EN LA ÚLTIMA

El faro que sigue guiando la Expo

El escultor Fernando Nácher visitó ayer su maqueta del emblemático pabellón, con el que comparte emplazamiento

El escultor Fernando Nácher, ayer, delante de la maqueta del Faro, en el mismo lugar donde estuvo ubicado el mítico edificio.
El faro que sigue guiando la Expo
esther casas

Zaragoza. Nunca había estado en una exposición internacional. Nunca, hasta la de Zaragoza. Y ahora, una de sus creaciones está allí, como testigo de lo que fue la muestra y, en concreto, de uno de sus edificios más emblemáticos. El Faro sigue guiando la ribera de Ranillas, ahora, en versión reducida, pero igualmente significativa. La que ha salido de la cabeza, y de las manos, de Fernando Nácher.

Ayer por la tarde, este escultor y restaurador visitó su obra. Era la primera vez que la veía en su emplazamiento, el mismo que ocupó el edificio de las oenegés en el verano del 2008. Con su punto crítico, como cualquier artista, Fernando solo acertó a decir: "En el taller me parecía gigante. Ahora, no. Pero está bien así, discreta". No es tan pequeña. Está a escala 1:40 y se eleva sobre una base de piedras que quieren simbolizar a todas las organizaciones que trabajaron en ese espacio. Sabe que el sitio era uno de los más queridos por los zaragozanos, pero, a la hora de reproducirlo, no sintió el peso de la responsabilidad. "Llevo ya 30 años trabajando -justifica-. Eso sí, sé que es una de las cosas que más van a perdurar y que el recuerdo del Faro es mi maqueta. Y me siento orgulloso". Ya puede. Tras el encargo que le realizó Expo Zaragoza, más de mes y medio le costó darle vida. "Y trabajando más de ocho horas al día; es lo que tenemos los autónomos", bromea. "No creas, para otros trabajos me he pegado dos años", explica.

A pesar de su recreación del Faro, su vinculación con la Expo viene de más atrás. Fernando estuvo en el Taller Escuela Cerámica de Muel como profesor de escultura y modelado. Allí, les propuso crear una vasija de tres metros para el pabellón de Ciudades del Agua. Dicho y hecho? y con rapidez. Se puso manos a la obra el 16 de abril y, para cuando abrió la Expo en junio, ya estaba terminada. Después, se cogió un pase de tres días para recorrer la muestra. Y lo que vio, le gustó. "Tenía que hacerme la foto de rigor con mi escultura -dice entre risas-. Y me llamaron mucho la atención el Pabellón Puente, el de España o el de Aragón". Pero hubo dos que le impactaron especialmente: la Torre del Agua -"de ella, lo único que no me gustó fue que no me encargaran nada", reconoce- y el Faro, que considera "una construcción preciosa". Poco se imaginaba entonces que, meses más tarde, volvería para fotografiarlo y empezar a trabajar en la maqueta. "Me dicen que soy muy metódico trabajando. Realmente, soy puntilloso. O puñetero, como quieras llamarlo", afirma.

Nacido en Valencia, Fernando lleva 25 años a caballo entre las dos capitales. Tiene taller en Cadrete, y en las dos comunidades se siente a gusto. No es futbolero, pero reconoce haber ido a algún Valencia-Zaragoza en La Romareda. "Y yo, calladito. Al fin y al cabo, me da igual quien gane. Para eso llevo aquí la mitad de mi vida".