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Cócteles: a descubrir el sabor 'agitado'

Alta gastronomía Casa Montal -Torre Nueva, 29, de Zaragoza- celebró esta semana una cata-taller de coctelería de la mano del archiconocido champán Moët Chandon, en la que los asistentes descubrieron los principales secretos de esta especialidad, todavía poco extendida en la cultura gastronómica aragonesa. I. muñoz

El restaurante Montal ofreció esta semana a sus clientes una original cata llena de sabor, estilo y, sobre todo, ritmo. Porque el objetivo no era otro que enseñar a los asistentes los principios básicos de la coctelería, una especialidad con gran tradición en otras latitudes, pero sin tanto tirón en la gastronomía aragonesa. Para ello, el anfitrión, Ignacio Montal, se sirvió de Javier Monclús, enólogo de la firma Moët Chandon, quien ofreció tal variedad de recursos, trucos y consejos que la cata se convirtió en una excepcional clase práctica.


"Lo más importante es saber equilibrar, por un lado, el azúcar y la acidez, y por otro, la mezcla con el alcohol", explicó el experto. De hecho, a su juicio, lo primero que tiene que hacer un aspirante a coctelero es "aprender a hacer una limonada, donde tienes que conjugar muy bien dos ingredientes tan sencillos como el limón y el azúcar para que quede buena". Pero la sesión comenzó con un cóctel de mucha más altura: un Belvedere Wasabi. Este vodka polaco hecho con centeno de oro fue combinado con la especia más agradecida en los platos de sushi con un resultado muy satisfactorio según el paladar de los 'alumnos'.


Para Monclús, es fundamental la elección de los productos: "Un cóctel con ingredientes mediocres es un cóctel mediocre. Con ingredientes sublimes, tendremos un coctel sublime", afirmó. De ahí la selección de bebidas. Desde el güisqui Glenmorangie, hecho en el alambique más alto de Escocia (de 5,41 metros), hasta el ron Ten Cane, de Trinidad y Tobago y envejecido tan solo dos años en madera de roble francés, pasando por el coñac Hennessy, considerado uno de los mejores del mundo.

Cuestión de gustos

El enólogo invitado hizo hincapié en la importancia de respetar las medidas exactas para cada combinado, ya que "una mínima variación" en este apartado conlleva "un resultado totalmente diferente". Sin embargo, reconoció la variedad de gustos del consumidor, por lo que recomendó "encontrar la medida de cada uno". De hecho, y aunque todos los cócteles mostrados en la cata -un total de siete- recibieron el aprobado de los asistentes, quedaron claras las preferencias. El público femenino se decantó por los más ligeros, como el citado Belvedere o el Misionero Ten Cane, creado a base de ron, 'schnapps' de melocotón y zumo de piña, mientras que el masculino aplaudió recetas como el RU de Glenmorangie, que enriquecía el güisqui con un toque de miel. Lo que todos asimilaron por igual fue el valor del agitado y su relación con los hielos en el arte de la coctelería. "Debe ser un movimiento enérgico, fuerte, que dure siete segundos", señaló Monclús. Tal y como explicó Ignacio Montal, el evento fue un éxito, según expresaron los propios clientes. Por ello señaló su intención de realizar todos los meses "una cata original y diferente" para dar a conocer nuevas especialidades entre la sociedad zaragozana.