Kraken, la bestia marina de moda por un virus mutante, la covid

Aquí lo asociamos a un calamar gigante, pero es más una figura mítica "que engloba los misterios de los mares", explica el antropólogo Ignacio Cabria, autor de 'Así creamos monstruos'.

Ilustración de un pulpo gigante
Ilustración de un pulpo gigante
Pixabay

El nombre de la última subvariante de ómicron se las trae: XBB.1.5. Es la más contagiosa de todas las conocidas hasta la fecha, y quizas animado por esa visión apocalíptica, un investigador canadiense la apodó 'Kraken' para descontento de la comunidad científica, que prefiere el nombre técnico a la monstruosidad que se ha hecho viral. Ryan Gregory, profesor de la Universidad de Guelph en Ontario, comparó la velocidad de propagación récord de la XBB.1.5. "y su escape inmune muy alto" con el kraken, y sugirió para la nueva mutación este nombre que la mitología nórdica otorga a los leviatanes marinos de las profundidades abisales.

El kraken ocupa un lugar selecto en el bestiario maldito. Sigue excitando nuestra imaginación y encarna un misterio mayor al de otras leyendas de la criptozoología, como el Yeti o el monstruo del lago Ness. Es en el siglo XVIII cuando el kraken figura citado por este nombre y ya asociado a la figura de un calamar o un pulpo gigante, quizá debido a que se habían encontrado restos de grandes cefalópodos varados en las costas nórdicas. Aparece por primera vez en la obra del obispo danés Erik Pontoppidan, el principal creador del concepto de monstruo marino como animal digno de estudio por la historia natural. Cuando los calamares gigantes varados en las playas pudieron ser analizados por la zoología, se los describió en 1857 con el nombre científico de Architeuthis.

Un momento clave en la historia real del kraken ocurrió el 30 de noviembre de 1861, cuando la corveta francesa 'Alecton' observó un impresionante calamar frente a las costas de Tenerife. En un informe a su ministro de Marina, el capitán Bouger escribe: "A las dos de la tarde, me encontré con un animal monstruoso que reconocí como el 'pulpo gigante', cuya existencia discutida parece estar relegada al campo de la fábula".

El oficial trató de capturarlo sin éxito (le dispararon diez balas, le arrojaron un arpón e intentaron atarlo con una soga), pero al menos pudo distinguir que era un calamar gigante "de color rojo ladrillo, de cinco o seis metros de cuerpo y unos brazos de dos metros, con un pico de loro que podía medir casi medio metro". Y añade: "Presenta una figura repelente y terrible". Quizá sin saberlo, Bouger acababa de relegar al kraken a la leyenda, pero lo introducía en la nómina de los animales reales de las profundidades.

Este pasaje está magníficamente relatado por el antropólogo y divulgador científico Ignacio Cabria (Santander, 67 años) en su libro de reciente publicación 'Así creamos monstruos' (Luciérnaga), en el que revisa los mitos y leyendas forjados en torno a criaturas bestiales, desde Nessie a los viejos 'abominables' hombres de las nieves o el más moderno chupacabras.

Uno de sus capítulos, cómo no, está dedicado al kraken, el gran monstruo marino, y arranca con los evocadores versos que dedica a la bestia el poeta inglés del siglo XIX Alfred Tennyson: "Bajo los truenos de la alta profundidad, muy abajo en el mar abismal, su dormir antiguo, sin sueños, inalterado, el kraken duerme".

Como "pequeñas islas"

El origen del nombre puede estar en el término sueco y noruego 'krake', que significa retorcido, pero también en el alemán 'krake' (pulpo). Cuenta el antropólogo cántabro que, según la descripción de Pontoppidan, el kraken era una criatura con antenas y dimensiones colosales, "tan grande que nadie había visto su cuerpo entero, sino solo su lomo, que parece ser de una milla y media de circunferencia. Parecía un grupo de pequeñas islas con cuernos tan altos como mástiles de veleros medianos", añadía Pontoppidan, autor de la 'Historia Natural de Noruega' (1755), donde analiza monstruos como la gran serpiente marina, la sirena y el kraken.

"El obispo Pontoppidan tomó aquellos mitos y leyendas que contaban los marineros nórdicos para naturalizarlos en una criatura zoológica, a la que describió con una extensión de una milla y media y grandes antenas. Aunque Pontoppidan no lo consideraba un animal dañino, en el siglo XIX se produjo su transformación en un cefalópodo gigante de carácter malévolo y casi sobrenatural, especialmente de la mano de naturalistas fantasiosos como Pierre Denys de Monfort y escritores prejuiciosos como Victor Hugo y Julio Verne", ilustra Cabria.

Efectivamente al pobre pulpo le acabaron de 'condenar' literatos tan influyentes en su tiempo como los franceses Victor Hugo y Julio Verne. Para el primero, el pulpo alcanza la apoteosis de la depravación y representa la alegoría del mal. "Estas criaturas son fantasmas tanto como monstruos", decía el autor de 'Los Miserables'. Julio Verne lo magnificó en su novela 'Veinte mil leguas de viaje submarino' (1869), donde lo convierte en el enemigo mortal del capitán Nemo. La película de 1954 basada en la novela de Verne dejó grabada a fuego en la retina la icónica escena del pulpo gigante rodeando al 'Nautilus' con sus fuertes tentáculos, bloqueando la hélice del submarino, y a Kirk Douglas arponeándolo entre los ojos. Más recientemente, también aparece en 'Piratas del Caribe' como 'mascota' del capitán del 'Holandés Errante', Davy Jones.

Como sucede con todo, la leyenda fue diluyéndose a medida que se iba sabiendo más de estas criaturas de los mares, tan desconocidas que hasta 2004 nunca se pudieron filmar. Lo hicieron dos investigadores japoneses, que consiguieron grabar a un Architeuthis vivo, en su hábitat natural, a 900 metros de profundidad en el Pacífico Norte, demostrando que es un poderoso y rápido nadador, que utiliza sus tentáculos para capturar a sus presas.

Años más tarde, en 2013, en una playa de Cantabria, apareció muerto uno los mayores ejemplares de calamar gigante recogidos en las costas españolas. Medía más de 10 metros de largo y pesaba 180 kilos y en la actualidad es una de las 'joyas' del Museo Marítimo de Santander.

Miedo a las profundidades

Hoy la imagen del pulpo gigante es otra bien diferente a la que describía Victor Hugo. "Por suerte para el pulpo ha habido una nueva fascinación por su inteligencia", dice Cabria, y pone como ejemplo el documental 'Lo que el pulpo me enseñó', una hermosa reivindicación de una criatura "a la que se aprende a amar en hora y media".

"El kraken quedó como una representación de nuestros miedos hacia las profundidades, pero el pulpo ordinario tampoco está libre de nuestros prejuicios. Desde antiguo se lo asoció con el engaño por su capacidad de mimetizarse con el entorno, y no sé si será por su aspecto o por el abrazo de sus tentáculos, de alguna manera nos sigue pareciendo "horrible", como a Victor Hugo. Pero bueno, desde que el pulpo Paul eligió la bandera española adivinando que nuestra selección iba a ganar el Mundial de fútbol de 2010, lo amamos un poco más", apostilla el antropólogo.

Cabria cree, eso sí, que el kraken no puede ser reducido a una especie zoológica como el Architeuthis o calamar gigante. "Tengamos en cuenta que la cultura occidental ha asociado al kraken todas las narraciones que hablaron desde la antigüedad de monstruos gigantescos de los mares, que no tenían ninguna relación con la forma del calamar. Por tanto, el kraken no puede ser reducido a una especie zoológica. Es más un concepto, una figura mítica que engloba los misterios de los mares", concluye.

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