FERIA DEL PILAR 2010

Muchos premios para tan poco espectáculo

El Cid se proclama triunfador de una feria en la que se le regaló la Puerta Grande. El Juli y el banderillero Montoliú fueron los únicos que coparon la mayoría de los votos.

Manuel Jesús 'el Cid'.
Muchos premios para tan poco espectáculo
CARLOS MONCÍN

La Misericordia no ha cerrado sus puertas de invierno aun, porque el próximo domingo debe celebrarse la última novillada del ciclo, tal y como ordena el contrato firmado por Taurodelta y la DPZ. Hasta entonces, solo las memorias más conspicuas sabrán desarrollar y sacar partido de todo lo acontecido en el rubio albero misericorde, que es muy poco. O mucho, según se mire.


La feria, desde su presentación, no gustó a nadie. Solo los abonados de las localidades más caras, (barreras, contrabarreras y delanteras) pasaron por taquilla por temor a perderlas. Otros se conformaron con lo que les daban y los menos optaron por acudir en días sueltos al reclamo de las figuras. La feria no tenía tirón. Había un par de carteles en los que aparecían nombres que sonaban al gran público. Faltaban los Ponce, Morante, Perera, Cayetano y Castella como figuras, y deberían haber entrado, porque así lo reclamaron los aficionados, los Urdiales, Aguilar, Bolívar o Robleño en lugar de otros que nada decían en Zaragoza.


Zorita, representante de Taurodelta, fue el único que dio la cara y se hizo cargo de todo. De lo bueno y de lo malo. A pecho descubierto recibió las balas enemigas mientras los empresarios deambulaban discretamente por el callejón los días de las figuras. Así pues, las bajas obligadas por lesión, la poca profesionalidad de Ponce y Morante, que rehusaron venir, y las excusas peregrinas de las figuritas de papel, dejaron una feria sobresaltada por dos hierros legendarios que medio tapaban la recta final. El resto, ni para media plaza.


Zaragoza no debe permitir que se embarquen toros con los seis años en ciernes. Zaragoza no debe permitir la disparidad de hechuras en un mismo encaste. Ni tres hierros, aunque sean del mismo ganadero. La imagen es la imagen y, el que paga, manda. Se han cortado 12 orejas, de las cuales cuatro son con los toros desmochados de rejones. Se ha regalado la puerta grande al Cid por dos faenas de una oreja y así así. Con las corridas de Criado, Montalvo y Valdefresno, los toreros no tuvieron opción. Como tampoco con lotes, poco menos que imposibles, los Fandiño, Tendero y Castaño. A favor de obra, un compuesto Serafín Marín, Luque, Álvarez y, entre dos aguas, El Tato, Millán y Jiménez. Sin decir nada: Padilla, Valverde, Chaves, Fandi y Talavante. Relativo poso dejó el novillero López Simón, que salió por la Puerta Grande. De revolución el rejoneador Diego Ventura y más sereno Leonardo Hernández. Entre todos han escuchado 18 recados presidenciales y solo cinco han debido dar la vuelta al ruedo, tras petición, sin oreja.


Hasta siete toros se fueron vivos al corral por falta de fuerzas. Siete. Destacar un buen novillo de Guadalest, premiado generosamente con la vuelta al ruedo; uno precioso y bravo de Los Maños, que se fue sin ver, y toros sueltos. Encastados los Cuvillo, con los que El Juli formó un lío y se proclamó número uno de la feria; buena la de Cuadri, con tres toros potables, bajas de raza las de Alcurrucén y Domecq. De buena presentación la de Partido de Resina, aunque bajó algún toro. Para no volver en alguna temporada los de Valdefresno y Criado. Mansísima la primera y sin fuelle la segunda. Por fortuna no funcionó la enfermería en los festejos de toros. Aviso a los presidentes: unifiquen criterios, por favor. Y a la DGA, sobra gente en el callejón.