DESDE HUESCA A CALIFORNIA

Aragoneses en el 'far west' americano

El oscense Carlos Tarazona rodó un documental y ahora prepara un libro sobre los pastores que cambiaron los Pirineos por California en los 60.

Carlos graba a Ángel Betés, que partió a América desde Undués-Pintano.
Aragoneses en el 'far west' americano

Cambiaron los valles del Pirineo por el desierto de California. Su trabajo sería el mismo, como pastores, pero con muy distintas condiciones. En su nuevo emplazamiento, más duro, podían pasar semanas sin ver a nadie. Es la historia de cientos de aragoneses que, forzados por la dura situación de la posguerra, cambiaron de escenario. Y emprendieron un viaje, en muchos casos, solo de ida.

El oscense Carlos Tarazona vio a dos de estos emigrantes, hace ya años, en la tele. Como agente forestal, no tenía gran experiencia audiovisual, pero sí interés: ya había rodado dos reportajes sobre la comarca del Alto Gállego -él vive en la pequeña localidad de Oliván- y se propuso algo más ambicioso: dar a conocer este periplo por el 'far west' de Estados Unidos en un documental. Lo logró? pero no fue sencillo. "Cuando comencé a investigar -recuerda-, por Internet solo aparecían casos de vascos o de navarros, especialmente de uno que acabó haciendo un anuncio de móviles, por el que le pagaron un millón de dólares".

La huella aragonesa en el oeste americano parecía borrada. "Era difícil, pero no me desanimé", cuenta Carlos. Su primer viaje, de hecho, no fue precisamente un éxito. Sabía que alguno de estos emigrantes había partido de Fago. Y allí se fue buscando familiares. "Fui poco después del triste suceso y la gente me veía con un cuaderno en la mano y escapaba", explica. Menos mal que una señora, con la puerta entreabierta, le dio los datos de su cuñado, residente en Washington. Tras hablar con él por teléfono empezó a tirar del hilo hasta configurar un listado de unos 30 aragoneses de nacimiento, aunque ya americanos a todos los efectos.

La mayoría de los desplazados a América lo hicieron reclamados por vecinos que habían emigrado anteriormente. Así, Carlos conoció la historia de Pascual Aznárez, oriundo de Ansó y que ejercía de borreguero en Arizona, y Bárbara Navarro, de Fago, que servía en una casa de San Francisco. Se conocían de jóvenes, de las fiestas de sus respectivos pueblos, y coincidieron en la ciudad del Golden Gate. Acabaron casándose y se establecieron como rancheros. Entonces, a principios de los 60, llamaron a gente de Fago para que les ayudara. Una historia similar ocurrió con el matrimonio de un navarro y una cincovillesa, que también solicitaron ayuda a habitantes de Undués-Pintano que acabaron en EE. UU.

Hasta allí viajaron Carlos y su mujer el verano de 2008. "Alquilamos un coche y el GPS nos salvó la vida. ¡De las carreteras de Huesca a las autopistas de California, con diez carriles por sentido! Una locura". Pero salió bien y este oscense se trajo doce horas de material hasta que, gracias a diversas subvenciones institucionales, dio a luz su documental: 'Borregueros: Aragoneses en el Oeste americano'. Un trabajo en el que reunió decenas de testimonios de personas que llegaron a Estados Unidos con un contrato de tres años y que, en la mayoría de casos, ya no volverían a su lugar de nacimiento. "Hubo de todo. Hay gente que no se adaptó al 'american way of life' y retornó cuando consiguió ahorrar dinero. Otros se quedaron y, cuando tuvieron la tarjeta de residencia, cambiaron de trabajo: algunos fueron empleados en vaquerías y otros se dedicaron a la jardinería o a la hostelería". Hoy, todo están en la misma situación: jubilados y sin haber olvidado nunca sus raíces.

Tampoco Carlos los ha olvidado. Una vez finalizado el documental, siguió indagando. Tanto, que volvió para entrevistarse con más aragoneses en Texas, Arizona, Colorado o Utah. Hoy, ha terminado un libro para el que busca editor en el que ofrece nuevos datos y, sobre todo, historias de vida de aquellos pastores que cambiaron la tranquilidad de los verdes valles pirenaicos por las inmensas llanuras del oeste americano.

"Cambiar las carreteras de Huesca por las autopistas de California, con diez carriles por sentido, fue una locura"