MEDIO AMBIENTE

La normativa de la discordia

La nueva normativa comunitaria sobre plaguicidas intenta restringir el uso de los productos químicos para proteger la salud humana pero España está aún lejos de tener un mercado respetuoso con el medio ambiente.

La nueva normativa comunitaria sobre plaguicidas intenta restringir el uso de los productos químicos y fomentar los biológicos para proteger la salud humana pero, aunque el sector agrario avanza en esa línea, España está aún lejos de tener un mercado transparente y respetuoso con el medio ambiente.


La normativa, recién pactada por el Parlamento Europeo, tiene dos partes, una sobre la autorización de plaguicidas y otra sobre su uso, y ha sido aprobada tras una larga discusión, principalmente por el rechazo de la industria y los agricultores.


También prohíbe fabricar fitosanitarios con sustancias químicas que puedan ser cancerígenas, afectar a la reproducción humana o dañar a las abejas, fumigar por el aire, y utilizar pesticidas cerca de zonas públicas como parques, escuelas o jardines.


Silvia Lacorte, investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo Pascual Vila del CSIC, explica que los plaguicidas que se aplican en las extensiones agrícolas son compuestos neurotóxicos que, aunque se degradan en pocos días, son altamente tóxicos y afectan a todos los organismos vivos, también a las personas.


Eliminarlos "es imposible" porque sin ellos no se podría mantener la producción agrícola ni eliminar las plagas de las ciudades (hormigas o cucarachas), pero "es positivo" que la UE los vaya sustituyendo por otros menos tóxicos.


El "fenitrotion", por ejemplo, se ha utilizado en España hasta 2007 para eliminar el cangrejo rojo, pero una vez en el río, "este neurotóxico entra en la cadena trófica de los animales" destruyendo todo el ecosistema; algo parecido ocurría con el "temefos", uno de los neurotóxicos más letales y rápidos que se fumigaba para eliminar mosquitos; fue prohibido en 2008.


Sin embargo, aunque la UE va en la buena dirección -opina la investigadora- el verdadero reto es conseguir que se haga un buen uso de esas sustancias.


De la misma opinión es el químico del departamento de Análisis de Contaminantes Ambientales del CSIC Luis Cuadra, quien reconoce que, aunque los plaguicidas son todos tóxicos, "unos más, otros menos".


Sin embargo, los plaguicidas son necesarios y, por lo tanto, lo importante es aplicarlos bien y en las cantidades adecuadas porque en España se suele creer que "si dos es bueno, cuatro será mejor".


Sin embargo, frente al poder letal de las sustancias químicas, ¿son los productos biológicos una alternativa inocua?


"Hay una tendencia muy peligrosa de pensar que todos los productos químicos son malos y los biológicos buenos, y eso es un error" porque "por muy naturales que sean, son organismos vivos cuyo uso puede tener efectos secundarios muy perniciosos".


"Lo más seguro sería combinar todos los métodos que existen", (biológicos y químicos) pero, lamentablemente, el problema es que los agricultores no conocen todas las posibilidades ni están suficientemente asesorados por técnicos especializados.


Intereses contrapuestos


Precisamente los agricultores son, junto a la industria, los que más se han opuesto a esta normativa que -denuncian- afectará a los cultivos de España y dificultará el control de las plagas propias del mediterráneo, como las que atacan a los cítricos o a los olivos.


"Necesitamos esas materias activas para cosechar productos de calidad y sanos" porque "a nadie se le ocurrirá comercializar naranjas o manzanas con gusanos porque no se han podido tratar", denuncia la Unión de Pequeños Agricultores de Andalucía (UPA-A).


Isaac Abril, del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo de Sevilla, reconoce que "hay intereses contrapuestos", pero la UE tiene que limitar el uso de los fitosanitarios que "no van a dejar de utilizarse" pero cuyo uso "debe ser cada vez más puntual".


Abril forma parte de una comisión multisectorial formada por varios grupos de trabajo, de los Ministerios de Trabajo, Sanidad y Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, que deciden qué productos pueden comercializarse y son seguros para el operario y el medio.


Obviamente, ni la industria ni los agricultores están interesados en que haya menos productos, pero "nosotros queremos que haya los justos para que la agricultura siga funcionando" sin afectar a la salud y, ante esta realidad, "unos y otros tendrán que adaptarse".


Y precisamente por eso la normativa fija tres años para que los agricultores sustituyan los productos más peligrosos por alternativas menos dañinas y la industria incremente la fabricación de productos biológicos, explica el subdirector general de Sanidad Ambiental del Ministerio de Sanidad, Fernando Carreras.


En cualquier caso, los fitosanitarios que se utilizan en España son los que "presentan mejor perfil desde el punto de vista sanitario, del consumidor, el operario y el medio ambiente", defiende el subdirector general de medios de Producción del Ministerio de Medio Ambiente, Luis Orodea.

Un mercado lucrativo


En 2006 la presencia del pesticida no autorizado "isofenfos metil" en varias partidas de pimientos almerienses causó un escándalo que produjo pérdidas millonarias al sector agrario.


Un año después, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA) activó una operación nacional que se saldó con 91.183 litros y 43.530 kilos de sustancias ilegales intervenidas, ocho detenidos y 41 imputados.


"La mayoría eran españoles vinculados a redes de contrabando de China, donde hay numerosas fábricas de producción ilegal que copian productos o crean sustancias", explica el teniente Salvador Ortega.


"El mercado clandestino de los fitosanitarios es tan similar al de las drogas que incluso utiliza las mismas rutas desde Asia", con la ventaja de ser "un mucho menos peligroso y vigilado que el de las drogas pero tanto o más lucrativo", explica el teniente.


Hasta ahora, el mercado negro de fitosanitarios estaba muy localizado en el sur este de España (Alicante y Almería), donde se han encontrado "niveles muy altos de toxicidad en pantanos de agua para consumo humano", asegura.


En cualquier caso, este mercado negro "está en franco retroceso", por el aumento de los controles, el incremento de los productos biológicos y, sobre todo, gracias al escándalo de los pimientos de Almería, que causó grandes pérdidas al sector".


Lo cierto es que se siguen utilizando y necesitando los fitosanitarios para algunos procesos pero su uso será cada vez más residual y eso tendrá efectos en el mercado ilegal, la salud y el medio ambiente, aventura este miembro del SEPRONA.