VISITA DEL PAPA

"El Estado reconoce el peso de la Iglesia, pero garantiza la libertad de todos"

Zapatero expuso en cinco minutos al Papa su visión sobre la relación con el Vaticano. El portavoz vaticano suaviza las palabras del Pontífice sobre el anticlericalismo español.

El portavoz vaticano, Federico Lombardi, tuvo que comentar ayer la polémica comparación del Papa del día anterior, que equiparó el "laicismo agresivo" actual en España, en alusión a las políticas del Gobierno socialista, con el anticlericalismo de la Segunda República previo a la Guerra Civil. Como se esperaba, quitó hierro al asunto: "En las intenciones del Papa hay que excluir la polémica, solo comentó el secularismo en Europa y recordó momentos de la historia, no hay que buscar la confrontación".

Según explicó, se trató de un comentario, "no de un análisis histórico", y aclaró que quería defender un "encuentro entre la dimensión cristiana y el laicismo".

Estas palabras precedían el encuentro entre el Papa y José Luis Rodríguez Zapatero en el aeropuerto barcelonés de El Prat. Fue una breve charla a puerta cerrada de cinco minutos, que según el Vaticano se desarrolló con "cordialidad". En estos casos es raro que, por cortesía, trascienda el contenido de la conversación. El jefe del Gobierno español, sin embargo, reveló que durante su "cordial" encuentro con el Papa le expuso que, en su "fluida" relación con el Vaticano, "España actúa como un Estado aconfesional que reconoce el peso de la Iglesia, pero garantiza la libertad de todos".

Según fuentes del Ejecutivo, Rodríguez Zapatero expuso asimismo al Pontífice el "trascendental momento" para el orden económico internacional que supone la cumbre del G-20 en Seúl, donde el presidente del Gobierno defenderá la necesidad de regular el sistema financiero para lograr un equilibrio más justo, cuya prioridad sea atender a los países más pobres del planeta.

Además, el jefe del Ejecutivo garantizó a Benedicto XVI "toda la colaboración" del Gobierno español para su visita a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, que el Papa presidirá en agosto del próximo año, "de la misma manera que ha colaborado en el viaje que ahora finaliza".

En cuanto a la "relación fluida" del Estado español con la Santa Sede, Rodríguez Zapatero comentó a Benedicto XVI que es "fruto de lo que expresa la Constitución española como Estado aconfesional que reconoce el peso de la Iglesia católica" en este país, "pero que garantiza la libertad de todos".

El tercer encuentro

El de ayer fue el tercer encuentro entre el presidente español y Ratzinger, una relación que siempre ha sido tirante. El primero de estos encuentros fue en 2006, en la visita del Papa a Valencia, y el segundo, el pasado junio en el Vaticano, aunque Zapatero acudió como presidente de turno de la Unión Europea.

En esta ocasión, sin embargo, el debate se libró a distancia. Poco antes de la marcha del Papa, el secretario de Libertades Públicas del PSOE, Álvaro Cuesta, calificó las palabras del Pontífice sobre el anticlericalismo de España de "apresuradas" y de "desacertada" la alusión a esa época histórica, porque puede "inducir al error".

Aunque, según su análisis, el mensaje iba dirigido "fundamentalmente" a los obispos españoles, para que trabajen en "un encuentro entre fe y laicismo". Cuesta no dejó de subrayar que el Gobierno de Zapatero es "el que mejor ha tratado a la Iglesia católica", que recibe cada año 6.800 millones de euros.

Por su parte, el vicesecretario de comunicación del PP, Esteban González Pons, consideró que la frase del Papa "no ha sido bien entendida". Luego volvió a criticar la ausencia de José Luis Rodríguez Zapatero durante la visita del Papa: "Fue capaz de cruzar el Atlántico para rezar en el desayuno de Obama, pero ha sido incapaz de ir a Santiago para rezar con los gallegos o a Cataluña para estar presente mientras los catalanes rezan", criticó.