Tercer Milenio

En colaboración con ITA

CIENCIA

¿El día del fin del mundo? El 13 de abril de 2036

El destino del ser humano podría ser idéntico al que sufrieran los dinosaurios hace 65 millones de años. Esto es lo que opina el experto ruso en Mecánica Celeste y profesor de la Universidad de San Petersburgo Leonid Sokolov, según el cual el 13 de abril de 2036 un gigantesco meteorito podría chocar contra la Tierra desatando una fuerza equivalente a la de decenas de miles de bombas atómicas. La gran roca espacial no es una desconocida para los astrónomos. Fue descubierta en 2004 y, tras calcular su posible trayectoria, se le dio un nombre nada halagüeño, Apophis, dios egipcio de la destrucción y la oscuridad. Y es que su tamaño hace honor al nombre, tiene 270 metros de diámetro y pesa 25 millones de toneladas. Alrededor del asteroide se han desatado numerosas teorías apocalípticas aunque los astrónomos, y especialmente la NASA, han preferido restar importancia a una posible colisión de consecuencias catastróficas para la vida en el planeta, y calculan que solo hay una posibilidad de que suceda entre 250.000. Aun así está catalogado en nivel 4 en la escala de Turín y 1,10 en la escala de Palermo -ambas clasificaciones que miden el peligro de impacto-.


En 2029 Apophis estará a una distancia de 37.000 o 38.000 kilómetros de La Tierra y a su paso podría causar ya graves problemas entre el conjunto de satélites que orbitan en el espacio exterior. Y siete años después esa distancia entre ambos cuerpos será aún menor, con el riesgo de que el campo magnético del planeta lo atraiga hacia sí. Eso sí, dentro del pesimismo, el científico ruso confía en que antes de caer sobre la corteza terrestre el meteorito se partiría y dividiría en porciones de menor tamaño. Se ha calculado incluso que el impacto sería en el océano Atlántico, cerca de África, generando un tsunami de proporciones inimaginables.


Lejos de bajar los brazos son ya numerosas las soluciones que se dan para desviar la gran roca. La más sencilla sería la de estrellar una nave cargada de bombas nucleares contra el asteroide, aunque se desconoce las consecuencias. Lo más seguro, apuntan los científicos, consistiría en variar su rumbo con un impacto de alta velocidad. Y si nada funciona siempre quedará la cinematográfica idea aprovechada por Hollywood de enviar una misión cuasi suicida que se posase sobre él y realizase los trabajos pertinentes para redirigirlo lo más lejos posible.