viene a visitar casi todos los días y mañana celebrarán el cumpleaños todos juntos, incluida su bisnieta Natalia, que tiene siete años. “Es una chica preciosa y sobre todo muy inteligente y lista” añade. “Ojalá haya un pastel de chocolate porque son los que me gustan más”, dice contenta.