CIENCIA

La pintura que salva

Una científica de origen aragonés lleva años investigando cómo luchar contra los insectos que propagan el mal de Chagas, la malaria y otras enfermedades tropicales.

Patentó un compuesto que en Bolivia ya ha logrado frenar el mal de Chagas. Su descubrimiento puede revolucionar, además, la lucha contra la malaria, la leishmaniasis y otras muchas enfermedades que cada año matan a decenas de miles de personas. Sin embargo, ni ella es médico ni su producto es una vacuna. La científica de origen aragonés Pilar Mateo Herrero se doctoró en Ciencias Químicas y, sin intuir el alcance de lo que estaba haciendo, hace unos años creó una pintura capaz de luchar contra los insectos que propagan esas patologías.

 

Ahora, Pilar compagina varios proyectos para aplicar esa tecnología a distintas especies de mosquito con su labor en favor del pueblo guaraní y su actividad de sensibilización. No se corta a la hora de referirse a las enfermedades tropicales como "un genocidio consentido por la comunidad internacional", y lo hace siguiendo una máxima. "Los científicos tenemos la obligación de denunciar lo que vemos, aunque ofenda a los poderosos -dice-. Tenemos que ir a menos congresos y estar más al servicio de los demás fomentando la movilización social".

 

Aunque nació en Valencia hace 50 años, Pilar se siente muy aragonesa. Su abuelo era de La Fresneda y su padre, ya fallecido, de Villel. Ella estudió Químicas porque su familia tenía una empresa de pinturas y barnices, pero la vida le ha llevado por un camino muy distinto del que imaginaba entonces.

 

"Siendo ya doctora, una persona me pidió que le dirigiera un trabajo de licenciatura -recuerda-. No se me ocurría nada, y de repente, oyendo una noticia sobre un quirófano que había tenido que cerrar por una plaga, pensé que sería interesante crear una pintura que llevase incorporado un insecticida".

 

Aquel trabajo obtuvo un sobresaliente, pero sus aplicaciones prácticas no funcionaron y Pilar asumió el reto personalmente. A fuerza de investigar, esta científica, que ha sido finalista del premio Príncipe de Asturias de Cooperación, creó unas microcápsulas capaces de soltar muy poco a poco el insecticida que contienen. Esa liberación lenta permite que el efecto de la pintura contra los insectos dure mucho tiempo y que no sea contaminante.

 

"Cuando vi lo que había logrado, le dije a mi padre que le iba a hacer rico -recuerda-. De hecho, las primeras aplicaciones las desarrollé contra los mosquitos y las cucarachas del Primer Mundo". A eso se dedicó durante un tiempo, hasta que un día de 1998 un médico boliviano fue a verla.

"Se me acercó y me dijo: 'Mi pueblo se muere y su tecnología puede salvarnos' -cuenta Pilar-. Se refería a los guaraníes bolivianos y al mal de Chagas, una enfermedad incurable que se propaga por un chinche y que cada año mata a unas 45.000 personas en todo el mundo". Aquel encuentro fue un punto y aparte en su vida.

 

"Me fui a Bolivia pensando que en un mes lo solucionaría y ya llevo allí 12 años, aunque voy y vengo para ver a mis hijos -continúa-. Al principio fue más difícil de lo que creía, pero después de mucho esfuerzo hemos logrado que en esa zona del mundo ya no se hable del mal de Chagas, sino de desarrollo".

 

Además de frenar la enfermedad, Pilar ha puesto en marcha en Bolivia todo tipo de proyectos sociales y benéficos. A nivel internacional colabora con distintos programas de lucha contra la malaria, la enfermedad del sueño, la leishmaniasis, el virus del Nilo...

 

Ahora, acaba de firmar un convenio con la DGA e Ibercaja para investigar cómo frenar al mosquito tigre y al que extiende el dengue. "Hay que unir conocimientos para encontrar soluciones", repite Pilar una y otra vez. Sus vivencias se han recogido en el libro 'El vampiro de los pobres', cuyos beneficios se reinvertirán en nuevos proyectos de desarrollo.