PRIMERA CORRIDA DE TOROS TRAS LA PROHIBICIÓN

La Monumental celebra entre proclamas su primera corrida tras la prohibición

Miguel Tendero se estrenó en la plaza barcelonesa indultando un toro y cortando dos orejas y un rabo simbólicos.

El diestro Miguel Tendero dio la vuelta al ruedo en La Monumental mostrando sus trofeos y la bandera catalana.
La Monumental celebra entre proclamas su primera corrida tras la prohibición
JOSEP LAGO/AFP PHOTO

La Monumental de Barcelona vivió ayer una jornada taurina marcada por la sensación de fin de fiesta y en la que muchos aficionados se vistieron de negro como signo de duelo "por la muerte del toreo".

Era la primera corrida de toros después de que el pasado miércoles el Parlamento catalán aprobara su prohibición a partir de 2012, y se esperaba tensión a las puertas y un gran sentimiento en la arena. Los augurios se cumplieron. Una treintena de antitaurinos se manifestaron frente a La Monumental y algunos protaurinos respondieron con insultos, aunqe la cosa no pasó a mayores.

"Es una provocación que vengan a manifestarse cuando ya han conseguido lo que querían", dijo el portavoz de la Plataforma en Defensa de la Fiesta, Luis Corrales, que aseguró que "hemos perdido esta batalla, pero la guerra continúa".

"Estaremos aquí hasta que dejen de torturar animales", le respondía el organizador de las concentraciones antitaurinas, Lluis Villacorta, que se manifestó con el cuerpo pintado de rojo, como lleva haciendo durante los últimos seis años. "Los toros damos las gracias a Cataluña... pero seguimos sufriendo. España, ¡ayudadnos!", se podía leer en la pancarta que portaba una joven que gritaba "asesinos" a los aficionados a los toros congregados en la acera contraria.

"A ver si os atrevéis a venir a las tierras del Ebro", respondió un joven aficionado a los toros llamado Víctor Muñoz, en referencia a los 'correbous' (festejos taurinos donde no muere del toro), que se celebran por las calles de diversas localidades del sur de Cataluña.

Dentro de la plaza, los aficionados de toda la vida compartían tendido con un nutrido grupo de turistas, como un joven danés que reconocía que le parece bien que prohíban los toros, pero ha decidido a acudir a la plaza porque "es la primer vez que vengo a España y, sin van a prohibir los toros, quizás no tenga muchas oportunidades más de verlos".

Los aficionados, que ocupaban menos de media plaza, se pusieron en pie cuando la banda interpretó el himno de Cataluña y gritaron "libertad, libertad" en cuanto vieron aparecer a las cuadrillas. Era el primero de los muchos momentos emblemáticos que se vivieron a lo largo de la tarde.

Antes de que las cuadrillas rompieran filas tras el paseíllo, el altavoz de la plaza hizo un anuncio: "Los profesionales de la tauromaquia manifestamos nuestro rechazo a la decisión del Parlament y pedimos que cese la manipulación política de la fiesta. Exigimos garantías para ejercer el derecho al trabajo y el derecho a asistir a un espectáculo que forma parte de nuestra tradición y nuestra cultura. ¡Por la libertad! ¡Viva la fiesta taurina!", concluía la proclama.

Un indulto simbólico

La corrida también vivió un momento simbólico cuando los aficionados y el presidente perdonaron la vida a uno de los toros que lidiaba el diestro Miguel Tendero. El toro, de la ganadería de Valdefresno, se llamaba Rayito, pesaba 535 kilos y era nacido en enero de 2006. Fue un torrente de embestidas en el último tercio. Tendero, que hacía ayer su debut en La Monumental de Barcelona, fue premiado con dos orejas y rabo en una aclamada vuelta al ruedo.

El cartel de ayer lo completaban Juan José Padilla, que solo obtuvo silencios del respetable, y Curro Díaz, que saludó sendas ovaciones y emborronó con la espada la faena a su primero.

El ganadero y torero retirado Andrés Moreno explicaba antes de la corrida que "lo que esta prohibición supone para los ganadores no quiero ni pensarlo, pero me duele mucho más lo que supone para mí como persona, que he toreado 36 tardes en La Monumental, me despedí del toreo en La Monumental y ahora me siento como si me quisieran extinguir".

"La lucha no ha terminado", afirmaba a la puerta de la plaza de toros de Barcelona el torero catalán Serafín Marín, que añadió que "muchas veces he dicho que si las cosas seguían así tendría que irme de Cataluña, pero ahora no pienso irme porque mi tierra me necesita". Marín hizo esas declaraciones rodeado de las banderas catalanas que portaba la treintena de manifestantes protaurinos y de pancartas con lemas como "Los toros es cosa nuestra" y "40 años después vuelve la represión del pueblo catalán".

El escritor y ex ministro de Cultura Cesar Antonio Molina consideraba ayer que las corridas de toros son "cultura", al tratarse de una "expresión artística" acumulada en el tiempo, por lo que ve un "problema" tratar de "prohibir algo que lleva siglos y siglos llevándose a cabo".