TRÁFICO DE ANIMALES

Galgos robados a precio de oro

Dos redes que traficaban con perros de caza robados en media España cobraban hasta 30.000 euros por los mejores ejemplares y sacrificaba a los menos aptos.

Hasta 30.000 euros por un buen galgo de caza. Esta cantidad se ha llegado a pagar en el oscuro mercado de tráfico de animales al que la Guardia Civil ha dado un duro golpe. Ha detenido a 40 personas relacionadas con dos organizaciones dedicadas al robo y venta de galgos y otros animales. Dos operaciones denominadas 'Harry' y 'Clavijo', desarrolladas en 19 provincias y aún abiertas, han permitido recuperar más de 200 canes e intervenir varias armas y material muy diverso. Han sacado a la luz un negocio tan lucrativo como macabro. Mientras que los mejores ejemplares robados se vendían a precio de oro a cazadores y apostadores, los menos aptos eran sacrificados sin contemplaciones o utilizados para entrenar a otros perros de pelea.


Los más valiosos ejemplares se obtenían mediante robos, apuestas y compraventas ilegales. La organización contaba con la complicidad de varios veterinarios que implantaban a los galgos chips de de otros perros de procedencia legal y con la documentación en regla. Unos perros que se dedicaban bien a la competición, bien a la venta en el mercado negro.


Las alarmas saltaron en Cuenca, Zamora y Segovia. Se producían robos sistemáticos de galgos de caza, alguno tan llamativo como el de una decena de campeones robados en Cantimpalos (Segovia), valorado cada uno en 18.000 euros. Se comprobó que mientras en unos casos los animales eran abandonados o sacrificados, en otros alimentaban un tráfico muy lucrativo extendido por las dos Castillas, Extremadura, Andalucía, Aragón, Madrid y Murcia.


Ojeadores


Entre los detenidos, algunos 'ojeadores'. Los intermediarios que localizaban a los mejores perros en ferias, concursos y mercados donde 'marcaban' a animales con excelentes cualidades para la competición. Se intentaba su compra. Si resultaba fallida, se recopilaba la información necesaria para sustraer al animal. Unos robos que en muchos casos se cometieron mediante el uso de la fuerza y la intimidación. A menudo se amenazaba al dueño para que no denunciara el hecho.


A los perros robados se les extraía el microchip mediante un pequeño corte en la oreja. Se les implantaba después el microchip de otro perro de procedencia legal pero sin dotes para la competición. Estas maniobras se realizaban en lugares facilitados por terceras personas que se beneficiaban quedándose con los cachorros de los mejores ejemplares.


La Guardia Civil pudo establecer conexiones y localizar los puntos en los que se escondía temporalmente a los animales sustraídos. La vigilancia dio sus frutos, y el seguimiento en una veintena de provincias permitió la detención de 40 personas y la intervención de media docena de armas de fuego. Se recuperaron 226 galgos, 46 palomos de competición, 11 gallos de pelea y dos loros.


Se realizaron casi 50 registros en los que se intervinieron más de 300 cartillas sanitarias caninas, microchips y material veterinario para su implantación.


La operación sigue abierta y no se descartan más detenciones en los próximos días. De momento, ha permitido esclarecer más de 300 delitos contra el patrimonio, la protección de la flora y la fauna y de asociación ilícita y tenencia de armas.