REPORTAJE

¿Es su hijo superdotado?

Se calcula que casi 150.000 alumnos tiene una inteligencia fuera de lo común, pero solo un 5% está identificado. Lo peor de todo: los "síntomas" de un cerebro superdotado son similares a los de un niño con dificultad de aprendizaje.

Cuando Albert Einstein tenía doce años, sus profesores proclamaron que era tonto para aprender. Es el mejor ejemplo de cómo se puede desperdiciar el talento si no se descubre a tiempo. Las estadísticas del Ministerio de Educación (del curso 2003/2004) indican que en España hay 2.297 alumnos con sobredotación intelectual en los colegios públicos y privados del país -más de la mitad en Andalucía (575), Madrid (316) y Galicia (252)-. Pero los expertos advierten de que los alumnos con altas capacidades pueden superar los 146.000. Eso supondría que sólo el 1% está identificado.

 

La Organización Mundial de la Salud identifica como personas con superdotación intelectual a aquellas que tienen un coeficiente intelectual de 130 o superior, lo que le ocurre a aproximadamente al 2.28 por ciento de la población (a una de cada 50 personas). Por eso las estadísticas de alumnos de alta capacidad identificados por el Gobierno parecen quedarse cortas. ¿Dónde están los otros? Muy posiblemente también estén en clase y nadie sepa que se está desperdiciando su capacidad.

 

Si Einstein no hubiera ido a la universidad, quizá no hubiera descubierto nunca la Teoría de la Relatividad. "Eso pasa con mucha gente. Niños que hacían ecuaciones de segundo grado a edades muy tempranas y que hoy son taxistas, por ejemplo. Si se tiene una capacidad innata para tocar el piano pero no se tiene profesor, esa capacidad no se desarrolla. Si el talento no se trabaja, se va perdiendo", explica Javier Porto, portavoz de CTY (Center for Talented Youth) en España.

 

Siete de cada diez alumnos con altas capacidades tenía bajo rendimiento escolar y entre un tercio y la mitad incluso fracaso escolar, por no estar debidamente identificados y atendidos. En más de nueve de cada diez casos son los padres los que detectan que su niño "es más listo de lo normal". Habla antes de tiempo o lee a edad temprana, tiene gran curiosidad por tareas que le supongan un reto, se inventa canciones o historias de manera espontánea, muestran un amplio sentido de la moral y la justicia... Los indicadores son muchos.

 

Sin embargo, a veces los padres no se dan cuenta hasta que no tienen con quién comparar a su hijo, por lo que es muy común que no sospechen su sobredotación intelectual hasta que no llega un hermano o le ven en contacto con otros niños y perciben la diferencia. En cualquier caso el diagnóstico no se debe hacer antes de los tres años, porque quizá simplemente el niño sea precoz, pero nada más.

 

Son niños

 

Ante la sospecha de que el pequeño tiene una capacidad intelectual superdotada, los padres deben acudir a un psicólogo especializado para que emita un informe. En los colegios públicos, los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica hacen esta evaluación. "El profesional más capacitado para determinar el cociente intelectual de un niño es el psicólogo, y es a quien se debe acudir", sostiene el psicólogo educativo Jesús Ramírez. "Hay muchas asociaciones dedicadas a niños superdotados, y basta con poner algo así en Google para que aparezcan unas cuantas, pero mi consejo es que no se acuda a ninguna, (y me voy a pillar los dedos) porque en su mayoría, estas asociaciones están formadas por padres que realmente desean tener niños de altas capacidades y en casi todos los casos, cuando alguien acude a ellas para la evaluación, salen superdotados", añade como advertencia.

 

El experto explica que existen muchas pruebas que definen la capacidad intelectual, cociente intelectual, o cociente de desarrollo, si hablamos de niños de edades tempranas, pero en la actualidad, las aceptadas por toda la Comunidad científica son las de Wechsler, (WPPSI, para niños de edades tempranas, WISC para la mayoría de los niños ya que el rango de edad va de los 6 a los 16 años, y el WAIS para los mayores de esa edad (conforme dice en las especificaciones, iría hasta los 99 años).

 

En cualquier caso es necesario combinar varios test para poder llegar a una conclusión válida, por lo que siempre es conveniente hacer uso de otras pruebas, tales como el McCarthy o las matrices progresivas de Raven. Una vez identificados, las autoridades educativas permiten flexibilidad escolar, permitiendo que los niños con alta capacidad intelectual asistan a cursos superiores al que le correspondería por edad. Pero entonces habrá que tener en cuenta que tendrá que adaptarse a esa situación, porque lo contrario supondrá un problema añadido.

 

Para Jesús Ramírez, matricular al niño en un curso superior al de su edad cronológica es, en la mayor parte de los casos es "una barbaridad", porque no solamente influyen los factores intelectuales, sino también los emocionales. "Es muy normal, que los alumnos que cursan un año por encima del suyo, se vean desplazados por sus compañeros, o ellos mismos se autoexcluyan del grupo normativo, sobre todo, cuanto más temprana sea su edad. Y es lógico, porque con cinco años, uno, sería la quinta parte de su vida, mientras que con 15, la cosa es diferente". Mientras, en casa, nada debe cambiar en cuanto a cómo comportarse con el niño.

 

Las primeras indicaciones que reciben los padres son de sentido común. "No hay que permitirle que haga cualquier cosa porque tiene alta capacidad", advierte Porto. "Y sobre todo, hay que recordar cuál es su edad y desterrar falsos mitos. Puede que vaya a la Universidad, pero cuando salga de clase seguirá siendo un niño y posiblemente le apetezca más jugar al balón que irse a la cafetería con los de 26". Isaac Asimov o Albert Einstein (con coeficiente intelectual de 160), Gary Kasparov (de 190), Truman Capote (de 215) o Leonardo da Vinci (de 220) son algunos nombres de personas con alta capacidad que destacaron en las ramas para las que tenían mayor talento.