Fernando de Haro: "El periodismo siempre ha sido calle y agenda"

Nacido en Madrid en 1965, dirige, junto a Pilar Cisneros, ‘La Tarde de Cope’, programa que este jueves se hizo en parte desde Zaragoza

Fernando de Haro
Fernando de Haro, este jueves, en el restaurante zaragozano Bistro Salduie.
Guillermo Mestre

La Tarde de Cope’... empieza a prepararse por la mañana.

No solo. También el día o la semana de antes. Nuestra obsesión es buscar historias y eso exige mucho trabajo de producción.

A Zaragoza han venido este jueves a hablar de lo cara que está la vivienda.

Cuando abordamos un problema nos gusta exponerlo con casos muy concretos, y aquí en 2022 el precio de las viviendas subió más que la media de España. Hemos venido a hablar con gente que compra piso, que lo vende o que lo alquila; con quien no puede hacer ninguna de las tres cosas y con quien vive en un local comercial reacondicionado. Es nuestra fórmula, buscar protagonistas.

Y no va mal. El programa va ganando audiencia año a año.

Cope es líder en varias franjas y áreas y nosotros estamos compitiendo para alcanzar ese liderazgo. De 4 a 7 de la tarde somos la segunda radio en España.

¿La competencia es tan descarnada como en las mañanas?

Es una forma de radio diferente. Hay competencia, sí, y no solo con otras emisoras, también con otros soportes.

¿Se hacen amigos en la radio?

Por supuesto. He trabajado también en televisión y en medios escritos y la radio es el ámbito más amable entre rivales. La televisión es una jungla en la que tienes que entrar con el cuchillo en la boca.

La radio es cercanía.

Y de qué manera. Estableces una relación con el oyente que no la tienes con ningún otro medio. Ni la televisión, que parece más cercana pero en realidad es más distante. Los oyentes, cuando te paran por la calle, te cuentan cosas de su vida como si fueras el vecino de abajo.

Usted reivindica el periodismo de calle.

Al final, en esta profesión lo que marca las diferencias es estar en los sitios. El periodismo tiene que ser de calle y con los datos contrastados. Siempre ha sido, y será, calle y agenda. Las cosas se pueden contar desde el estudio, pero no eres capaz de hacérselas vivir al oyente. El miércoles estuvimos en Usera, intentando saber, a través de los chinos de allí, cómo viven lo que ocurre en su país con la pandemia. Son reacios a hablar, pero una farmacéutica nos dijo que estaban comprando mucho paracetamol para enviarlo allá. Eso nos indica que en China hay escasez. Estar en los sitios, además, a la larga te da algo muy importante: criterio.

No hace muchos planes, pues.

En septiembre pasado estaba en un programa sobre la sequía en Toledo. Mientras lo hacíamos saltó la noticia de la muerte de Isabel II y esa misma noche ya la hicimos en Londres.

¿Estamos muy crispados?

Los políticos necesitan crispar, pero la vida social, la mayoría de la población, va por otros cauces.

¿El país va mal?

Está afrontando una nueva crisis con grandes dosis de resiliencia. Hay una enorme diferencia entre una clase política muy inepta y un país con capacidad de resistir, que se ata los machos y sale adelante. No se han hecho reformas básicas pero casi me preocupa más que cada vez sea un país más inhóspito para los jóvenes. Es un gran error. Pero tenemos una vitalidad social que hace que aquí se viva muy bien.

La guerra en Ucrania, ¿acabará en 2023?

No, se prolongará durante muchos, muchos años.

¿Los precios...?

No bajarán.

¿Quién ganará las próximas elecciones?

Ahí no tengo capacidad de pronóstico porque en política las cosas cambian de un día para otro. Lo único que puedo decir es que sería conveniente que las ganaran opciones centradas, ya sea de izquierdas o de derechas, y que las opciones radicales no tuvieran poder de influencia.

¿Habrá referéndum en Cataluña?

Para reformar el estatuto de autonomía, puede; de autodeterminación, no. No veo cómo encajaría en la Constitución. Es imposible.

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