MODA

Del fondo de armario al armario sin fondo

Comprar ya no es una forma de cubrir necesidades, se ha convertido en un modo de diversión sobre todo para los más jóvenes, que han hecho de la moda una forma de definirse y uno de sus pasatiempos favoritos. La industria se reinventa continuamente para complacerles.

Del fondo de armario  al armario sin fondo
Del fondo de armario al armario sin fondo
OLIVER DUCH

 Sábado por la mañana. Una enorme limusina blanca estaciona enfrente de una conocida tienda de moda. De su interior desciende un grupo de jóvenes vestidas con sus mejores galas y una copa de cava en la mano. Van de compras, pero la ciudad elegida por su asesora de imagen (El armario de los sueños) no es Nueva York, ni Milán, es Zaragoza y ellas no son actrices famosas, sino un grupo de amigas celebrando una despedida de soltera (a partir de 120 euros, más 60 por la 'personal shopper').

Viernes por la tarde. Cuatro amigas adolescentes asisten al curso 'Ponte guapa en cada estación del año'. Pagan 35 euros por dos horas y media de explicaciones sobre tendencias, pasarelas y consejos prácticos sobre las tiendas y marcas que a ellas les interesan.

Ambos ejemplos sirven para ilustrar el cambio que en los últimos años se ha producido en el mundo de la moda. "Ya casi nadie compra por necesidad y el ir de tiendas se ha convertido en una actividad de ocio, igual que visitar museos o ir al cine. Los más jóvenes suelen ir en grupo, con amigos, aunque luego vuelven con sus padres, que son los que sacan la tarjeta", apunta Miguel Ángel Compadre, presidente de la Asociación de Comerciantes Independencia.

Rocío (15 años) y sus amigas forman parte de ese grupo de compradores adolescentes que se pasean por las tiendas una media de dos o tres veces a la semana. "Me encanta probarme todo lo que me gusta, pero cuando tengo que comprarme ropa de verdad, me acompaña mi madre, que intenta convencerme de lo que tengo que ponerme", señala.

Aunque no hay datos cuantificados, el gasto medio que ahora dedican a ampliar su armario chicos y chicas es muy superior al que destinaban sus padres, que iban de compras en fechas señaladas, como las rebajas o el inicio de la primavera y el otoño. "Estamos en una fase en la que prima el consumo masivo, porque el consumidor puede acceder a más productos. Ha llegado un momento en el que se puede distinguir a las personas y su forma de pensar en función de lo que consumen", apunta José Ángel Oliván, responsable de la Unión de Consumidores.

Este incremento en el consumo y el continuo ir y venir a las tiendas ha propiciado cambios en el sistema de producción. Ahora las firmas más conocidas renuevan sus colecciones una media de ocho o diez veces al año, por eso siempre se ve alguna prenda nueva en el escaparate. "Este es un momento de cambio en el que hay que satisfacer la demanda de un consumidor más exigente y hay que hacerlo con colecciones que exigen un proceso creativo continuo", dice la diseñadora Belén Morales.

En 2003, los clientes de Zara visitaban una media de 17 veces al año sus escaparates, frente a las cuatro veces al año que entraban en la competencia. Esto se debía a que las tiendas de Zara reciben mercancía dos veces por semana. Una táctica que puso en marcha Inditex y que han adaptado a su manera otras marcas como H&M. El resultado: armarios desmesurados donde siempre falta algo porque siempre hay algo nuevo que añadir.

Los profesionales del sector afirman que el consumidor está mucho más informado que hace una década, porque viaja más y tiene un mayor acceso a revistas, programas de televisión e internet, donde abundan las páginas de tendencias. "Estamos en la era de la democratización de la moda, y cualquiera puede lucir un vestido casi idéntico al de su actriz favorita, apenas unas semanas después de que aparezca en pantalla, pero mucho más barato", señala Elma Francés, asesora de imagen.

Pero los jóvenes no solo copian tendencias y las adaptan a sus necesidades y poder adquisitivo, ellos también son creadores de moda. "Las grandes marcas y diseñadores sacan al mercado prendas que están literalmente copiadas de la calle por los cazadores de tendencias. Los jóvenes copian a sus ídolos, que suelen ser actores y gente famosa, pero también crean tendencias y lo hacen de una manera inconsciente", señala José Ángel Bergua, sociólogo de la Universidad de Zaragoza.

Estos 'looks' callejeros encuentran eco inmediato en los blogs de moda, un fenómeno que amenaza a las publicaciones clásicas del sector porque resulta mucho más ágil a la hora de capturar 'lo último'.