VIAJES

El viaje sin límites de Miguel

Su "capacidad diferente" no le ha frenado. No para de viajar y lo cuenta en internet, para que todo el mundo sepa solventar los obstáculos cuando sale de casa.

Miguel Nonay, delante de la bola del mundo. La del Pilar.
El viaje sin límites de Miguel
ESTHER CASAS

Se define como una persona "muy movida". Y no se equivoca. En los últimos años, ha estado en Túnez, Croacia o Costa Rica, donde hizo kayak o rafting. Nada extraño, si no fuera porque el zaragozano Miguel Nonay tiene una discapacidad -"capacidad diferente", matiza-, que le obliga a usar muletas o silla de ruedas, aunque en sus paradas por España, especialmente cuando se traslada entre su casa de Utebo y Zaragoza, se apañe mejor con una scooter. "¿Y qué? Nada de eso me para -dice, con determinación-. Siempre intenté no quedarme atrás".


No lo hace. A los 8 años enfermó de poliomelitis y le anunciaron que tendría que ir en silla de ruedas. "Mi padre, un trabajador muy humilde, me enseñó a luchar cada día, me llevó a todos los médicos, y no consintió que parara". Y él le hizo caso, claro. Siempre en marcha, un empeoramiento en su salud le animó hace un año y medio a contar su experiencia por internet y abrió el blog "A salto de mata". "Es una expresión de aquí que además me va como anillo al dedo: yo ando a saltos y voy de aquí para allá". Desde esa ventana virtual, cuenta cómo realiza los viajes y cómo salvar la no accesibilidad en muchos puntos del mundo. Y ¿cómo se hace? "Con esfuerzo e imaginación. Y con humor. No puedo doblar las rodillas y ando como Mazinger. Pero soy aragonés, y de algo me tenía que servir la cabezonería".


No buscaba trascendencia, simplemente, que le sirviera de diario de sus vivencias. Pero, enseguida, logró una fiel y nutrida audiencia. Y más desde que contó un problema que tuvo con Renfe, que no le dejó subir con su scooter a un AVE, recibiendo decenas de comentarios y provocando que la empresa pública le llamara para solucionar la situación. "Yo podía ir a Madrid por otros medios, pero hay gente que no y no quería que le volviera a pasar a nadie", puntualiza.


El apoyo y los mensajes recibidos durante días llevaron a Miguel a plantearse un giro, para ofrecer información sobre accesibilidad a todos los niveles. "Un local con un escalón puede ser accesible para unos y no para otros", justifica. Así que se alió con otra bloguera viajera y, desde el pasado mes, existe en internet viajerossinlimite.com, una web sin ánimo de lucro donde cualquier trotamundos puede escribir su experiencia. Con una sola condición: que detalle cómo acceder a los sitios. "No necesitamos saber las maravillas del Pilar, sino cómo entrar a verlas: si hay escaleras, si podemos salvar un obstáculo dando un rodeo? Además, se puede enriquecer con ciertas informaciones como qué meter en la maleta cuando vas en silla de ruedas a un determinado lugar", informa Miguel. En resumen: que sus lectores estén tan preparados como él a la hora de elegir destino. "Yo escojo dirección según lo que me apetece, no en función de mis limitaciones. Mi pareja, Eva, una vez que sabemos dónde ir, hace acopio de información para superar impedimentos. Y siempre los hay", afirma, sin ápice de resentimiento en sus palabras. "He subido montañas y me he adentrado en selvas, pero he estado dos veces en Praga y nunca he podido subir a la torre de la pólvora. Son 300 escaleras y, aunque da rabia, es así. Sin embargo, fui a León hace meses y unos amigos me cogieron para poder acceder a una catarata. Cuando uno sale de viaje tiene que superar la vergüenza y ser muy humilde", considera.


Con esa humildad, sigue de un lado a otro, también por Zaragoza, una ciudad que aprueba en accesibilidad, comparada con otras de Europa. "Eso no quita para que en una calle haya un rebaje de una acera y en la de enfrente no. O que esté hecho de forma que podemos volcar. Cuesta menos hacer las cosas bien que mal, así que le pediría a las instituciones que nos consulten. No por listos, sino por nuestra experiencia", concluye.