TERRIBLE INCESTO EN AUSTRIA

El secuestrador incineró a uno de los bebés que tuvo con su hija

Una joven vivió 24 años secuestrada por su padre y tuvo con él siete hijos, uno de los cuales murió y fue incinerado por su propio progenitor. El hombre, de 73 años, dijo que su hija se había ido a vivir con una secta religiosa y había abandonado a los hijos.

Los austriacos están consternados tras el arresto de un hombre de 73 años que, según la policía, mantuvo a su hija encerrada durante 24 años en un sótano sin ventanas y tuvo con ella siete hijos, uno de los cuales murió y fue incinerado por el propio progenitor.

 

Josef Fritzl, acusado de haber encerrado en un sótano a su hija Elisabeth durante 24 años, haberla violado sistemáticamente y haber tenido con ella siete hijos, ha comenzado a declarar ante la policía.

 

"Básicamente está confesando (su culpabilidad), aunque en los detalles difiere" de la versión manejada hasta ahora por las autoridades, informó el inspector jefe Leopold Etz, de la Oficina contra el Crimen de Baja Austria, a la agencia APA.


La policía indicó que la mujer, identificada como Elisabeth F., de 42 años, les contó que su progenitor, Josef, la confinó en el sótano de un edificio a 1,7 metros bajo tierra en la localidad de Amstetten en 1984, y la drogó y ató antes de encerrarla. Tres de los hijos estuvieron encerrados desde que nacieron en el sótano del edificio gris junto con su madre y nunca habían visto la luz ni recibido educación, informó la policía. Los otros tres fueron criados por la madre de la víctima y el agresor.

Un zulo en los bajos de la casa


Las autoridades han revelado más detalles del zulo de unos 80 metros cuadrados en los bajos de una casa donde vivía la familia, de la que ni parientes ni vecinos jamás sospecharon que pudiera cometerse tal atrocidad. La hija del sospechoso de incesto, Elisabeth, que fue llevada, junto con sus hijos y su madre, a un hospital psiquiátrico regional, se hallaba en un estado psíquico deplorable y daba la impresión de tener 20 años más, dijo Franz Polzer, comandante de la policía del Estado federado de Baja Austria, donde está Amstetten.


La mujer, que tiene ahora 42 años, estuvo cautiva desde los 18 en un zulo sin luz natural en los bajos de la casa durante 24 años sin que al parecer nadie, ni siquiera la esposa del sospechoso, se diera cuenta de la situación.


Según el diario "Die Presse", la víctima explicó a la policía que su padre, que hoy tiene 73 años, abusó sexualmente de ella por primera vez cuando tenía once años y que cuando tenía 18 la llevó al sótano de la casa y la inmovilizó con esposas. Allí permaneció durante 24 años y fue violada repetidamente por su padre.


De los siete hijos que el sospechoso, identificado como Josef Fritzl, tuvo con su hija, nacieron gemelos en 1996, de los que uno falleció a los tres días, y el padre y abuelo lo incineró en el jardín, según explicó la aturdida madre a los agentes.


Tres de los hijos, de 19, 18 y 5 años, jamás vieron la luz del día y permanecieron siempre con la madre en el escondite, sin que las autoridades sospecharan nada durante años, mientras que los otros tres fueron "adoptados" por el matrimonio y hacían una vida que los vecinos y compañeros de escuela consideraban normal.

"Aparecían" abandonados

Los otros tres niños fueron criados por Josef y su esposa tras aparecer abandonados en el edificio donde vivía la pareja. El primero de ellos llevaba una nota de Elisabeth en la que decía que no podía cuidar del bebé. Rosemarie, además de Elisabeth y sus hijos, están recibiendo apoyo psicológico y se les ha extraído muestras de ADN para analizarlas.

El abuelo y presunto padre de estos niños había creado la leyenda de que la madre había abandonado la casa y se había ido con una secta religiosa, lo que apoyó con cartas que obligó a escribir a su hija para justificar esta versión.

Una hija enferma


El caso se destapó cuando una joven de 19 años - la mayor de los tres hijos encerrados- se puso gravemente enferma y tuvo que ser hospitalizada.


Los médicos solicitaron la presencia de la madre, que se creía que estaba desaparecida, para que aportara más detalles sobre el historial médico. Josef sacó entonces a Elisabeth y sus otros dos hijos del sótano, diciendo a su mujer que su hija "desaparecida" había decidido volver a casa, dijo la policía.


Elisabeth accedió a hacer una "declaración general" dando detalles de su experiencia a la policía tras asegurársele que no tendría más contacto con su padre, del que dijo que abusó de ella desde los once años. "No se trata de una madre que haya abandonado a su hija, y que ésta haya tenido que ser ingresada en situación grave", dijo Franz Polzer, responsable de la unidad de investigaciones de la provincia de Austria Baja, a la cadena ORF. "Sabemos que ella misma fue encerrada por su propio padre durante 24 años en el sótano y que además fue sometida a abusos sexuales", añadió.


Para la opinión pública, que se enteró del caso el domingo, aunque las sospechas de la policía surgieron a partir del momento en que la hija de 19 años fue internada en el hospital, resulta incomprensible que la esposa, Rosemarie, y un hijo legítimo del sospechoso que vivían en el piso encima del zulo no se apercibieran de que a pocos metros vivían cuatro personas más.


El escondite, una especie de segunda vivienda ventilada con aire forzado, con una pequeña cocina, una ducha, televisor y espacio para dormir, tenía acceso mediante una puerta de acero que se deslizaba por raíles y que estaba disimulada por estanterías en el sótano, y que sólo podía abrirse mediante un código electrónico, que finalmente el hombre entregó a la policía para que penetrara en su interior.


En los mismos bajos, también se descubrió una habitación acolchada, posiblemente para impedir que las voces salieran al exterior en esa zona residencial de Amstetten.

"Mi familia me da pena"


Según los vecinos de Josef Fritzl, este ingeniero, propietario de su propia empresa, tenía antecedentes penales y había cumplido incluso una pena de cárcel, extremo que las autoridades no han querido comentar. Las únicas palabras que han transcendido del sospechoso sobre los hechos son: "Deploro el caso. Mi familia me da pena". En dos días está previsto que se conozcan los resultados de un análisis de ADN que aclarará definitivamente si hubo incesto.


Los titulares de los periódicos calificaron el caso de "delito de un monstruo" y del "peor delito de todos los tiempos" y cuestionaron que los vecinos y autoridades de Amstetten, a 130 km al oeste de Viena, no se dieran cuenta del "martirio en la casa de los horrores" que había a sus pies.

Caso vergonzoso


El caso recuerda al de la austriaca Natascha Kampusch, que pasó ocho años encerrada en una celda sin ventanas antes de escapar en agosto de 2006.


"La comunidad de Amstetten, incluida su población, debería avergonzarse. Los vecinos miraron, muy a conciencia, hacia otro lado", dijo el periódico Oesterreich en un editorial.


El diario Der Standard añadió: "Todo el país debe preguntarse qué está haciendo, esencialmente, mal".