CIENCIA

España ocupa el décimo puesto en el medallero científico internacional

Por disciplinas, los mejor clasificados son los investigadores en Ciencias Agrícolas, que ocupan el tercer puesto, según una lista elaborada por el número de publicaciones.

Dado que las publicaciones científicas son consideradas el principal indicador de la potencia científica de un país, España ocupa el décimo lugar en el "medallero", de acuerdo con los datos que reflejan las bases de datos más potentes del mundo.


Así lo pone de relieve, por ejemplo, la plataforma mundial "Web of knowledge" (web del conocimiento), que contiene referencias de publicaciones de todas las áreas de conocimiento desde 1945.


Según los expertos consultados, esa plataforma es el mejor sistema para conocer la salud científica de un país y a sus investigadores, y es además el más utilizado por la comunidad científica.


La web, que recoge los resultados acumulados en la última década, revela que eruditos nacionales o extranjeros pertenecientes a instituciones españolas publicaron 278.000 artículos y fueron citados 2,4 millones de veces en total por otros científicos a nivel mundial.


España ha ido creciendo paulatinamente desde 190.000 artículos publicados y 1,2 millones de citas en 2002 (puesto duodécimo), hasta alcanzar el puesto décimo por primera vez en 2007.


Por disciplinas, el país alcanza actualmente su mejor clasificación con un tercer puesto en Ciencias Agrícolas, mientras que EE. UU. lidera todas las áreas con treinta y nueve millones de citaciones en total.


Avelino Corma, el científico español que ha publicado en más revistas del sector (361 en Ciencias Químicas), cree que este sistema de mediciones "es importante" porque supone una repercusión en el trabajo que se realiza y es la mejor forma de valorar a los científicos. La "Web of knowledge" consta de una base de datos que se actualiza cada viernes y envía un correo electrónico automático al científico cada vez que alguien ha citado su artículo, en el que especifica el investigador y la revista que lo han nombrado.


Sin embargo, según Corma, la plataforma también obliga a los científicos a rendir resultados a corto plazo y a "arriesgar menos con proyectos conservadores".


El científico español más citado es Manuel Aguilar-Benítez, que ha trabajado en la puesta en marcha del acelerador de partículas en el CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas), y cuenta con un total de 11.321 citas en el ámbito de la Física.


El mejor clasificado es Francisco Tomás-Barberán, del departamento de Ciencias de la Alimentación y Tecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ocupa el puesto duodécimo en Ciencias Agrícolas. Tomás-Barberán explica que a mayor número de citas, existe mayor impacto, porque a nivel científico hay una frase que es "publica o perece", aunque las investigaciones son "parciales" porque hay que publicarlas "antes de que otro se adelante".


El químico y profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III Carlos Elías analiza este sistema en su libro "La Razón Estrangulada" y asegura que el estudio de Darwin hoy en día "tendría trescientas publicaciones en vez de una", ya que se segmentaría para sacar más citaciones.


El "índice h"


Juan Carlos Espín, jefe del departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS), perteneciente al CSIC en Murcia, opina que el impacto científico se mide mejor por el "índice h", que se obtiene a partir de la clasificación que tiene un científico de sus artículos y las citaciones que ha recibido cada uno. Mariano Barbacid, director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, apenas aparece en la "Web of knowledge", pero tiene un "índice h" de 84, que es de "ciencia-ficción", según Espín.


Elías asegura que se han dado casos en los que científicos españoles se han puesto de acuerdo con colegas americanos para que aparezca la firma de éstos en el artículo y así tengan más posibilidades de pasar la primera criba en la publicación. Espín, por su parte, asegura que los científicos españoles no han tenido más remedio que buscar esas firmas porque las revistas estadounidenses son "demasiado corporativistas".


Alguna de estas revistas han rechazado trabajos del equipo de Espín y años después han publicado el mismo trabajo hecho por otro equipo, según el investigador