Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Ciencia de andar por casa

La luz, un elemento fundamental del diseño arquitectónico y urbanístico de una ciudad

Un buen Plan Director de Iluminación es esencial para la buena imagen de una ciudad. Y es que la luz es herramienta básica del sentido de la vista. 

Imagen nocturna de la ciudad de Zaragoza, con el Pilar iluminado.
Imagen nocturna de la ciudad de Zaragoza, con el Pilar iluminado.
Alba Aporta Clemente

A través de los sentidos, las personas perciben y captan la información necesaria para realizar las funciones básicas y especiales que precisan en los diferentes espacios: profesionales, familiares, sociales y de ocio. Pues bien, de esa información, cerca del 90% se recibe a través de la vista, que se convierte así en prioritario para la actividad humana.

La luz es, por tanto, un elemento fundamental del diseño arquitectónico y urbanístico de una ciudad. El ojo, gracias a ella, capta las imágenes que proyecta en la retina y que son las verdaderas portadoras de la información que precisa procesar el cerebro para transmitirnos las sensaciones que nos ayudan a dar significado a las cosas: la forma, el tamaño, la orientación, el color y la textura como componentes básicos de cualquier composición. La luz es, en definitiva, la esencia misma de los espacios y por tanto del arte, de la arquitectura y del paisaje.

Durante el día, el Sol con sus variaciones de intensidades, de dirección, de tonos y matices nos dicta como percibir estos espacios, condicionando de forma importante, el confort y las funcionalidades de algunos espacios, indiferente a nuestros esfuerzos por mejorarlos.

Al llegar la noche, sin embargo, la arquitectura y la ingeniería ganan esa batalla, y el alumbrado público, integrado con el resto del mobiliario urbano, puede hacer mucho más dóciles esos entornos para adaptarlos a las actividades que se hayan valorado como prioritarias en los mismos y crear las condiciones apropiadas para proporcionar una estimulación completa de los sentidos.

La luz proporciona toda la información sensorial necesaria para que el individuo realice dichas actividades y se genere en él una determinada respuesta emocional que, sin duda alguna, intervendrá en su valoración de los diferentes espacios urbanos nocturnos y en definitiva de la ciudad, sintiéndose más o menos cómodo, seguro y satisfecho

Un Plan Director de Iluminación (PDI) actual debería sentar las bases de la iluminación de la ciudad, con una visión global de las necesidades lumínicas de los diferentes espacios urbanos que la configuran y buscar, como mínimo, los siguientes objetivos:

-Disminuir el consumo energético, ajustando los niveles de luxes a las nuevas normativas y sustituyendo las luminarias o lámparas que sean necesarias por otras de tecnologías más eficientes y con la regulación apropiada.

-Minimizar el impacto ambiental en cuanto a su contribución al resplandor luminoso nocturno y la luz intrusa se refiere.

- Mejorar las condiciones de seguridad, bienestar emocional, accesibilidad y calidad de vida de las personas que trabajan, utilizan y disfrutan de los diferentes espacios urbanos.

-Establecer un plan de mantenimiento que asegure la funcionalidad y durabilidad de las instalaciones, para optimizar los recursos invertidos.

-Contribuir al embellecimiento de la ciudad en su conjunto.

Significado cultural e histórico

La imagen nocturna cautiva más al visitante, sirve mejor para explicar el significado cultural e histórico de su patrimonio y, si es positiva, le puede dejar el poso necesario para que valore una segunda visita. Por ello, la creciente competencia entre ciudades para atraer visitantes ha hecho que los planes directores de iluminación sean contemplados, por los buenos gestores, como una opción para mejorar la imagen de las mismas y hacerlas más atractivas y agradables.

La ciudad de hoy, en principio, es la expresión final de una serie de decisiones y acontecimientos que han marcado su devenir, diferente para cada ciudad. Son estas diferencias las que hacen difícil protocolizar las actuaciones en los espacios urbanos y los tipos de iluminación a considerar en el PDI de una ciudad compleja, por lo que sería aconsejable, para elaborar el primer borrador del plan, constituir una comisión formada por técnicos y responsables políticos del Ayuntamiento, una representación de las asociaciones de comerciantes y de vecinos, y algún arquitecto, ingeniero, historiador y/ o especialista en patrimonio y urbanismo, lo más aconsejable dependiendo de la ciudad de que se trate, junto con la coordinación y apoyo de un profesional o un equipo de profesionales especialistas en diseño de iluminación

Pero como las ciudades ya están iluminadas y no será posible abordar todas las mejoras en un corto periodo de tiempo, se precisaría realizar una auditoría energética previa para conocer el estado de las instalaciones y as priorizar las actuaciones en función de una serie de parámetros, tales como: estado de conservación, consumo, posibilidad de regulación e integración en el entorno, entre otros.

Creemos, en cualquier caso, que merece la pena el esfuerzo inicial para plasmar los criterios básicos de un buen PDI, con una visión holística de la ciudad, a la hora de jerarquizar lumínicamente la estructura de la misma a través de los diferentes espacios urbanos, contemplando todos los aspectos implicados y no solo los funcionales. La dificultad que conlleva dar peso a valores intangibles como la significancia histórica, la seguridad y el bienestar emocional de los usuarios y sobre todo los comportamientos sociales –que están sometidos a cambios constantes– obligan a introducir altas cotas de flexibilidad en los mismos. La propia tecnología cambiante obliga más si cabe, a dicha flexibilidad. El Plan Director de Iluminación nace así para ser modificado, pero su existencia y vigencia nos permitirá tener un control efectivo sobre cualquier modificación o nueva instalación que a partir de ese momento se lleve a cabo, lo que sin duda será importante para mantener una buena imagen del conjunto de la ciudad.

Justiniano Aporta Alfonso, Alba Aporta Clemente, Elvira Orduna Hospital y Ana Isabel Sánchez-Cano Departamento de Física Aplicada Universidad de Zaragoza

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