LOS LUNES AL SOL

"Fui a ver a mi hijo a Ecuador en mis vacaciones y la empresa me despidió"

Karolyna Gómez, una ecuatoriana de 27 años, estuvo trabajando en su país como diseñadora gráfica desde los 18. En España lleva casi cuatro años y en mayo la echaron de su trabajo por medio de un burofax.

Karolyna Gómez.
"Fui a ver a mi hijo a Ecuador en mis vacaciones y la empresa me despidió"
CARLOS MONCíN

Karolyna Gómez, una ecuatoriana de 27 años, estuvo trabajando en su país como diseñadora gráfica desde los 18. "Nunca me faltó el trabajo y tampoco tuve problema para compatibilizarlo con los estudios, desde que a los 18 años tuve a mi hijo", explica. En 2007, su padre, que llevaba cuatro años en España, la animó a trasladarse aquí. "Me consiguió trabajo y, aunque yo tenía uno bueno en Ecuador, siempre aspiras a más, especialmente por tus hijos. Además, no quería arrepentirme más tarde de no haberme lanzado", cuenta.


Vino a España sola, y su hijo se quedó en Ecuador: "Tenía la esperanza de poder traérmelo algún día". Estuvo seis meses trabajando de comercial en una inmobiliaria. "No tenía experiencia, pero como siempre me ha gustado el trato con los clientes, estuve muy a gusto".


El sector inmobiliario fue el primero que se vino abajo con la crisis. Karolyna recuerda que vino en marzo de 2007 y que, a las tres semanas, explotó la burbuja inmobiliaria. "No llegué a vender ni un piso. Mi compañero solo consiguió colocar uno", admite. A los seis meses, la empresa se vio obligada a recortar plantilla y ella, al ser la última en haber entrado, fue la primera en salir.


"Como no tenía trabajo, me quitaron el permiso de residencia y estuve nueve meses sin papeles hasta que, por mediación de los asesores de un sindicato, conseguí la renovación", relata. Entonces, empezó a trabajar para una empresa de telecomunicaciones como teleoperadora, aunque siempre siguió buscando trabajo de lo suyo. "Jamás me llamaron para algo de diseño gráfico. Es cierto que no tengo convalidado el título, pero si me hicieran alguna prueba, podría demostrar mis conocimientos", asegura.


En la empresa de telecomunicaciones estuvo trabajando dos años. Allí, Karolyna tenía un contrato de obra y servicio. Con antelación, avisó que le gustaría cogerse las vacaciones en mayo para poder viajar a Ecuador a ver a su hijo, al que no había visto en tres años. "Volver a encontrarme con él y tener que dejarlo de nuevo, fue muy duro. Pero regresé a España a saldar mis deudas, porque había tenido que pedir mil euros para los billetes de avión", cuenta.

Despido improcedente

En España, recibió una mala sorpresa. Cuando encendió su móvil español, escuchó un mensaje de una amiga que le urgía a llamarla. "Fue ella quien me dijo que había sido despedida. Mi jefe no guardó ni siquiera el secreto profesional. Dice que me envió un burofax, justo nueve días después de coger las vacaciones, a sabiendas de que estaba en el extranjero y que no tenía forma de enterarme", explica.


De todas formas, el día que le correspondía fue a trabajar -"a mí no me habían comunicado mi despido", dice- y pidió explicaciones. "No me dieron ninguna", se queja. El asunto se resolvió como despido improcedente y Karolyna fue al paro. "Al golpe de tener que dejar de nuevo a mi hijo, me encontré con esto al llegar a España", lamenta. Por eso, Karolyna ha tomado la decisión de estar una temporada más aquí, buscar trabajo y, en un futuro cercano, regresar a Ecuador. "Mi novio se quedará aquí. Será muy duro, pero yo tengo que estar con mi hijo", dice.


De su paso por España se queda con la "gente maravillosa" que ha conocido. "La calidad de vida es incomparable a la de Ecuador. Lo único que lamento es que no voy a recuperar estos años con mi hijo".