SANIDAD

El fallecimiento de Rayan supone "un punto y aparte" para la enfermería

Entierro del bebé en Marruecos
El fallecimiento de Rayan supone "un punto y aparte" para la enfermería
EFE

La muerte del bebé Rayan obliga a proceder a una profunda revisión del sistema de salud público, toda vez que adolece de importantes déficit estructurales. Entre ellos, el incumplimiento de los criterios oficiales en las contrataciones temporales de los profesionales de enfermería, asignados a "unidades críticas" sin que gocen de la especialización que exige la legislación. "Estamos yendo contra la propia ley y el Sistema Nacional de Salud es el responsable", denunció ayer el presidente del Consejo General de Enfermería, Máximo González.


La enfermera apartada del servicio por la muerte de Rayan estaba trabajando con un contrato temporal. Ante esta situación, González criticó el actual modelo de contratación temporal de las enfermeras mediante una "bolsa de trabajo" que se rige por el orden numérico y que no tiene en cuenta "la competencia o cualificación" de los profesionales que son asignados a áreas sanitarias "de especial complejidad". Precisó que las enfermeras, al contrario que los médicos, no disponen de un curso concreto de formación en la inmensa mayoría de las especialidades -solo existe para las matronas y en salud mental-, entre ellas pediatría o neonatos, a pesar de que la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias lo demanda.


Para la Organización Colegial de Enfermería, la presunción de inocencia debe también reconocerse a la autora del supuesto error, ya que en modo alguno "puede justificarse un juicio paralelo ni un escarnio público". Además, González dejó entrever que de las conclusiones definitivas de la investigación que llevará a cabo la organización colegial no es descartable que se deriven más responsabilidades, toda vez que la muerte del niño pudo deberse a una serie de "hechos concatenados con otras circunstancias".


Los servicios jurídicos del órgano estudian interponer una querella contra el gerente del Hospital Gregorio Marañón, Antonio Barba, por vulnerar el derecho a la presunción de inocencia de la profesional. González tildó las expresiones de Barba -entre ellas, "terrorífico error"- de "inmorales e indecentes". Admitió que la muerte de Rayan "supone un punto y aparte para la profesión de enfermería" y adelantó que planteará al Congreso que se elabore un "plan nacional estratégico para la seguridad del paciente".


Mientras, el consejero madrileño de Sanidad, Juan José Güemes, anunció que en todas ucis se implantará el nuevo sistema informático que regula las bombas de alimentación a los pacientes para evitar errores similares.


El cuerpo de Rayan yace ya en Marruecos junto a su madre, Dalila Mimouni, primera víctima mortal por la gripe A en España, tras ser enterrado en Mdiq en una ceremonia emotiva y concurrida. El pequeño fue sepultado ante unas 200 personas en esta localidad septentrional, cercana a Ceuta, en la que crecieron sus padres, Mohamed el Uriachi y Dalila.


A la salida de la pequeña mezquita donde se celebraron las exequias, las mujeres ululaban y lloraban al niño mientras sus tíos y su padre cargaban con el féretro, al frente de la comitiva. Al llegar al cementerio, ellas se quedaron al margen y observaron la ceremonia desde la distancia, como dicta la tradición.


Ya ante la tumba de Dalila, los hombres recitaron versos coránicos, dirigidos por un imán, y arrojaron tierra y ramas con hojas verdes en un rito que duró alrededor de 15 minutos.


La madre de Dalila, Aziza Ismaili, no acertaba a pronunciar palabra, ahogada por las lágrimas. Aziza y su yerno llegaron en el avión militar fletado por Mohamed VI para trasladar el féretro de Rayan hasta el aeropuerto de Tetuán. El aparato había partido de la base de Getafe (Madrid). En Tetuán les esperaban el resto de sus familiares, el canciller del Consulado de España en Tetuán, Jesús Cuartero, y la prensa, dispuesta a no perder detalle de lo que acontecía.


Preguntado sobre si denunciará lo ocurrido a su hijo, Mohamed se limitó a decir, con lágrimas en los ojos, que "no es buen momento para pensar en eso" y que le dejaran tranquilo.