Hace algo más de un mes, cuando Steve Jobs anunció que dejaba el timón de Apple, una vez escrita la crónica en la que resumía su trayectoria, estuve tiempo pensando como titularla. ‘Adiós, Steve’ eran las dos palabras que venían una y otra vez a mi mente. Lo mismo me ha pasado hoy. Pero, finalmente, he decidido encabezar estas líneas con un ‘Gracias’.

Gracias con mayúsculas. Gracias por acercar la informática al gran público, por crear el primer entorno gráfico que permitió humanizar a las máquinas.

Gracias por innovar, por mostrar con un producto tras otro que la capacidad de sorprender no entiende de fronteras y por demostrar que el único límite era tu genial imaginación.

Gracias por copiar a otros tan grandes como tú y por inspirar al resto con tus innovaciones.

Gracias por reinventar la forma de escuchar música, por meternos internet en el bolsillo y por demostrarnos que las cosas se pueden hacer bien, muy bien, llevando la satisfaccion del usuario como dogma.

Gracias por no rendirte, porque cuando te despidieron de la compañía que tu mismo habías creado o cuando le tuviste que hacer frente a una terrible enfermedad, no te diste por vencido, sino que luchaste por levantarte cada día, mirarte al espejo y saber que podías volver a revolucionar el modo en el que entendíamos nuestra relación con la tecnología.

Gracias por convertir tus sueños en realidad y compartirlos con nosotros.

Gracias Steve. Gracias y hasta siempre.