TURISMO

La otra cara de la primavera árabe

Cara oculta no significa en este caso un pasado oscuro sino todo lo contrario: un ayer glorioso que dejó en estos países huellas arqueológicas que hoy aún podemos admirar.

Crac de los Caballeros, Siria
La otra cara de los países de la primavera árabe
HA

De sobra es conocido el patrimonio arqueológico de Egipto y Túnez, dos de los países que han vivido la llamada primavera árabe. Los rincones de otros países de este grupo, como son Libia y Siria, no son un destino turístico 'puntero', pero lo cierto es que también esconden un patrimonio arqueológico muy interesante.


Túnez fue el primer país en deshacerse, en enero de este año, del sátrapa que dirigió el país a su antojo durante más de 20 años, Ben Alí. La revolución pilló de visita a muchos turistas, algunos de ellos españoles, ya que este país mediterráneo es un destino muy popular por su cercanía, su rico patrimonio arqueológico y, sobre todo, porque es muy asequible.


Las ruinas más conocidas de este país mediterráneo quizás sean las de la ciudad de Cartago, uno de los enclaves comerciales más importantes de la Antigüedad, aunque hay otros lugares de visita obligada. Por ejemplo, el anfiteatro de El Djem, el más grande del continente africano y el cuarto del mundo. Ambos enclaves tienen la distinción de lugares Patrimonio de la Humanidad otorgada por la Unesco. Otros lugares tunecinos con esta distinción son las medinas de la capital y de la ciudad de Susa, la ciudad de Kerkoune y la de Dougga.


Túnez tiene también reclamos turísticos menos históricos, como la ciudad de Matmata, que es un lugar de peregrinación turístico desde que le sirviera a a George Lucas para recrear paisajes de 'La Guerra de las Galaxias'.


Tras la caída del 'cortijo' del clan Alí, le llegó el turno a Egipto y a su líder Hosni Mubarak. El patrimonio arqueológico de Egipto es de sobra conocido: la ciudad de Tebas -este conjunto incluye el famoso Valle de los Reyes-, el gran templo de Abu Simbel o el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, entre otros muchos lugares, visitados cada año por miles de personas.


Menos conocidos son, sin embargo, los tesoros arqueológicos que esconden Libia y Siria. En el hasta hace poco feudo de Muamar Gadafi -aún en paradero desconocido-, miran al mar los restos de la ciudad romana de Leptis Magna. También impresionan los restos de otra ciudad romana muy poderosa en su época, Sabratha. Igualmente son admirables las ruinas de la ciudad griega de Cirene, Patrimonio de la Humanidad desde el año 1987.


En Siria se puede observar el castillo de Crac de los Caballeros, un testigo privilegiado de la época de las cruzadas que sobrevive al tiempo y al olvido. Otro castillo que merece la pena visitar es el de Saladino, también en Siria, como las ciudades de Alepo, También el castillo de Saladino, las ciudades de Alepo, Bosra, Damasco y Palmira, todas ellas declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Este mismo año la Unesco ha otorgado esta distinción a un grupo de ocho villas antiguas situadas al norte del país que datan de tiempos del Imperio Bizantino.

Revolución sin daños en el patrimonio


No se tiene noticia de que haya habido daños serios en ninguno de los restos arqueológicos mencionados. Sin embargo, sí que hubo saqueos, y varias piezas resultaron dañadas, en el Museo Nacional de Egipto, en El Cairo. Allí, exaltados lanzaron cócteles molotov contra el recinto y algunos de ellos accedieron al interior, donde rompieron y sustrajeron diversos objetos.